A 150 años de la traición de Sand Creek
Sobre la pradera

Simon J. Ortiz

El 29 de noviembre de 1864, hace siglo y medio exactamente, ocurrió en el sureste de Colorado la masacre de Sand Creek. En 1981, el poeta Simon J. Ortiz publicó un largo poema narrativo para recuperar el terrible momento. Aquí se publica uno de sus cantos, donde encontramos cierta resonancia de los cantares mexicanos recogidos en La visión de los vencidos. Sobrecogedor conjuro, el extenso poema habla del hecho. De por sí huyendo del implacable avance de los colonizadores blancos, unos 600 indígenas cheyenne y arapaho acampaban en la ribera del río Sand Creek, confiados en las promesas del gobierno de paz y respeto. Ese día, al frente de 700 hombres armados, el muy religioso coronel John W. Chivington arremetió sin motivo contra los indígenas, logrando asesinar a 105 mujeres y niños, así como a 28 hombres que los protegían. Pocos meses después, a mediados de 1865, estos pueblos estaban mermados y fueron expulsados para siempre de sus tierras y del estado de Colorado.

Subrayando que la masacre “fue uno de los crímenes más atroces sufridos por los nativos americanos”, el poeta Thomas McGrath sostenía que “Sand Creek brilla como una estrella negra sobre un continente de dolor, y proporciona a Ortiz una poderosa visión personal, sociopolítica e histórica: de condena y de resistencia, pero también comprensiva y esperanzadora”.

La sangre corrió a la pradera, vaporosa como el aliento una mañana de invierno;
ese aliento se elevó a las nubes y se convirtió en lluvia reparadora.


Jaguar, monotipo:  Linda Lomahaftewa (hopi-choctaw, Arizona)

Simon J. Ortiz, poeta acoma pueblo, nació en Albuquerque, Nuevo México, en 1941. Ya conocido por los lectores de Ojarasca, es uno de los poetas nativos estadunidenses de mayor estatura en la lengua inglesa. Dentro de su amplia obra poética, narrativa y ensayística destaca Del Arroyo de Arena (From Sand Creek, Thunder Mouth Press, Oak Park-Nueva York, 1981), obra definitiva en la escritura indígena moderna de América del Norte. Otros libros suyos son Canción, poesía y lenguaje, Los indios hobwah, A Good Journey, Out There Somewhere y The People Shall Continue. (Traducción del inglés: Hermann Bellinghausen).

Estaban sorprendidos
de que la sangre fuera tanta.
Respingando
chispeante
salpicaba, burbujeaba, calentaba
los chorros del arco de los torrentes.
Roja
refulgente y vivaz
escurría hacia el pasto de las praderas.
Vaporosa.
Tan brillante, tan sorpresiva.
Estaban empavorecidos.

Les parecía casi mágico
tener tanta sangre.
Ésta sólo seguía brotando
como ríos,
como interminables inundaciones
que cayeran del cielo.
Los relámpagos se hicieron líquidos
y el trueno quedó en sus mentes
para siempre.

                                            De hecho
han de haber sentido
que debían arrodillarse
y beber esa rara sangre roja,
beberla hasta reparar
su propia pérdida.

Sus manos indefensas
eran como coladeras.