Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 7 de septiembre de 2014 Num: 1018

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Los alegres y sonrientes
Manuel Martínez Morales

José Juan Tablada: las palabras del cómplice
Teresa del Conde

Juventino anda
Sobre las olas

Leandro Arellano

La caída del Muro
de Berlín: el fin
de la dualidad

Xabier F. Coronado

Berlín 25 años después: sinfonía de una metrópoli
Esther Andradi

¿Hablar o no
hablar inglés?

Edith Villanueva Siles

Columnas:
Perfiles
Gustavo Ogarrio
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 
 

¿Hablar o no hablar inglés?

Edith Villanueva Siles

La reforma migratoria propuesta por Barack Obama sólo sirve para amenizar la víspera de una hipótesis; es un placebo para continuar engañando a los migrantes indocumentados. Dicha propuesta se anunció como si fuera el triunfo de un partido de futbol que los aficionados festejaron pasando su día de descanso frente al televisor para ver la repetición una y otra vez.

La realidad de los millones de personas que todos los días son explotados y viven en condiciones deplorables no ha cambiado. Uno de los requisitos para iniciar el proceso de legalización es que el migrante hable inglés. “¡Qué sencillo!”, exclamaría algún ingenuo que cree que en el momento de pisar territorio estadunidense se comenzará a asimilar el idioma y a usarlo. Lo primero que hay que conseguir es un lugar donde esconderse y dormir, luego convencer a un paisano para que lo ayude a encontrar trabajo, porque hay que mandar el abono al usurero que prestó el dinero para el coyote. Bajo estas circunstancias, no hay lugar para los gramemas y morfemas, tampoco para la fonética y la gramática.

El salario mínimo actual en Estados Unidos es de 7. 25 dólares por hora. Si multiplicamos esto por 8 horas diarias, por seis días a la semana y lo convertimos a pesos, nos da un salario de 12 mil 528 pesos mensuales. Sí, esa es la suma correcta para quienes tienen permiso de trabajar, aunque no tengan documentos. Sin embargo, para las personas que no tienen permiso, la paga será incluso de menos de 5 dólares la hora en jornadas de más de diez horas. Este salario no incluye siquiera la oportunidad de tener un diálogo cordial con el patrón. Así es como la gente se integra al grupo de trabajadores explotados que no reciben ningún servicio médico y tampoco cuentan con las prestaciones mínimas.

“Trabajar es lo único que hago; aquí no se viene a estudiar, lo más importante son los dólares que recibo cada semana”, me dijo un trabajador un tanto resentido por mi pregunta. Es verdad que aprender inglés es difícil y se vuelve aún más difícil cuando uno se mira al espejo y se da cuenta de que el idioma del güerito y el propio rostro no combinan. El inglés es un idioma sintético, mecánico, y la composición de sus oraciones es contraria al español con sus palabras rebuscadas, su filosofía y sentimiento.

Otro ingenuo recomendaría “inglés sin barreras” o “Rosetta Stone”, cursos que garantizan, por unos cientos de dólares, que se aprenderá el inglés sin ningún esfuerzo. Estas grabaciones son para idiotas, porque lo único que ofrecen es modelar el idioma con frases y situaciones que un migrante nunca vivirá. Después de escuchar la primera lección, uno sale a las calles dispuesto a practicar; sin embargo, nadie está interesado en ayudar, mucho menos en entender. Lo que sucederá es que no te mirarán con agrado, porque desde el momento en que ingresaste al país no eres bienvenido.

Las familias migrantes se han empeñado en que sus hijos hablen sólo inglés para disfrazar el acento; sin embargo, no es necesario pues los rasgos físicos los delatan. Estos niños monolingües se quedarán en un limbo, porque cuando terminen la preparatoria, si antes no se han convertido en ninis, hasta allí llegará su vida académica gratuita.

Para toda esta población no hay mercado que ofrezca un salario mayor a 12 dólares la hora. Aunque hablen inglés, se convertirán en la clase trabajadora, en donde por necesidad tendrán que usar el idioma que sus padres les negaron porque muchas compañías necesitan personal que hable español, dado que el mercado hispano está creciendo. De su boca saldrá un español deformado con adjetivos y sustantivos mal empleados, y con una arbitrariedad que se escucha hasta en los medios de comunicación.

Por más que coman hamburguesas, perros calientes, papas fritas y hablen inglés, todos estos millones de migrantes indocumentados nunca cambiarán su condición migratoria.