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Economía Moral

El tiempo, la dimensión olvidada en los estudios de pobreza y bienestar

Título del nuevo libro, publicado por El Colegio de México, de Araceli Damián

A

unque Araceli Damián (profesora-investigadora del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales, CEDUA, de El Colegio de México) había venido publicando abundantemente sobre pobreza de tiempo desde los primeros años de este siglo, su nuevo libro (cuyo título abreviaré como El tiempo, la dimensión olvidada) representa un avance sustancial, pues sistematiza y va mucho más allá en diversos aspectos de lo que había hecho hasta ahora. Ya en 2002 había publicado, también en El Colegio de México, su libro Cargando el ajuste: los pobres y el mercado de trabajo en México que, aunque está centrado en la relación entre pobreza y mercado de trabajo, en el capítulo IV destaca la importancia de la pobreza de tiempo. Sintetizo la narración que de este capítulo hice en la entrega del 1/06/2002 de Economía Moral:

El Capítulo IV del libro es un análisis de la participación de la población en la actividad económica a lo largo de los periodos de estabilización y ajuste que analiza críticamente los argumentos de la corriente de las Estrategias Laborales de Sobrevivencia (ELS), que sostienen que, como reacción ante el deterioro de los ingresos de los hogares, éstos aumentaron su participación en la actividad económica, particularmente incorporando mujeres y menores. La autora pone en duda esta tesis a través de dos innovaciones analíticas. La primera consiste en una nueva manera de calcular las tasas de participación económica (TP), basada en las horas de trabajo semanal (y no el número de personas, como suele hacerse), construyendo una tasa de participación económica equivalente (TPE). Al calcular las TPE Damián demostró que la participación en la actividad económica aumenta con el auge y disminuye con la recesión, teniendo un comportamiento pro-cíclico y no anti-cíclico como postulaban las ELS (pp.192-197). La segunda innovación consistió en analizar la interacción entre la pobreza de tiempo y la pobreza de ingresos. La autora construye matrices de pobreza de ingresos y pobreza de tiempo, lo que le permite clasificar a los hogares en cuatro grupos: a) los pobres en ambas dimensiones; b) los pobres por ingresos y no pobres por tiempo; c) los no pobres por ingresos y pobres por tiempo; y d) los no pobres en ambas dimensiones. Si las estrategias de sobrevivencia funcionasen, ante la caída de los salarios reales, por ejemplo, los hogares trabajarían más, obtendrían mayores ingresos, empobreciéndose por tiempo pero manteniendo su nivel de ingresos. Por tanto, en las crisis debería aumentar el grupo de pobres por tiempo y no pobres por ingresos, y disminuir el de los pobres por ingresos y no pobres por tiempo, que cuentan con recursos humanos que podrían trabajar. Los datos que muestra la autora muestran un comportamiento inverso al anterior. Con ambas evidencias se genera la que es, quizás, la conclusión más importante del libro (p.236): la información presentada no sustenta la idea que un gran número de hogares cuyo ingreso se vio afectado por la crisis tuvo la posibilidad de reaccionar intensificando la carga de trabajo extradoméstico. Esto no quiere decir que no hayan intentado realizar trabajo adicional, sino que, si lo hicieron no necesariamente tuvieron éxito. Estos resultados se oponen a la idea que, sin importar cuáles sean las condiciones económicas, las personas pueden encontrar o crear sus propios empleos para contrarrestar las debacles económicas y las políticas neoliberales

En el capítulo VII de su nuevo libro, Damián retoma el tema. Después de presentar un análisis empírico exhaustivo desde los años 80 hasta el 2010 de las pobrezas de ingresos y de tiempo, concluye: “La tesis de que los hogares incrementan su oferta de trabajo en periodos de crisis implica en cierta medida que existe trabajo disponible para aquellos que deseen hacerlo, indistintamente de las condiciones económicas y de la demanda de trabajo, lo cual ha quedado totalmente refutado con los datos aquí presentados. Los hogares tienen capacidad de expandir su fuerza laboral (activa) únicamente en periodos de crecimiento económico” (p.280).

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Portada de Tiempo, la dimensión olvidada en la que destaca el cartón de Rocha

Entre ambos libros, la autora publicó muchos artículos y capítulos en los que fue enfrentando, y resolviendo muchos problemas emergentes, y comunicando sus nuevos hallazgos empíricos, metodológicos y conceptuales. El tiempo, la dimensión olvidada es un libro con una bien lograda integración, lo cual es muy poco común, entre la conceptualización abstracta, la discusión metodológica detallada y el análisis empírico. Así, podríamos dividir los ocho capítulos del libro de la siguiente manera: tres capítulos conceptuales (I, II y VIII); tres metodológicos (III, IV y V); y dos empíricos. En el bloque conceptual, el Capítulo I (El tiempo en el capitalismo), de carácter histórico, expone el proceso mediante el que el capital se fue apropiando del tiempo de vida y de trabajo de las personas. El Capítulo II discute los fundamentos para que el tiempo de ocio sea el espacio del florecimiento humano. El Capítulo VIII, con el cual termina el libro, retoma reflexiones filosóficas de autores como Bertrand Russell, Josef Pieper y Sebastian De Grazia sobre las repercusiones que tiene la imposibilidad de dedicar parte del tiempo cotidiano al ocio, considerado como base de la cultura, y se presentan propuestas de política social para liberar tiempo de trabajo obligado en los hogares y asegurar un mayor tiempo para el ocio y, por tanto, para la consecución del florecimiento humano.

El bloque metodológico es el más largo, sobre todo al incluir en él los dos anexos, uno sobre el Índice de Exceso de Tiempo de Trabajo (ETT) que la autora ha utilizado, evaluado y mejorado, y que forma parte del Método de Medición Integrada de la Pobreza (MMIP) que desarrollé en 1991-1992 y que tanto la autora como yo hemos venido aplicando para medir la pobreza en México. El otro anexo se refiere a varios aspectos de las encuestas de uso del tiempo que se vienen aplicando en México y que la autora evalúa críticamente en el Capítulo V. En el capítulo IV presenta, discute, evalúa y mejora el ETT. La autora también presenta una metodología para identificar la pobreza de tiempo a nivel individual, lo que supera las limitaciones del ETT a nivel del hogar. Antes, en el Capítulo III, Damián describe y analiza críticamente otros métodos aplicados a escala mundial para medir la pobreza de tiempo. En ese panorama destaca Clair Vickery ya que muchos de los otros autores hicieron pequeñas variaciones sobre su metodología que es bidimensional y que se propone mejorar la medición de pobreza de ingresos al complementarla con la de tiempo. Araceli Damián encuentra que si bien los métodos bidimensionales avanzan en la incorporación del tiempo para determinar el nivel de bienestar de los hogares, reproducen la visión minimalista de las necesidades que caracteriza a los economistas de la corriente principal. Añade: Es sorprendente que todavía se pueda asumir que gozar un minuto de tiempo libre hace a las personas no pobres de tiempo (Burchardt), o bien que el tiempo libre es una necesidad con temporalidad muy reducida (10 horas a la semana, como Vickery) (p. 137). En el Capítulo VI (del bloque empírico) se presenta la evolución de la pobreza de tiempo en México (bianualmente) desde 1994 hasta 2010 y las características sociodemográficas de los pobres de tiempo.

El tiempo, la pobreza olvidada se presentará el martes 26 de agosto (salón 5524 de El Colegio de México, Camino al Ajusco 20). Los comentaristas serán Luis Arizmendi, Edith Pacheco y Pablo Yanes. Entrada libre. Habrá vino de honor.

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