Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 7 de septiembre de 2014 Num: 1018

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Los alegres y sonrientes
Manuel Martínez Morales

José Juan Tablada: las palabras del cómplice
Teresa del Conde

Juventino anda
Sobre las olas

Leandro Arellano

La caída del Muro
de Berlín: el fin
de la dualidad

Xabier F. Coronado

Berlín 25 años después: sinfonía de una metrópoli
Esther Andradi

¿Hablar o no
hablar inglés?

Edith Villanueva Siles

Columnas:
Perfiles
Gustavo Ogarrio
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Cinexcusas
Luis Tovar


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La Jornada Semanal

 

Hugo Gutiérrez Vega

En la transición española


Cartel de propaganda franquista

Llegué a Madrid el 20 de noviembre de 1976, acompañado por los actores y actrices del grupo de La Casa del Lago. Nuestra visita teatral iba a cumplir la misión de “romper el hielo” e inaugurar una nueva y difícil etapa de las relaciones culturales entre la madre autoritaria y la hija desobediente (espadón Franco dixit). El vuelo de Iberia, conocido con el nombre de Alpargata Fligth llegó a tiempo, y de repente nos encontramos en medio de un maremágnum de camisas azules, entorchados, boinas rojas y banderas y banderines de todo tipo. Todos gritaban, especialmente los que llevaban la “camisa vieja” de las jons (Juventudes de Ofensiva Nacional Sindicalista, siniestro movimiento fundado por el belicoso Onésimo Redondo). Estuvimos a punto de tomar el vuelo de regreso a México (en el conocido como Rompope Fligth de Aeroméxico). El himno de falange y la fúnebre canción de los tradicionalistas se oían por todas partes y la actitud de los encamisados era violenta, en lo que se refiere a la gritería, y estaba llena de una beligerante nostalgia.

Sacamos nuestro baúl de vestuario y nuestras pertenencias, y un empleado de Iberia nos tranquilizó: “No se preocupen, estos nada más gritan.” Sin dejar de preocuparnos la emprendimos rumbo al Hotel Gran Vía, reservado para nosotros por una fundación socialista alemana. El viaje de ida y vuelta lo había pagado el PRI de Porfirio Muñoz Ledo; los viajes por España los haríamos en una autobús del que fue el Instituto de Cultura Hispánica y que ahora intentaba limpiarse las lagañas tradicionalistas con el nombre de Instituto de Cooperación Iberoamericana. Los hoteles y las comidas corrían a cargo de la fundación alemana y de los colegios mayores universitarios en los que presentaríamos la obra Sabaoth, la muerte en la literatura hispánica. Se trataba de un collage en el que figuraban textos de Calderón de la Barca, Sor Juana Inés de la Cruz, Quevedo, Gil Vicente, Valle-Inclán, Villaurrutia y Gorostiza. Formábamos el grupo los directores Nicolás Núñez y Eduardo Ruiz Saviñón y los actores y actrices Helena Guardia, Patricia Bernal, José Ángel García, Alejandro Camacho y este bazarista.

La Gran Vía estaba invadida de camisas azules y boinas rojas que gritaban el nombre del espadón asesino y varias consignas ligeramente trasnochadas. El viaje nos había cansado y muy pronto nos quedamos dormidos en nuestra mínimas habitaciones. Cuando despertamos había pasado ya el desahogo fascista y la Gran Vía había quedado llena de basura propagandística. Desayunamos como osos en primavera y dos simpáticos taxistas nos llevaron con todo y baúl al Colegio Mayor de Guadalupe, institución dirigida por Emiliano Moreno y muy solicitada por los mexicanos de derecha que iban a estudiar con becas de Cultura Hispánica, especialmente los “tecos” de la Universidad Autónoma de Guadalajara. Emiliano, ya más o menos puesto al día y ayudado por su inteligencia y buen olfato, nos abrió las puertas del Colegio, de su auditorio y de su comedor. Ahí ensayamos, montamos nuestra casi simbólica escenografía, y al día siguiente iniciamos nuestro periplo peninsular. La función del Guadalupe tuvo mucho éxito, el auditorio estaba lleno y nuestras actrices, guapísimas y ligeritas de ropa, hicieron su contribución al destape nacional. La prensa reseñó nuestro estreno con morigerado entusiasmo, pero algunos periodistas de nuevo cuño celebraron el experimento poético y teatral. Hicimos muchas amistades en el Colegio y algunos de los actores celebraron el triunfo con unos chubis de mariguana africana conseguidos por adelantados colegiales.

Seguiremos narrando esta gira y glosando algunos aspectos de la transición española.

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