Opinión
Ver día anteriorJueves 13 de noviembre de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

La captura del matrimonio Abarca

La versión oficial, verdad sospechosa

El montaje en Iztapalapa

D

urante algunas horas de este miércoles, el padre Alejandro Solalinde estuvo en la ciudad de México y se reunió con algunas personas inmiscuidas en la siembra o captura de los dos prófugos de Iguala, en la delegación Iztapalapa.

Un relato de los vecinos de aquella delegación dio forma a los dichos del cura, quien afirma que María de los Ángeles Pineda Villa y José Luis Abarca fueron asegurados, ojo, asegurados, por las policías federales en el estado de Veracruz y no en el Distrito Federal.

Para decirlo de otra forma: frente a la inmensa ola de indignación que suscitó el ataque a los jóvenes normalistas de Ayotzinapa y la desaparición de 43 de ellos, Abarca y Pineda estaban seguros de que su escapatoria era prácticamente imposible. Entregarse era la única salida lógica, y a la entrega sobrevino lo que se conoce como aseguramiento.

Los rumores de que Abarca y su esposa fueron detenidos en Veracruz la madrugada del jueves 23 de octubre circularon por medios locales que daban, incluso, el lugar de la detención. Se dijo entonces que la Gendarmería Nacional había logrado la captura de esos dos, que estaban hospedados en el hotel Galerías Plaza que se ubica en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río.

Poco más de una decena de días después se dijo que los Abarca habían sido capturados en Iztapalapa, pero los datos que comenta la gente y que refuerzan las afirmaciones de Alejandro Solalinde hablan de otra historia.

En Iztapalapa, la gente de la colonia Santa María Aztahuacán, concretamente los habitantes de la calle Cedro, advierten que la madrugada del 4 de noviembre, por ahí de la medianoche, cuatro o cinco patrullas federales llegaron sin sirenas, sin luces en las torretas y con sigilo se apostaron afuera del domicilio marxado con el número 50.

Pasaron poco más de dos horas, y aunque no se hizo escándalo, llegaron cuando menos una treintena de vehículos de las fuerzas policiales federales. Muchas horas después la gente se enteró de que en esa casa se hallaba escondido el matrimonio Abarca-Pineda.

Solalinde escuchó con paciencia y asombro la versión que coincidía en todo con la que le ofrecieron, aunque la suya parece mucho más contundente: “en la primeras patrullas iban los Abarca, quienes esperaron poco más de dos horas el arribo de la otra parte del operativo, que, se dijo, los había capturado, y los sacó de aquella parte del Distrito Federal.

Quien diga desde el gobierno federal que la captura se hizo como lo relató la voz oficial, no tiene ni de cerca la credibilidad de la que goza el cura. Los errores expuestos en la versión videograbada pusieron la duda sobre el primer relato, y ahora la gente piensa que cuando el delegado de Iztapalapa se indignó porque a la historia de la captura se quería añadir un relato que ubicaba a la demarcación como una cueva de ladrones, apenas tuvo razón.

De pasadita

¿Qué pasó con la reforma política del Distrito Federal, que obligaría a crear la constitución local y a otorgar a los habitantes de la capital derechos que aún no tienen? Hay quien dice que va, que está caminando, pero en el Senado nadie quiere saber de tal cosa. Como que la reforma tendrá que aguardar otros tiempos, quizás de mayor tranquilidad en el país o de mayor acuerdo entre las diferentes fuerzas político-partidistas, que deben legislar sobre ella. Por lo pronto, como dijimos, en el Senado, si se pregunta por ella los senadores responden: Allí está, dormidita se ve más bonita. Ni modo.