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El espacio cultural toma la relfexión del entorno como línea de trabajo de su nueva gestión

Alimento y ocio, conceptos que abren un debate artístico en Casa del Lago

Las exposiciones Nocivos festines... y Diógenes y los perros... proponen una reflexión sobre temas sociales contemporáneos, como la crisis alimentaria y el manejo del tiempo libre

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Una obra de la muestra Diógenes y los perros: un ensayo sobre el ocio, la cual ha causado sorpresa y polémica, ya que los artistas improvisan con su técnicaFoto María Meléndrez Parada
 
Periódico La Jornada
Domingo 6 de julio de 2014, p. 9

El entorno a debate, una de las cuatro líneas de trabajo de la actual gestión de la Casa del Lago, en esta ocasión comprende las exposiciones colectivas Nocivos festines: procesos alimenticios en la sociedad contemporánea y Diógenes y los perros: un ensayo sobre el ocio.

Las otras tres tipologías que definen la elección de las muestras, así como las actividades del recinto, según su directora Julieta Giménez Cacho, son Organismos autogestionados, Promoción artística e Introspección, mirando hacia adentro que, a su vez, se conectan con el medio ambiente en su más amplio sentido.

Nocivos festines... parte de la premisa de que estamos en un momento de crisis alimentaria, no por falta de alimento, sino porque hay toda una estructura que nos lleva a consumir básicamente basura, con sus consecuencias en términos de salud, laborales y sociales, expresa su curadora Josefa Ortega. Reúne pintura, dibujo, instalación, video y piezas procesales de 13 artistas mexicanos, como Mauricio Limón, Ale de la Puente, Damián Ontiveros y Alejandra Saldaña.

Para Ortega, el tema es una preocupación cada vez más constante dentro del mundo del arte. A escala internacional hay, por ejemplo, residencias que se refieren a las políticas de la alimentación como la que ya lleva dos ediciones en Londres y es dirigida a curadores y artistas. Aunque el tema es poco explorado en la escena mexicana.

Selección crítica de la obra

También hay mucha sinergia que se traduce, por ejemplo, en colaboraciones entre chefs y artistas que rompen con “esta dinámica de la producción del alimento corporativo y retoma el concepto de slow food (comida lenta), que recupera los métodos tradicionales, los ingredientes orgánicos y locales”. Claro, todo esto tiene implicaciones que van mucho más allá del alimento, ya que tienen que ver con cuestiones económicas y sociales.

Para Ortega, se trata de un tema difícil, porque puede caer en lo literal: Aquí la selección de las piezas era también a partir de una perspectiva crítica, la mayoría de las veces. El video de Mauricio Limón, que versa sobre una familia de productores de algodón de azúcar en Atlixco, les permitió introducir, precisamente, este estimulante legalizado, presente en muchos de los productos, que nos incitan a consumirlo.

Diógenes y los perros... es la parte final de una trilogía que primero incluyó La empresa soy yo. Trabajo y subjetividad y Suprema felicidad. Esta exposición colectiva, en el sentido estricto de la palabra, ya que no hay obras de autoría individual, no es simplemente una postura conceptual. Decidimos interconectar las nociones contemporáneas del tiempo libre y esparcimiento con los preceptos básicos de Diógenes de Sínope, filósofo griego involucrado en las primeras reflexiones sobre el ocio como tiempo liberado, el verdadero tiempo de la contemplación y la creación, explica Víctor Palacios, curador en jefe de la Casa del Lago.

En esta exposición, carente de curaduría y museografía, que ofrece una escena más bien de taller, se trabajó exclusivamente con el barro, que tapiza la sala, por ser la sustancia más característica de la capacidad del hombre por modificar alguna materia desde tiempos ancestrales, acota Palacios. Otra premisa consistió en pasar mucho tiempo ensayando formas, texturas y posibilidades funcionales. En fin, quisimos remitirnos a esta parte tan rica del barro como materia prima y tratar de que la exposición en sí misma fuera un ejercicio ocioso, que no llevaba a nada en particular, sino al hecho mismo de manipular, jugar y trabajar.

Reacción del visitante

La reacción del público no tardó en hacerse presente. Ha causado polémica y sorpresa a la vez. Mientras a los 12 participantes los han felicitado por arriesgarse, también ha habido críticas.

“Para muchas personas el resultado es caótico y complejo. No ven ningún sentido en que artistas que no manejan el barro comúnmente de pronto lo hagan. Lo ven a veces casi como una especie de burla hacia las personas que trabajan el barro de manera seria y profesional. No quisimos hacer eso, sino simplemente tratar el barro de otra manera.

Dentro del equipo hay ceramistas profesionales, como Javier del Cueto y Adán Paredes, y otros que son pintores como Fernando García Correa, o que manejan una veta más conceptual, como María Sosa o Noé Martínez, señala Palacios.

La Casa del Lago se encuentra en la primera sección del Bosque de Chapultepec.