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El escritor y editor habla de su libro más reciente publicado por Era

Martín Solares disecciona los rasgos esenciales para dibujar una novela

Relata cómo se inicia y cómo finaliza y la velocidad a la que se mueve la prosa, entre otros

 
Periódico La Jornada
Sábado 4 de octubre de 2014, p. 6

Las novelas no nos dicen cómo vivir, pero algo saben acerca de la vida porque reflejan la manera en cómo está construido el mundo, y si una novela está aceptablemente construida también ellas parecen pensar, explica el escritor y editor Martín Solares, a propósito de su libro de ensayos Cómo dibujar una novela.

Las novelas piensan, dice el autor. Sólo que en lugar de argumentar y presentarnos una tesis, antítesis y síntesis, las novelas nos ofrecen escenarios, conflictos y personajes.

Martín Solares retoma esa idea de Thomas Pavel, quien la desarrolla en el volumen La pensée du roman. A partir de ello, desde hace años el autor de Los minutos negros se dio a la tarea de escribir una serie de notas en torno a los rasgos esenciales de ese género literario.

Publicado por Ediciones Era, el libro Cómo dibujar una novela reúne una serie de ensayos sobre diversos elementos que la integran: cómo comienza y cómo finaliza, la velocidad a la que se puede mover la prosa o el manejo del tiempo, la invención (o el descubrimiento) de los personajes, cómo se comportan dentro del mundo de la ficción los objetos que son inertes en la vida cotidiana y, sobre todo, la forma que adquiere una novela, la cual, explica Solares, puede ser representada en un dibujo.

A manera de conversación con el lector, Solares reflexiona sobre cada una de esas características, al tiempo que cita diversos autores y fragmentos de sus obras, los cuales toma como ejemplos para demostrar las distintas formas que puede tomar una novela.

“Para ‘dibujar’ una novela”, apunta en el ensayo que da título al volumen, hay que retratar las apariciones y desapariciones del narrador principal, la manera cómo se alternan los distintos puntos de vista, la relación que existe entre la historia principal y las historias secundarias, y sobre todo, la manera como el autor decidió disponer su material, posponiendo ciertos elementos, anticipando u ocultando parte de la información.

Rumbos simultáneos

La lectura de una novela, prosigue Martín Solares, crea diversos rumbos simultáneos que no necesariamente avanzan al mismo ritmo o en la misma dirección. La novela se ramifica o se trenza. Avanza a pasos o a saltos. Corre o se detiene. Regresa al punto de arranque o salta de vez en cuando hasta el final de la historia.

Para Solares, la diferencia entre un cuento y una novela, es la misma que hay entre un limón y una limonada. Los cuentos son formas redondas, con un color y un sabor muy intenso, mientras que la novela y la limonada están hecha con diversos elementos y sabores. Un cuento lo mismo vendría siendo la historia de cómo te sacaron una muela y una novela la historia de un viaje con un dentista.

Cuando uno se encuentra con una novela aburrida, sin tensión, en la que jamás pasa algo, ni con la historia ni personajes ni con la escritura... uno dibujaría una línea recta de izquierda a derecha, En cambio, si uno se encuentra con una novela bien construida, donde existen diversos cambios de tiempo y lugar, donde el personaje principal se ve obligado a avanzar y sortear una serie de obstáculos y dar muchos rodeos... uno ‘dibujaría’, no una línea recta, sino una figura como una montaña rusa o una o dos espirales, o una pirámide, explica Martín Solares.

Hace 15 años, el autor empezó a dibujar las novelas para entender cómo funcionaban. Durante ese tiempo le ha pedido a más de 100 escritores de diferentes nacionalidades, que le dibujen (sin levantar la pluma del papel) la forma de sus novelas. Después de la sorpresa inicial, comenta, acceden a dibujarla. El resultado, concluye, es que cada novela tiene una forma que no se repite nunca.