Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 4 de mayo de 2014 Num: 1000

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Shakespeare,
450 años después

Rodolfo Alonso

Por mi boka
José María Espinasa

Para conocer a Carballo
Felipe Garrido

La vida te va apagando
Orlando Ortiz

Así es como hay que irse
Jorge Pedro Uribe Llamas
entrevista con Emmanuel Carballo

La canción de Marguerite
Arturo Gómez-Lamadrid

Los niños flacos
y amarillos

Marguerite Duras

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La Jornada Semanal

 

La admiración del admirado

Ricardo Guzmán Wolffer


Un mexicano y su obra: Jaime Torres Bodet,
Emmanuel Carballo,
UNAM,
México 2014.

Para quienes conozcan la obra crítica de Carballo, bastará saber que este libro no sólo es un dechado de elogios para Torres Bodet, como creador y como analítico de la escritura, sino que, como solía hacer Carballo, dichos elogios están documentados y sustentados. Para quienes conozcan la obra de Torres Bodet, incluso parcialmente, bastará saber que la lectura de esta peculiar biografía dará nuevos caminos para transitar en el país creado por él.

Como creador, Torres Bodet es un pozo inagotable de sorpresas. Habrá quien prefiera su poesía a las demás facetas de escritura (todas excepto el teatro): este libro servirá para conocer el panorama de un autor emparentado en grandeza con Reyes y que, a juzgar por el ojo muy fino de Carballo, rebasa a los otros integrantes del grupo de los Contemporáneos: Novo, entre varios. Para Carballo, “la obra de Torres Bodet es una de las más amplias de que se tiene noticia en la historia de las letras mexicanas; es, también, una de las más generosas y bien orientadas; y es, por último, una de las más bellas”.

Para comprender un poco a Torres Bodet, es necesario saber del burócrata Torres Bodet. La lista de cargos públicos es notable: desde secretario de la Escuela Nacional Preparatoria a temprana edad, bajo las órdenes de José Vasconcelos, hasta embajador, el único mexicano en dirigir la unesco, secretario de Educación Pública y de Relaciones Exteriores, entre otros. La lista es larga, tanto como la de los intelectuales y políticos de primer orden con los que trató y de quienes se benefició. Aunque se le hermana con Reyes y Paz por su “universalidad”, ni Reyes y Paz juntos se equipararían en los cargos desempeñados por Torres Bodet. Cuando se le preguntó a Novo sobre los Contemporáneos refirió: “Los que venían detrás de nosotros no codiciaban la cultura sino las chambas. Nosotros fuimos burócratas pero, también, hombres de amplia cultura.”

Más que hablar de las disciplinas abordadas por Torres Bodet, el texto de Carballo incide en sus alcances, destaca la amalgama entre el hacer y el crear, entre trabajar para el Estado y hacerlo para las letras. “No entiendo muy bien a los escritores que quieren sentirse sólo escritores.” Con la claridad inserta en toda su obra, Torres Bodet propone el trabajo no literario como una suerte de fuelle purificador para el escritor que busca compenetrarse con la materia de su obra: todos los demás humanos, pero, también, la propia interioridad: “entre el mundo y la torre de marfil, lo que importa es el mundo, siempre”; “cuanto más se acerca al hombre, más auténtico es el artista”. En Torres Bodet no hay actividades contradictorias: todo le alimenta y todo lo aprovecha. Es un burócrata, sobradamente competente y eficaz, pero también sirve al arte.

Un ensayo que nos recuerda la magnífica vista de Carballo como crítico y que debe ser un llamado para devolver a su lugar a Torres Bodet, “el hombre de letras más significativo con que cuentan hoy día las letras mexicanas”


La constelación Octavio Paz

Edgar Aguilar


Poesía, pan de los elegidos,
Octavio Paz (prólogo de José Luis Rivas),
Universidad Veracruzana,
México, 2014.

Octavio Paz (1914-1998) publicó su “verdadero primer libro” de poemas en 1949 con el contundente título de Libertad bajo palabra (reeditado más tarde en 1960), que comprende poemas escritos a partir de 1935. En adelante no cesará de escribir poesía y de publicar libros de poemas. El último de ellos, Árbol adentro, verá la luz en 1987. Los poemas escritos con posterioridad aparecerán conjuntamente en su Obra poética (1996) con el genérico nombre de “Poemas, 1989-1996”. Esto significa un período total creativo que abarca poco más de sesenta años.

En cada libro de poemas Paz dejó su impronta. Una impronta indeleble, inagotable, al margen del tiempo, de las preferencias literarias, de los vasos comunicantes entre el hombre público y el creador: el poeta extraordinario que fue. Como pocos –o quizá como ninguno en su época– Octavio Paz cultivó y desarrolló una forma de interrogar al mundo (de ser parte de él) que nunca terminó por vaciarse, o mejor: por saciarse. Su poesía es, asimismo, una constelación –fija y resplandeciente– que se eleva en el firmamento de la poesía de todos los idiomas y de todas las edades. La constelación Octavio Paz.

Sería inapropiado enumerar los poemas más “grandiosos” o “emblemáticos” del poeta. Por otro lado, algunos críticos ya lo han hecho de acuerdo con lo que podría considerarse como “el efecto Octavio Paz”: una suerte de epifanía experimentada ante el encanto de la fuerza verbal de tal o cual poema de envergadura, digamos “Piedra de sol” o “Blanco” (que no figura en la presente antología). No hay poemas mayores o menores. Hay, en todo caso, una obra. Y de esa obra se desprenden poemas únicos, irrepetibles, correspondientes entre sí pero distanciados en cuanto a su particular universo poético, que es el del hombre de naturaleza cambiante, como lo fue también el Paz poeta.  

Aquí cabe una pregunta. O más bien, una revelación no revelada: ¿quién fue Octavio Paz en realidad? Aventuro una idea: un hombre de genio insuperable, moderno en el más amplio sentido de la palabra, mas no exacta o estrictamente un genio, como se le designa al hombre superdotado occidental. Si algo distingue al Paz lírico del Paz narrador es su carácter de sagrado. Así es: un ser sagrado, tocado por la divinidad (Tonatiuh o Krishna) desde muy joven y que rara vez sucumbió al destino fatal del común de los mortales. Esto, desde luego, no lo hace menos poeta. Paz pertenece a otra clase, a otro género de hombres y, por tanto, de poetas. Nótese entonces la afinidad: hombre-sagrado-poeta, el triángulo básico (la pirámide) para acceder a lo divino, que es, según el propio Paz, el acto primigenio de toda creación humana.

Sobre el grueso de sus poemas prefiero “Salamandra” (publicado en 1962 y que se incluye en la antología). De regular extensión es este el poema donde Paz hilvana con inigualable destreza su habitual –y por ello sorprendente– instinto metafórico: el juego de imágenes se sucede de tal modo que el elemento a poetizar, la salamandra (“niña dinamitera”, “negro paño de lágrimas de azufre”, “heraldo diminuto del chubasco”, “Xólotl el ajolote”, “piedra verde en la boca de los muertos”), alcanza su máxima expresión. Una metamorfosis mudada en otra metamorfosis: la salamandra, el poema, la poesía.

Muy recomendable esta Poesía, pan de los elegidos. Su formato de bolsillo permite una lectura maleable y dinámica, como la misma poesía de Octavio Paz. Excelente selección de poemas (salvo el reproche que se le pudiera hacer por dejar fuera “Entre la piedra y la flor”) a cargo de otro gran poeta: José Luis Rivas. Sería justo que los nuevos lectores empezaran a conocer nuevas y más atractivas ediciones (libro por libro) de nuestro único Nobel de literatura. Las que existen, la mayoría de hace alrededor de cuarenta años, polvosas, anacrónicas, grises, parecen no decir mucho a las recientes generaciones. ¿O será que el Príncipe no desea verdaderamente que se renueve el pensamiento crítico, moral y poético de Paz?


Luchas para la liberación por lo común

Orlando Lima Rocha


La revolución feminista inacabada. Mujeres, reproducción
social y lucha por lo común,

Silvia Federici,
Taller Editorial Escuela Calpulli,
México, 2013.

En 1969, al calor de las transformaciones suscitadas en esos años, la feminista estadunidense Carol Hanisch publica su ensayo Lo personal es político, título que dimensiona la radicalidad feminista y apunta hacia uno de los temas clave para la vida cotidiana: el vínculo entre la reproducción humana y su producción material, entre lo doméstico y lo público, lo individual y lo colectivo, lo personal y lo político. Este es justamente el eje que recorre la feminista Silvia Federici (1942) en sus ensayos contenidos en La revolución feminista inacabada.

Esta obra, compuesta por cinco escritos hechos entre 2001 y 2011, afirma la centralidad del trabajo reproductivo femenino para el trabajo productivo mercantil, al tiempo que llama la atención sobre la mercantilización del trabajo doméstico por medio del llamado trabajo afectivo. Su materialidad se hace patente en el lugar que ocupa en la economía global del llamado “sector servicios” (empresarial, sobre todo desde el llamado neoliberalismo globalizado).

La importancia de leer La revolución feminista inacabada radica en el cuestionamiento que lleva a cabo de lugares comunes que afirman al trabajo doméstico, el ámbito privado y de reproducción humana como “naturales” y propias de un género (el “femenino”). La autora insta a criticar estas naturalizaciones desde la vida cotidiana, para repensarnos como sujetos políticos en tanto personas, no ya tan sólo desde que “somos-en-el-mundo” sino desde los momentos de procreación: este punto de partida le permite afirmar la necesaria crítica a una “reestructuración del trabajo reproductivo en la era neoliberal” que normaliza cada vez más el trabajo afectivo, personal y doméstico en una suerte de “lógica empresarial” (sujeto privilegiado de la “globalización”).

Esta lógica es cada vez más apoyada en países como el nuestro y su crítica pasa por todos los ámbitos más íntimos y cotidianos de las personas. Ante límites acríticos que definen lo político en una esfera netamente profesional partidista, La revolución feminista inacabada es, como bien lo plantea Silvia Federici, una tarea pendiente y social que se perfila en los procesos para la liberación social colectiva hacia formas de vida más comunes.


De conquistas y beneficios

Elizabeth Montiel Torres


México y Estados Unidos: dos historias,
Niceto de Zamacois (selección e introducción
de José Enrique Covarrubias),
Conaculta,
México, 2013.

Nacido en España, pero radicado en México desde los veinte años hasta el último de sus días, Niceto de Zamacois (1820-1885) fue –a decir de José Enrique Covarrubias– uno de los personajes más importantes de la historiografía conservadora en México. Su obra periodística y literaria se opone a la visión de otros historiadores y filósofos que retratan la colonización española como una experiencia perjudicial para las civilizaciones que la vivieron.

En esta antología, José Enrique Covarrubias reúne once escritos –publicados originalmente en los libros Historia de Méjico (1879), Los misterios de México (1850-1851) y El mendigo de San Ángel: novela histórica original (1864-1865)– en donde Zamacois compara las características culturales, religiosas y políticas de México con las de Estados Unidos, partiendo de la época en que dichos países aún no eran conquistados por España e Inglaterra, respectivamente.

Zamacois retoma de México al imperio azteca. Lo retrata como una civilización avanzada en materia gubernamental; reconoce de éste la consignación de leyes en escrito-pinturas, el establecimiento de un tribunal de justicia en cada provincia y la existencia del poder legislativo integrado por monarcas. Sin embargo –dice el autor–, es hasta la llegada de los españoles cuando las tribus sometidas al yugo azteca –y hastiadas de él– se fusionan a España de manera voluntaria mediante acuerdo político; dejan de pagar exorbitantes tributos; conocen y hacen uso de los animales de carga (asno y caballo); se liberan del riesgo a dar su vida en los sacrificios religiosos y de tolerar la “insultante altanería” con que eran tratados por sus gobernantes. La conquista española –continúa– significó para México una oportunidad de crecimiento cuya principal herencia fue el catolicismo (sobre todo sus virtudes: beneficencia y práctica de la caridad) y el amor a la patria. En cambio, de Estados Unidos dice que es producto del fanatismo religioso de signo individualista. Critica fuertemente a los admiradores del modelo de colonización inglés, pues considera que éste sólo se interesó por el beneficio de Inglaterra y no el de los indios, obligando a estos últimos a regir sus actos con base en las leyes azules, creadas para controlar, desde la religión, hasta el más mínimo detalle de sus vidas.

En ningún momento Niceto de Zamacois niega su aprecio por España. No obstante, respalda sus reflexiones en documentos como la correspondencia sostenida entre Hernán Cortes y Carlos V, o los estudios realizados por J. A. Spencer, William Robertson, Alexis de Tocqueville, Víctor José Martínez y Francisco Javier Clavijero, entre otros autores mexicanos y extranjeros que han puesto su atención en la historia de nuestro país.



Las penas del guardador de rebaños. Tras la huella del Polifemo,
José Javier Villarreal,
Fondo de Cultura Económica,
México, 2013.

Tiene mucha razón el autor de este ensayo: las obras del pasado no son, de ninguna manera, cosas inertes, finitas y superadas, sino “algo vivo que fecunda el presente”. Eso ha sido siempre, entre muchas otras obras de don Luis de Góngora, La fábula de Polifemo y Galatea. Para el autor, tal como lo explica en este rico y pormenorizado ensayo, en el Polifemo –como suele denominársele familiarmente– consiste nada menos que el inicio de la poesía moderna, nacida precisamente durante el Siglo de Oro español, del que Góngora fue artífice junto con sus notables e igualmente célebres coetáneos. Disfrute el lector del reencuentro con esta obra indispensable para entender la literatura en nuestra lengua, o vaya de la mano con el autor del presente ensayo en su primera y gozosa incursión.



Recurrencias. Antología personal, Rae Armantrout
(traducción y presentación de David Ojeda)
,
Ediciones Sin Nombre,
Editorial Ponciano Arriaga,
México, 2013.

A sus sesenta y siete años, la de esta autora es “una de las voces más brillantes de la actual poesía estadunidense”, la cual, entre muchos otros reconocimientos, hace tres años la hizo merecedora del Premio Pulitzer de Poesía. Aquí presentada y traducida por el también escritor David Ojeda, los lectores en español por primera vez contamos con la posibilidad de acercarnos al vigor, la densidad formal, la brillantez y la transparencia poéticas de Armantrout. Para mayor fortuna de quien tenga esta sustanciosa antología entre sus manos, se trata de una edición bilingüe, que permite el cotejo del original con la traducción –o, como algunos preferimos definir, con la versión del poema ofrecida por el traductor.