Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 20 de julio de 2014 Num: 1011

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Crítica y arte
de la inventiva

Adriana Cortés Koloffon
entrevista con Julio Ortega

Un negro 18 de julio
Rodolfo Alonso

Las lágrimas del
exilio español

Yolanda Rinaldi

Filosofía y psicoanálisis
Germán Iván Martínez

Crónica de un
posible regreso

Juan Manuel Roca

Filosofía, política y
poder: los Cuadernos
negros
, de Heidegger

Ángel Xolocotzi

Aeropuertos
para mariposas

Ricardo Bada

Nacimiento
Nikos Fokás

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
De Paso
Ricardo Yáñez
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


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La Jornada Semanal

 

Jorge Moch
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Twitter: @JorgeMoch

Televisión de paga o la trampa del embudo

Los televidentes –televeedores– somos víctimas propicias en la trampa de la televisión restringida. Hace años que soy usuario de televisión de paga porque por medio de la tarifa, carísima, sí, pude escapar del alud de intragable porquería que Televisa y TV Azteca meten a diario en nuestras casas. Las emisoras mexicanas del duopolio hicieron de la televisión, con su modelo perverso de programación cortesano con el poder político que lo concesiona pero erosivo de la inteligencia colectiva de todo un país, enemigo de la decencia (y no me refiero a que todo lo erotiza, sino a que todo tuguriza, porque omite lo valioso pero enaltece y glorifica la vulgaridad o la simple estupidez), de la cultura y, como señala el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince en su prodigioso Traiciones de la memoria (Alfaguara, 2009, Bogotá), del lenguaje: “¡Leontina! La palabra que estaba buscando es leontina. La buscaba porque es una de esas palabras que me fascinan por exactas, pero que siempre se me olvidan porque las uso poco. Palabras como pabilo, conticinio, badajo, palabras de gran sonoridad y precisión, pero que siempre tengo que hacer un esfuerzo mental para poder recordarlas, porque los idiomas se vuelven cada vez más un instrumento rápido, de lenguaje televisivo, elemental, útil, pragmático, en el que los nombres de todas las cosas son reemplazados por la palabra cosa, y casi nadie se toma el trabajo de usar la palabra exacta para decir la cosa exacta, pues puede señalar y decir cosa o hacer el dibujito o mostrar la cosa en la pantalla.”

No hace mucho se creía –junto con la peregrina idea de que la de paga era televisión para ricos– que uno pagaba para no ver anuncios ni telenovelas ni noticieros mentirosos ni el berrido del gol. Por eso se tenían a mano montones de canales y, además, originados en más variados rincones que Chapultepec 18, el Ajusco o de hecho más opciones internacionales que solamente lo producido en Estados Unidos. Por mucho tiempo creí que valía la pena pagar el paquete más completo –y sí, también el más caro, así son las adicciones– para disfrutar canales como la BBC inglesa, el francés Tele 5, el catálogo etnográfico de TV Galicia o, hasta sin comprender ni jota, la japonesa NHK o la alemana Deutsche Welle. Claro, ahí estaban las series gringas, las de humor, como Seinfeld, o ese fenómeno casi cinematográfico de las series de HBO, desde Oz o The Sopranos hasta las hoy vigentes Game of Thrones o The Leftovers. Allí la coproducción mexicana de Capadocia o las brasileñas como Hijos del Carnaval o Psi.

Pero entonces, se inundó todo de anuncios. De doblajes mal hechos. De pésimas traducciones. De producciones locales imbricadas con la señal original y por tanto de parches en los que la vulgaridad, el humor ramplón a lo Televisa –las preconcepciones machistas, la homofobia, el clasismo– se cuelan como manchas de humedad.

Hay oasis de programación pero desde luego, puesto que no pintan como éxito comercial, no migran al formato de alta definición (HD, por sus siglas en inglés), como los canales I-Sat o Europa-Europa, que ofrecen excelentes películas del mundo por amor al cine. Allí he podido ver estupendos filmes italianos, suizos, colombianos, mexicanos, eslovenos…

La televisión de paga es el vellocino de la guerra entre consorcios que enfrenta al corrupto gobierno mexicano (viene a cuento lo de corrupto precisamente porque en la legislación en la materia recién prevaleció el cabildeo empresarial por encima del interés público) y a magnates de los medios. Como dice Francisco Muciño en su columna de la revista Forbes (“TV de paga, el ‘plato fuerte’ de la reforma”, Forbes México, 11 de mayo 2013): “…la realidad, comprar y realizar contenidos para un canal de televisión abierta es la parte ‘menos atractiva’ para quienes se interesen por las licitaciones. Quitarle una parte del mercado a Televisa, que conoce a sus audiencias y tiene una oferta de contenidos ya probada, llevaría años, de acuerdo con especialistas. La televisión no es lo que importa, sino el valor de las frecuencias y lo que se puede hacer con ellas. Entrando al segmento de televisión, las empresas de Carlos Slim por fin podrían ofrecer los servicios de ‘triple’ o ‘cuádruple’ play (telefonía fija, móvil, TV de paga e internet)… ”. Siendo tan bueno el negocio, ya la están echando a perder en contenidos y atascándola de anuncios para convertirla, quizá, en absurda versión cara… de televisión abierta. Y ya ni el control remoto sirve para salir del embudo.