jornada
letraese

Número 216
Jueves 3 de Julio
de 2014


Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate


Construir el futuro común

En el año 2000, los países integrantes de la ONU se propusieron cumplir ocho grandes metas para conseguir el desarrollo global. Fijaron como plazo el 2015 y plantearon que después de esa fecha debería continuarse con una agenda común para que en todo el planeta se hagan realidad los principios de justicia, igualdad y derechos humanos. Gracias a las nuevas tecnologías de la información y comunicación, la conversación es la más global que se haya tenido en la historia de la humanidad, y la sociedad civil –organizada y no– aprovecha la oportunidad para impulsar temas como la equidad de género en la discusión.

Rocío Sánchez

Un millón de personas representa sólo el 0.01 por ciento de la población mundial. Podría parecer poco, sin embargo, organizar una discusión que incluya esa cantidad de gente puede ser una tarea gigantesca. Esta empresa ha sido necesaria para continuar un diálogo que quedó pendiente en el año 2000: cuál debe ser la agenda de desarrollo para el mundo.

En el contexto del cambio de siglo se celebró en la Organización de las Naciones Unidas una reunión donde 189 países firmaron la Declaración del Milenio, y se comprometieron a lograr los planteamientos ahí trazados a través de ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).

Estas metas, pensadas para ser cumplidas en 2015, se enunciaron de tal manera que cada una contó con varios indicadores para medir su consecución. Así, las naciones se comprometieron a erradicar la pobreza extrema y el hambre, lograr la enseñanza primaria universal, promover la igualdad entre los géneros, reducir la mortalidad en niños menores de cinco años, mejorar la salud materna, combatir el VIH/sida y otras enfermedades, garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y fomentar una alianza mundial para el desarrollo.

El plazo está por vencer y desde 2012 se comenzó a discutir la nueva agenda de desarrollo, cuestionando algunas de las característica de los ODM y proponiendo nuevos temas y perspectivas. Sobre todo, enfatizando algo que la ONU no quiere dejar pasar: que los derechos humanos sean el marco de todos y cada uno de los esfuerzos globales futuros.

Decisiones verticales

Si bien los ODM sembraron optimismo en el momento de ser proclamados, también generaron algunas críticas. Una de ellas fue el mecanismo por el que se crearon. “La forma de desarrollarlos fue a puerta cerrada, fueron construidos unilateralmente (por los gobiernos) y todos tuvieron que aceptarlos tal cual venían”, dice a Letra S Oriana López, subdirectora de la organización civil Balance.

“Se generó mucho entusiasmo con la idea de que todos íbamos a estar de acuerdo para que el mundo se desarrollara, pero es muy difícil hacer un promedio general de cuáles son las necesidades en todo el planeta”, comenta. El mismo Grupo de Desarrollo de las Naciones Unidas, en su documento Inicia la conversación global (2013), reconoce que los ODM omitieron temas como gobernabilidad, paz y seguridad, igualdad y cambio demográfico, y minimizaron el tema de la sostenibilidad ambiental, además de que “estas metas globales no eran apropiadas para todos y cada uno de los países, ya que se éstos se encontraban en puntos de partida diferentes”.

Con miras al futuro, esto debe cambiar igual que la población mundial está cambiando. Por ejemplo, en el año 2000, la población vivía principalmente en zonas rurales, pero se proyecta que en 2050, dos tercios de los habitantes del planeta vivirán en ciudades. Por ello, la llamada Agenda Post 2015 deberá considerar desarrollar ambientes urbanos sostenibles.

Otra fuerte crítica a los Objetivos del Milenio es la forma en que fijaron sus indicadores. Por ejemplo, reducir a la mitad la cantidad de personas que viven en pobreza extrema. Esto porque la meta puede cumplirse y, al mismo tiempo, dejar fuera del progreso a las personas más pobres y vulnerables. La opción, según las numerosas consultas que se han ido realizando al respecto en todo el mundo, es enunciar las metas en el sentido de “reducir a cero” o “en un 100 por ciento”.

Discusión global
Para subsanar las posibles carencias en el diseño de los ODM, la agenda de desarrollo posterior a 2015 se ha ido construyendo a través de un proceso “ascendente y participativo”, de acuerdo con la ONU. Se han realizado 88 consultas nacionales asesoradas por el organismo internacional, además de 11 consultas temáticas sobre salud, educación, desigualdades, agua, dinámicas de población y gobernanza, entre otros tópicos. Según la institución, en la realización de estas consultas “se puso empeño especial en llegar a los más pobres y marginados y a otros cuyas voces no suelen ser oídas”.

A la par, se habilitaron dos sitios web para recabar las opiniones de cualquier persona que quisiera expresar sus principales preocupaciones sobre desarrollo. Uno fue Worldwewant.org (“El mundo que queremos”), donde podía aportarse a la discusión de las consultas temáticas –que ya concluyeron– y el otro fue la encuesta global MI Mundo (MYWorld2015.org), que hasta el último día de junio había recabado 2 millones 300 mil participaciones. Todos estos espacios reunieron opiniones de personas de 194 países.

Según los reportes, las y los participantes en esta discusión global consideran que la llamada Agenda Post 2015 debe ser balanceada y holística para tener éxito. Aunque los temas plasmados en los ODM siguen siendo pilares para el desarrollo humano, se ha observado que no se pueden conseguir de manera aislada, sino que es necesario que haya sinergia entre todos ellos.

La presencia de las mujeres
Según los resultados preliminares de las consultas, las prioridades de las personas que participaron en la encuesta MI Mundo eran muy similares. Una buena educación, un gobierno honesto y mejor atención de salud aparecieron siempre entre las tres primeras prioridades de más de 70 mil personas que opinaron en los primeros meses de la encuesta. Pero en particular, la igualdad entre hombres y mujeres es un objetivo que sí evidencia diferencias entre géneros, apareciendo como una prioridad mayor para las mujeres que para los hombres.

La organización Balance está participando en la discusión a través de la red feminista internacional Resurj. “Estamos negociando directamente con uno de los Grupos Abiertos de Trabajo sobre cuáles deberían ser las próximas metas y poder incidir en los temas de salud y de igualdad de género”, comenta Oriana López. Con este trabajo buscan establecer metas específicas que garanticen el acceso universal a servicios integrales de salud sexual y reproductiva incluida la salud materna, anticonceptivos, prevención y tratamiento del VIH, aborto seguro y que los servicios estén libres de discriminación y violencia.
Es decir, un enfoque holístico debe contemplar no sólo la cantidad de mujeres que acceden a un servicio de salud reproductiva, sino también en qué condiciones son atendidas, qué resultado obtienen y qué calidad tiene dicho servicio.

La equidad de género es un elemento que atraviesa y que debe estar presente en varios (quizá en todos) de los objetivos de desarrollo, pero para la activista “también necesitamos una meta para conseguir la equidad de género, porque necesitamos que cuando esos acuerdos lleguen a México, el órgano rector de las políticas de género, el Instituto Nacional de las Mujeres, pueda dar un seguimiento específico y que además no se quede aislado del resto de los objetivos”.

López Uribe observa que posicionar temas referentes a las mujeres no es fácil, “significa pedirle a los gobiernos que se comprometan a retos grandes, a desafíos que necesitan atacarse”. Pero también es un elemento que no puede dejarse de lado. De acuerdo con los reportes de las Naciones Unidas, “la igualdad de género es vista como una precondición para algunas agendas”, desde la reducción de la inseguridad alimentaria hasta la presencia de fuentes de energía en los hogares.

Replantear la lucha contra el VIH
El ODM 6 planteó detener y comenzar a revertir la pandemia de VIH/sida en 2015. Según datos de la ONU, el crecimiento de las epidemias “parece haberse estabilizado en la mayoría de las regiones”, pero el retroceso de las cifras aún está lejano.

Omar Galarraga, profesor de la Universidad de Brown, Estados Unidos, lo relaciona con el idealismo que se plasmó en esta meta. “Por un lado tienes que saber qué quieres lograr a largo plazo y puede ser un deseo, una meta aspiracional, pero a la vez hay que ser realistas”.

En entrevista con este suplemento, el profesor asistente de la Escuela de Salud Pública de la mencionada universidad señala que la meta no balanceó esos dos elementos a considerar, “fue más bien aspiracional, una meta muy idealista”. Sin embargo, la gran ventaja es que hoy se sabe mucho más sobre el VIH que hace cinco años, “ya no digamos, que hace 15”, si bien detener la epidemia sigue siendo el objetivo a cumplir, igual que en el año 2000. “Pero quizá ahora tenemos las herramientas para hacerlo, lo que en ese entonces no teníamos”, comenta.

Los retos ahora, dice, son políticos, pues desde 2000 se sabía que se podía llegar a cero transmisiones perinatales de VIH, pero no ha sido posible alcanzar esta cifra. Hay numerosos factores que interfieren en la aplicación de la teoría. Por esto, para el investigador de origen ecuatoriano es necesario que las intervenciones para frenar la pandemia sean integrales, tanto en cuanto al tratamiento como en cuanto a la prevención. “Y enfocarse en poblaciones clave, ya que ahí es donde realmente están los números más grandes de los nuevos casos y de los casos que se pueden prevenir”.

El tema del VIH, considera Galarraga, sigue siendo una prioridad, pero la crisis económica de 2008 afectó de manera importante los recursos destinados a su combate. “Se necesita más dinero pero también más efectividad de los recursos que se invierten”, sostiene, y para optimizar los resultados sugiere hacer pequeños programas piloto en diferentes naciones, contextos y poblaciones, para probar desde la práctica lo que funciona mejor para un país o para un grupo determinado.

Reto colectivo
Los diversos actores que han opinado sobre la nueva agenda coinciden en que las personas (sus derechos, aspiraciones y oportunidades) deben ser puestas en el centro del desarrollo. Según recoge la ONU, las personas más pobres no fueron las beneficiarias principales del cambio generado con los ODM por lo que la desigualdad ha surgido como una preocupación constante en todas las discusiones.

En esta ocasión, la sociedad civil no está dispuesta a ser sólo espectadora. De acuerdo con el documento Un millón de voces: el mundo que queremos, “la gente quiere continuar opinando” y para ello pretende aprovechar al máximo las tecnologías de la comunicación e información. En suma, la gente quiere seguir interviniendo para materializar la agenda tanto como lo hicieron durante las consultas.


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