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El también crítico musical la escribió desde la química de las emociones

Gerardo Kleinburg convierte al éxtasis en personaje central de una novela

Es la única droga ilegal que ahora se utiliza con fines terapéuticos, no para paliar síntomas, sino para curar, dice a La Jornada

El libro fue publicado por la editorial Alfaguara

 
Periódico La Jornada
Viernes 14 de noviembre de 2014, p. 5

La química de las emociones es el centro de Éxtasis: una novela en siete cápsulas, volumen recién editado, en el que la sustancia sicoactiva es la protagonista y atraviesa siete relatos que desembocan en lugares que yo no tenía pensados y no compartía, dice su autor, Gerardo Kleinburg.

El libro publicado por Alfaguara se originó en un doble disparador literario y científico: “El primero es que a diferencia de otras sustancias legales o ilegales pero sicoactivas, el éxtasis no tiene literatura, no tiene una novela formal. Hay cuentos, novelas en las que se aborda de forma tangencial, pero no hay una novela circunscrita a ese tema”, explica el escritor a La Jornada.

La parte científica es que se trata de la única droga ilegal que en este momento se usa con propósito terapéutico, no de paliar síntomas sino de curar. Hoy el éxtasis (MDMA) se utiliza en Estados Unidos y por lo menos en otros tres países autorizados por sus gobiernos y universidades en protocolos de cura de estrés postraumático con resultados impresionantes.

Alteración de comportamientos

Gerardo Kleinburg (DF, 1964) destaca que le parece interesante “ver de qué manera esta sustancia agregada a mis personajes en situaciones cotidianas en la ciudad de México podía alterar el curso de su comportamiento y, por tanto, el de sus historias.

“Es una novela que intenta apartarse radicalmente de la literatura sicodélica, beat; que no habla de yonquis, de personas perdidas en el abuso de la sustancia, sino que interactúa esa noche con ella, como si fuera un personaje. Me gustaría que se viera en esta novela al éxtasis como el personaje central, no como una droga, del que se cuenta su historia, sus orígenes, sus características, para algunos positivas y para otros negativas”.

El también crítico musical, bioquímico y funcionario cultural menciona que entre los personajes figura una joven que es víctima de narcoviolencia y a quien “tratarán de llevar a una sesión clandestina de estrés postraumático con éxtasis, lo cual toca el tema de la prohibición, de lo correcto o incorrecto de usar esta sustancia, y es ella la que tal vez genera uno de los argumentos más fuertes en contra de las drogas: ha sido víctima y, por tanto, te podrás imaginar la postura que tiene”.

Esto va más lejos y habla de que el problema con la violencia vinculada a las drogas en nuestro país no tiene solamente que ver con las personas a las que habitualmente asociamos con eso, sino que todos somos responsables, que es nacional y no es tan fácil ver buenos y malos, responsables y no responsables, activos y pasivos.

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Me gustaría que se viera en esta novela al éxtasis como el personaje central, no como una droga, del que se cuenta su historia, sus orígenes, sus características, para algunos positivas y para otros negativas, explica Gerardo Kleinburg a La Jornada Foto José Antonio López

A propósito de su libro, Kleinburg dice: La literatura trata de hablar de la gente, de lo que le pasa. No creo en una literatura que plantea respuestas. Creo que hace preguntas. Ese sería uno de mis mayores deseos con la novela, que genere dudas y preguntas (...) Me parece que habla de personas comunes: de una madre y una hija que no se entienden; de dos amigos, un homosexual y un heterosexual, que demuestran que sí se puede tener una relación amistosa plena y que uno está muriendo y no sabe cómo despedirse del otro.

Además, es la historia de un chofer y una trabajadora doméstica que creen vivir un amor prohibido, que no es tal; de dos parejas de amigos que tratan de rexplorar y reinventar su sexualidad de una manera muy extraña y muy peligrosa; de un siquiatra que quiere probar si esta droga puede ser curativa para el estrés postraumático. Todo en una noche en la ciudad de México, del anochecer al amanecer. Con gente que podría estar en este edificio. Nadie especial ni extraordinario.

Sin tomar partido

Autor de un artículo previo sobre los especialistas Rick Doblin y George Ricaurte, promotor y detractor del MDMA, respectivamente, Kleinburg reconoce que algunos de sus rasgos están camuflados. Edén podría parecerse mucho a Doblin. Leonardo, el siquiatra escéptico supercientífico podría parecerse a Ricaurte. La polémica en ese artículo se reproduce en la novela.

Rechaza tomar partido. No tengo una opinión personal. Creo simplemente en este fenómeno, existe, y cada día y cada noche el consumo de ésta y de otra sustancia o de una u otra actividad cambia las emociones de las personas. Es una novela sobre la química de las emociones.

Entre los retos para escribir esta obra, reconoce Kleinburg, está “tratar de que el curso narrativo de la novela fuera el que definiera las situaciones y los desenlaces. Por eso me llevé tantas sorpresas en el camino. Yo tenía una serie de planteamientos que fueron cambiando y dando vueltas y vueltas de tuerca hasta llegar a lugares que no tenía pensados y no compartía.

“Además, tenía el reto de construir una novela de zappping, entendido como saltar de canal en canal.”

La intención de la novela es que corriera linealmente pero atomizada y entrelazada, es decir, hay siete líneas narrativas que fluyen durante la noche.

Otro fue tratar de narrar desde el cerebro. Soy bioquímico y me pareció fascinante tratar de entrar a la química de las emociones. Hay muchos momentos de la novela que están narrados desde el cerebro, desde las estructuras, los componentes y los químicos cerebrales, y hablando de ellos como personajes que interactúan.