Opinión
Ver día anteriorDomingo 22 de junio de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Melón

Felicitaciones

M

uy buena investigación del señor Sergio Santana. El tango, samba, bossa nova, nueva canción, balada, merengue, rock, cumbia y vallenato, me hicieron viajar sin salir de mi casa y enterarme de cosas que me interesaba saber. Pero, recordando a Jesse Guarapo, compositor y cantante mexicano, sincero como he nacido, sin quitar un ápice de reconocimiento a lo hecho por el señor Santana, debo decir que las cosas son como son y cuando las cosas son, no son más que como son las cosas.

En pocas palabras, al pan pan y al vino vino. Si la salsa, como la llaman ahora, utiliza la estructura de siempre, para mí sale sobrando lo de barrio urbano, ya que el barrio sigue siendo la única marca definitiva (página XV).

Esta música que nació en la loma interpretada por personas que no sabían leer ni escribir en español, ha tenido una transición notable en instrumentos y concepciones musicales. También ha sido vilipendiada y por mucho tiempo le negaron reconocimiento. Debo dejar en claro que me refiero a lo que sucedió aquí, en mi México lindo y querido, ya que desconozco lo que haya sucedido en otras latitudes.

Pero, por más de seis décadas he podido gozar y paladear su sabor y estar de acuerdo con el señor Santana cuando se refiere a la salsa erótica, romántica, o salsa monga. Lo mismo respecto a los trombones agresivos. Erróneamente le dan crédito a quien los utilizó después de Mon Rivera.

Se habla en este magnífico libro de los montunos del piano y no quiero pensar que también le quieren cambiar el nombre al guajeo, así como el soneo que hasta en Veracruz le han dicho pregonar desde siempre. Su denominación debe ser inspirar ya que dicen los que saben que esa es la parte que distingue a un buen sonero.

Aprovecho para decirle a quien no sepa, la estructura que se sigue utilizando es la del son cubano: introducción, tema o canción, montuno, mambo, se vuelve al montuno, y final. En Nueva York a un segundo mambo le llaman moña.

Desde hace tiempo he querido, mi querido asere, dejar presente mi admiración y reconocimiento a los soneros veteranos, los que contra viento y marea sostuvieron la bandera de esta música que arribó en 1928 con el Son Cuba de Marianao, la primera agrupación organizada llegada de la isla bella para abrir cancha y que surgieran sones como el Cuauhtémoc y El Árbol de Oro, según cuenta Julio del Razo, a quien considero la historia viviente del son cubano en México.

Con 100 años de vida cumplidos, en su lejana infancia Julio fue testigo del arribo de los cubanos a su natal Veracruz. Cuenta de su cercanía con Tiamila y Pancho El Masero, que fueron los que lo acompañaron en sus primeras andanzas soneras.

Ha formado parte de grupos sensacionales y durante 20 años fue integrante de la orquesta de Dámaso Pérez Prado. Como él hubo otros soneros que los más rucos de la comarca llamaron la década de los 40 del siglo pasado, la época de oro del son cubano en México, cosa que recuerdo con mucho cariño, pues, fueron mis principios.

Me maravillaba de todos y cada uno de los que iba escuchando. Entre ellos, El Gordo Pablito, tresero y percusionista de aquellita; Luis Lozano Cachimba, para los muy cuates, pianista de un sabor extraordinario; Agapito Silva, trompetista genial; Toño Mezcalilla, otro de igual envergadura; Ricardo El Cerillo; El Morado y El Rango –de esos dos había que hablar en pareja–, Memo Salamanca, Salomón Jiménez, Juanito Dávila, Pepe Bustos, Daniel de la Vega, estos todos nacionales.

Luego, cubanos como Mariano Oxamendi, Eduardo Periquet, Yeyo Tamayo, Chicho, Modesto Durán, Ramoncito Castro y Ramón Dorca, Caravela. Y, de mi barrio El Viejo Luis González Pérez que dejó cosas para dar y prestar. En fin, esos extraordinarios elementos me los encontré llegandito al ambiente sonero. A todos los pude admirar y debo decir que otro poco y dejo en el tintero a Muchatrampa y Humberto Cané, hijo de Valentín Cané, fundador de La Sonora Mantancera. ¡Vale!