Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 29 de junio de 2014 Num: 1008

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

La seriedad del
cronopio Cortázar

Vilma Fuentes

Chico Buarque entre
El arco y la lira

Jorge Luis Casar

La sociedad del futbol
Josetxo Zaldua

Futbol antídoto
Paula Mónaco Felipe
entrevista con Juan Villoro

Futbol: todos los
juegos el juego

Antonio Valle

El gol, nuevo paraíso
Honorio Robledo

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Orlando Ortiz

¿Cuándo fue escrito?

¿Fue primero la Flor nueva de romances viejos o “vino nuevo en viejos odres”? El primero es el título de una obra de Menéndez Pidal, pero del otro no estoy seguro de si es un título o simplemente una expresión que leí no recuerdo dónde, tal vez en alguna página de don Alfonso Reyes. Don Ramón asegura en el proemio de su obra que los romances, antaño, se producían tanto en las cortes como en las aldeas y las plazas, e igual manaban de la pluma de los grandes vates, como Lope de Vega; pero la tradición de los romances fue decayendo y –por decir algo correspondiente a nuestros días y realidad– ha quedado en el ámbito de los narcocorridos. Desde luego, esto lo digo yo, no Menéndez Pidal, porque él escribe que la tradición ya “sólo vive entre los rústicos”. La otra frase es, obviamente, una manera de decir que se trata de poemas nuevos vertidos en viejas formas poéticas. Lo curioso es que ambas frases vinieron a mi memoria cuando estaba examinando algo muy alejado de las cuestiones literarias y retóricas.

Ahora, imaginen ustedes que están leyendo sobre los males que padece nuestro país y se encuentran la siguiente línea: “La prostitución de la llamada administración de justicia.” Si se ilustrara con algunos de los tantos casos de “administración de justicia” de nuestros días, bien de políticos, o asesinos, o secuestradores y fauna por el estilo, su sentido sería cabal. Sin embargo, la cita corresponde a un texto de Melchor Ocampo (1814-1861).

Ocampo escribió esto como parte de algo que es más un apunte que un escrito estructurado y desarrollado a conciencia. Narciso Bassols Batalla considera que tales notas fueron redactadas en momentos diferentes, una parte en 1851, aproximadamente, y otra en 1854. En tales apuntes, don Melchor escribió que los males de nuestro país podían ubicarse en dos grupos. En uno de ellos se localizaban los de carácter cívico, y en el otro los que correspondían a las deficiencias en la estructura económica y social. ¿Cuáles eran los del primer grupo? Menciona varios, entre ellos la indiferencia general hacia la cosa pública, el abuso de esto que hacen los responsables de la cosa pública, la debilidad o impotencia frente a tales abusos, y la falta de instrucción, es decir, las carencias o deficiencias en la educación. Es lamentable que no haya desarrollado a fondo estos problemas, que si afinamos la mirada se descubre que están muy ligados y han llegado a nuestros días. Algunos en menor grado, pero están ahí.

En el renglón de los problemas en las estructuras económica y social, es natural que, como respuesta a su momento histórico, coloque en sitio importante los referentes al enriquecimiento de la Iglesia y la prepotencia de ésta (lo que originó, en gran medida la Guerra de Tres Años). También señala la corrupción y la falta de previsión en el gasto público, en la recaudación de impuestos y en el pago de la deuda. Y desde luego, el ya anotado más arriba: la prostitución de la llamada administración de justicia.

Como puede verse, esos males han hecho huesos viejos en México. La apatía hacia la cosa pública persiste, lo cual no significa que seamos incapaces de “criticar” y hacer chistes sobre los gobernantes, y lo que es peor, “votar” por ellos para que lleguen al poder; de ahí que tales bichos medren a costillas del pueblo. Como carecemos de una cultura necesaria para el caso, no protestamos ni luchamos para que las cosas cambien, fundamentalmente en la educación, que se ve asechada por todos lados: intereses de la clase gobernante, de instancias gubernamentales y sindicales. Cambiar la educación sería comenzar a preocuparnos por hacer a un lado la indiferencia hacia el comportamiento y quehacer de los gobiernos, y enfrentaríamos la prepotencia y el abuso de los gobernantes.

En cuanto a los aspectos estructurales de la economía y la sociedad, resulta obvio que el papel de la Iglesia lo ha sustituido el capitalismo salvaje (banqueros, empresarios, especuladores, mercaderes voraces, alta burguesía, trasnacionales y fauna similar); en cuanto a la corrupción en todos los niveles administrativos, no creo que haya cambiado mucho, y los aspectos recaudatorios, creo que de la incapacidad ha pasado a pecar de omisa (con los grandes capitalistas) y a hacerse de la vista gorda con los evasores, para cargarles la mano a los causantes cautivos.

Y mucho de lo anterior, creo, se debe a la “prostitución de la llamada administración de justicia”, que no usa el mismo rasero para calificar los delitos en cuanto a lo que son, y aplica el de a cada quien según su condición, poder o riqueza. Pero sólo han pasado 150 años.