jornada
letraese

Número 221
Jueves 4 de Diciembre
de 2014



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate


 

Parirás con dolor.

Naturalización de la violencia obstétrica

El concepto de violencia obstétrica engloba diversos tipos de maltrato que sufre una mujer embarazada al ser juzgada, atemorizada, humillada, lastimada física y emocionalmente, en las etapas relacionadas con su parto. En esa categoría también se incluye el no respetar sus decisiones ni el ritmo natural de su proceso de alumbramiento y del posparto. Es recurrente en los hospitales, ya sean públicos o privados, y puede estar presente en todas las esferas de la sociedad.

Rocío Sánchez

La celebración
del diez de mayo es la que mayor derrama económica deja en el país. Es el día en que la nación entera ensalza la figura de la madre tradicional: cuidadora, sacrificada, incondicional. Ese día de festejo contrasta con el momento en que inicia la maternidad de las mujeres: el embarazo, el parto y el puerperio. En estas etapas pueden sufrir diversos actos que transgreden sus derechos, los cuales van desde presión psicológica hasta, en los peores casos, franca violencia al momento de dar a luz.

Acuerdos internacionales como la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Mujeres (CEDAW, por sus siglas en inglés), recomiendan a los Estados que los servicios de atención médica garanticen el libre acceso a los servicios relacionados con el embarazo, el parto y el posparto, puesto que estos procesos colocan a la mujer y a su salud en una especial condición de vulnerabilidad. Además, se debería contar con servicios de maternidad gratuitos y sin riesgo, según el documento.

Sin embargo, la medicalización del parto y todo lo relacionado con él, tanto en contextos urbanos como rurales, ha dado lugar a lo que se ha definido como violencia obstétrica. Ésta se constituye por diversas violaciones a los derechos humanos y reproductivos de las mujeres y puede tener diversas caras.

La medicina todopoderosa
De las numerosas manifestaciones de la violencia obstétrica, la mayoría se basa en la superioridad del discurso médico, que a decir de quienes han teorizado sobre el tema, ha convertido un proceso natural que tiene lugar en el cuerpo de las mujeres, en un acto médico. Así, la mujer en labor de parto se convierte
en receptora de los servicios del personal de salud, adoptando un papel pasivo en un evento que debería protagonizar.

Si bien es cierto que la medicina obstétrica ha reducido las muertes maternas e infantiles al aportar procedimientos de asepsia y técnicas que evitan que los partos complicados terminen en tragedia, actualmente se abusa de dichas técnicas, empleándolas como procedimientos de rutina cuando deberían
ser extraordinarios.

Por ejemplo, en el informe "Cuidados en el parto normal: una guía práctica", la Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que las prácticas obstétricas relacionadas con el parto pueden clasificarse en cuatro tipos: prácticas evidentemente útiles, que tendrían que ser promovidas; prácticas claramente perjudiciales o ineficaces que habría que eliminar; prácticas sobre las cuales no existe evidencia y que tendrían que usarse con cautela, y prácticas que se suelen realizar inadecuadamente.

Al respecto, desde hace ya casi 30 años (1985) la misma OMS publicó su documento "Tecnología apropiada para el parto", en el que detalla cuáles procedimientos médicos sí y cuáles no es conveniente utilizar como norma general en la atención de los alumbramientos.

En cuanto al bienestar emocional de la madre, se recomienda que un miembro de su familia tenga libre acceso durante el parto y el periodo posnatal –cosa que no sucede, por ejemplo, en los servicios públicos de salud en México. También se estima conveniente que sea la mujer quien decida sobre su vestimenta, si desea comer o beber durante la labor de parto, sobre el destino que tendrá su placenta y otras prácticas culturalmente significativas para ella.

Para contribuir al bienestar del bebé, éste debe permanecer con su madre tanto como sea posible. De aquí se deriva una recomendación de que la lactancia inicie de inmediato, "incluso antes de que la madre abandone la sala de partos", es decir, dentro de la primera hora siguiente al nacimiento.

Invasión del cuerpo
En este afán por convertir el cuerpo de la mujer en un espacio aséptico por el cual transitará el bebé, se han adoptado una serie de medidas rutinarias que la OMS también desaconseja. Un ejemplo es el rasurado del vello púbico, procedimiento que "no está indicado".

La organización también señala que el perineo, la zona ubicada entre el orificio vaginal y el ano, "debe protegerse siempre que sea posible", por lo que "no está justificado el uso sistemático de la episiotomía", esto es, el corte con bisturí de esa área, el cual después requiere puntos de sutura.

Asimismo, la utilización de oxitocina artificial para inducir el parto "debe reservarse para indicaciones médicas específicas", y ninguna nación debería tener más de 10 por ciento de inducciones. Sin embargo, una encuesta
realizada en el hospital público "Luis C. Lagomaggiore", de Mendoza, Argentina, reveló que de 30 mujeres consultadas, 29 habían recibido la oxitocina intravenosa como parte del cuidado hospitalario. A una de ellas se le suministró aun después de haberse negado.

Por otro lado, tampoco está justificada la ruptura artificial de membranas como un procedimiento de rutina. Según algunos estudios, en el proceso normal de parto esto sucede de manera espontánea en el 75 por ciento de los casos, y ocurre en los últimos minutos, cercano al alumbramiento.

Pero quizá la mayor muestra de la medicalización del parto es la posición en la que se hace parir a las mujeres: acostadas sobre su espalda. "No se recomienda colocar a la embarazada en posición dorsal durante la dilatación y el expulsivo", dice la OMS. "Debe recomendarse caminar durante la dilatación y que mujer debe decidir libremente qué posición adoptar" durante la expulsión.

Cesárea innecesaria
"Si quieres tener un parto natural, vas a tener que buscar otro médico; yo sólo hago cesáreas", le dijo su doctor a Nelia, cuando le habló de su deseo de dar a luz de manera natural. El caso es frecuente en la práctica privada, donde tanto especialistas como las propias madres programan este tipo de cirugías en el momento que estiman conveniente.

Según la OMS, en 1985 algunos de los países con menor mortalidad perinatal en el mundo tenían menos de 10 por ciento de nacimientos por cesárea. Desde aquel momento, el organismo asentó que "no puede justificarse que ningún país tenga más de 10 a 15 por ciento" de cesáreas.

Asimismo, contrario a lo que suelen afirmar los médicos, sostiene que "no hay pruebas" de que después de
un parto por cesárea deba hacerse una nueva cesárea en el siguiente embarazo. No obstante, en nuestro país, el índice de este tipo de intervenciones quirúrgicas es mucho más alto. De acuerdo con cifras del el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), durante el año 2009 el 38.1 por ciento del total de nacimientos se dieron mediante cesáreas.

Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012, México ocupa el cuarto lugar a nivel mundial (después
de China, Brasil y Estados Unidos) en la práctica de cesáreas sin indicación médica. El documento también señala que se ha incrementado en 50 por ciento la práctica de cesáreas en los últimos doce años. Los datos revelan que en el sector público se incrementó en 33 por ciento y en el privado en 60 por ciento. Si se parte de los datos del Censo de Población y Vivienda 2010, siete de cada diez mexicanas de 15 años o mayores han tenido al menos un hijo, lo que significa que 71.6 por ciento de la población femenina en edad reproductiva en México ha requerido atención en su embarazo, parto y puerperio. El censo recogió que 97 de cada 100 de estas mujeres fueron atendidas por un médico y 2 por ciento por una partera (el resto no especificó por quién fue atendida).

El Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), en su informe Omisión e indiferencia. Derechos
reproductivos en México
–de 2013– refiere que no existen estudios que permitan dimensionar el problema de la violencia obstétrica en el país, pero algunas investigaciones académicas hacen pensar que este tipo de violencia pasa desapercibida en las políticas de calidad de los servicios de salud y también en la formación de las y los gineco-obstetras.

Roberto Castro y Joaquina Erviti realizaron, en 2003, el estudio "La violación de derechos reproductivos
durante la atención institucional del parto: un estudio introductorio", en el que hablaron de las modalidades específicas que componen el maltrato y el abuso en la atención médica del parto, las cuales, dado que no expresan un daño físico a la salud de las mujeres, están invisibilizadas e incluso naturalizadas por las instituciones y el personal de salud, y hasta por las propias mujeres y sus familias.

Fin al maltrato
También se encuentran los casos en los que conviven la violencia obstétrica y la negligencia médica: aquellas mujeres que no son recibidas en las clínicas, que son devueltas a sus casas porque el personal de salud considera que "todavía no es momento". Los nacimientos en jardines, banquetas o en el transporte público que reportan periódicamente los medios de comunicación son un reflejo de ello.

A esto habría que sumar otras prácticas de violación a derechos que han documentado organizaciones como GIRE, tales como obtener la autorización para procedimientos de esterilización permanente o temporal
(colocación del DIU, por ejemplo) durante el trabajo de parto, momento muy alejado de la condición de serenidad que se requiere para dar el consentimiento informado.

Ante este fenómeno bien establecido, la OMS recomienda que "la comunidad debe ser informada de los distintos métodos de atención al parto, de modo que cada mujer pueda elegir el tipo de parto que prefiera". Esto incluye la continuidad de la existencia de las parteras como integrantes de la red de atención perinatal que debe estar disponible para todas las mujeres, y con quienes las instituciones de salud deben colaborar y trabajar en paralelo.

Cambiar el esquema de atención del nacimiento implica todo un reto, pues el propio organismo internacional reconoce que "para que las recomendaciones sean viables, es necesaria una profunda transformación
de los servicios sanitarios junto a modificaciones en las actitudes del personal y la redistribución de los recursos humanos y materiales".

Para ello es necesario fomentar "una atención obstétrica crítica con la atención tecnológica al parto" y que
sea respetuosa de los aspectos emocionales, psicológicos y sociales del alumbramiento.


S U B I R

 

 

 

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