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La escritora recibió la medalla Salvador Toscano al Mérito Cinematográfico

Guionistas, los grandes olvidados del cine: Alicia Garciadiego

Gran parte de los especialistas y el público omiten que las historias proyectadas en la pantalla fueron imaginadas por alguien

La grandeza del oficio radica en su fugacidad, afirma

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En la Cineteca Nacional, la escritora que hace guiones al recibir la distinciónFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Sábado 28 de junio de 2014, p. a13

Una niña de nombre Paz Alicia, oriunda de la colonia Juárez de la ciudad de México, tuvo la fortuna de vivir cerca de un cine: el Parisiana, del cual sólo los más viejos recordarán su existencia.

A esta sala la llevaban su abuela, su papá, su tío, y sobre todo la gitana Ernestina, quien trabajaba en la casa de la primera. La mujer, de aspecto rudo, era novia del cácaro, con quien se entregaba a los fragores del amor en la cabina de proyección, cuenta la propia Paz Alicia, quien reconoce que debe su gusto por las películas a la colonia donde vivió sus primeros años y a la sala de cine mencionada.

Fue ahí donde “aprendió a leer subtítulos… a leer cine”.

Paz Alicia Garciadiego, escritora que hace guiones, fue galardonada la noche del jueves con la medalla Salvador Toscano al Mérito Cinematográfico, que se entrega a hombres y mujeres que con arte y técnica han contribuido al quehacer fílmico nacional. La otorgan la fundación Carmen Toscano, la Cineteca Nacional y la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas.

A Paz Alicia la persigue un aura ecléctica que la hace única en su oficio.

Es la cómplice de vida y arte del cineasta Arturo Ripstein, con quien forma un binomio referencial del cine latinoamericano actual, creador de historias que abofetean al público con su cruda realidad y sus universos oscuros y peligrosos.

La creaciones de Paz, inspiradas muchas de ellas en lo literario, han dejado huella por su realismo, detonante de una sórdida magia.

Es una creadora de universos

Ya el historiador Jean Meyer calificó la labor de la escritora de única, y a ella de quien a lo largo de 30 años ha forjado de manera continua un verdadero universo estético y sicológico, de una incontestable originalidad.

Paz Alicia, autora de guiones de cintas como El imperio de la fortuna, Principio y fin, La reina de la noche, Profundo carmesí, El evangelio de las maravillas, La virgen de la lujuria y Carnaval de Sodoma, entre otros, recibió el reconocimiento con azoro porque, dijo antes de obtener el premio, proviene de ese gremio (el de los guionistas) acostumbrado a las sombras, que pocas veces da la cara, que siempre aguarda agazapado tras el director, los actores y el productor.

En su discurso, aseveró que “los guionistas somos probablemente los grandes olvidados del cine. Paradójicamente nuestro trabajo no es relegado: de qué se tratan las películas sigue siendo de máxima prioridad. Sin embargo, lo que se olvida es que estas historias son imaginadas, escritas, plasmadas por alguien: el guionista.

El olvido no es casual. Parte de la idea que se tiene del cine, tanto del grueso del público como de gran parte de los especialistas del séptimo arte, es que este es un oficio de lentes, cámaras y miradas. Que no es el espacio de la palabra, más aun, de la palabra escrita. Equiparan equivocadamente el guión con los diálogos de la película.

Quizás esta falta de reconocimiento, apuntó Garciadiego –cuyos trabajos han sido reconocidos internacionalmente–, llegó a distanciar a muchos de los guionistas con su obra. Quizá, también, al ser muchos directores sus propios guionistas se opacó el trabajo del guión en favor del de la dirección. Tal vez el desparpajo con que muchos productores tendían y tienden a remplazar a un guionista por otro, como si el trabajo de estos fuera como una talacha mecánica, provocó el descrédito.

Por todo ello, son pocos los guionistas que levantan la cabeza de la ciénaga de desvalorización. Algunos prefieren definirse o imaginarse como dignos novelistas que ganan indignamente vendiendo guiones a cambio de sucias monedas, o verse como futuros directores mandamases dentro del set y fulgurantes en la alfombra roja. Pocos quieren ser guionistas y punto. Yo soy una de esas. Y quiero serlo porque creo que el cine es arte, y por ello la escritura del guión no puede ser un oficio mercenario y oscuro.

Agrega: Los que escribimos cine podemos, queremos y debemos aspirar al arte con mayúsculas, porque en la creación está el enamoramiento del autor por su obra, con un amor absorbente y peligroso.

Quienes escriben cine –asegura Paz Alicia– saben que el guión vive fugaz, que aceptar esa fugacidad duele, pero que ahí está su grandeza: en lo efímero de su existencia.

Ella acepta la paradoja de que la historia en papel tiene que morir para que la puesta en escena exista y llegue a la pantalla; empero, me gusta. Soy masoquista; sin embargo, sabe que la profesión la eligió: es lo único que sé hacer. Es mi trabajo; me encanta; es un lujo, mi lujo. La suerte es que un director con talento la haga una buena cinta, porque ni el mejor de los guiones puede sobrevivir a un director inepto”.

El homenaje a Paz Alicia Garciadiego incluye un ciclo de 16 capítulos que se proyectarán a partir del primero de julio.