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Ricardo Morales abre exposición en la escuela de conservación Manuel Castillo Negrete

Existe la idea fantasmal de que Internet nos hace cultos, dice docente de la UNAM

Un artista siempre debe ahondar en los temas que aborda, de lo contrario, se le nota

Foto
Alguien tendrá que oírlo, 2009, temple/óleo y hoja de oro, obra incluida en Mahoma y la montaña, retrospectiva de Ricardo Morales, que reúne pinturas, dibujos, bocetos, estampas y libros de artista, que se puede visitar en el recinto de General Anaya 187, colonia San Diego ChurubuscoFoto Eduardo Morales Luna
 
Periódico La Jornada
Martes 8 de abril de 2014, p. 6

Un artista debe ser una persona instruida lo más posible, no obstante, ahora existe la idea fantasmal de que Internet te hace culto, y no es cierto, porque ahí abunda información superficial. Por eso, un artista debe siempre ahondar en los temas que aborda, de lo contrario, se le nota, afirma Ricardo Morales (DF, 1963), investigador y académico de la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Además de dedicarse a la docencia, Morales trabaja desde hace tres décadas en su propia obra.

Una selección de la misma se presentará a partir de este martes en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía Manuel del Castillo Negrete, del Instituto Nacional de Antropología e Historia, dentro de su séptimo Foro Académico.

La muestra se titula Mahoma y la montaña e integra una veintena de piezas (pinturas, dibujos, bocetos, estampas y libros de artista), seleccionadas por Ana Lizeth Mata Delgado, titular del taller de restauración de obra moderna y contemporánea en esa escuela.

Se trata de una obra que plasma el gusto por entornos nuevos y la exploración de materiales. Me gustan mucho el dibujo, la pintura y la gráfica, pero también involucrar procesos en apariencia novedosos pero que no lo son, pues en el arte no existen las técnicas llamadas antiguas, viejas o clásicas. Los materiales son parte de la obra pero no la determinan, son parte de ella, explica en entrevista con La Jornada.

Explorador de ambrotipos

Ricardo Morales presenta varios ambrotipos, imágenes procesadas con colodión húmedo, una técnica fotográfica que a principios del siglo XX aprendió Sabino Posada, el hijo único del reconocido grabador José Guadalupe Posada, de quien Morales ha realizado varias investigaciones.

Los ambrotipos son una exploración, una manera de representar novedosa para mí que me acerca a entender un poco más lo que aprendió el hijo de Posada, además de que me brinda la oportunidad de retrabajar mi gusto por la miniaturas en un contexto que aparenta vejez.

Mahoma y la montaña, añade, es también un testimonio de “cómo mi actividad profesional, sus procesos, experimentaciones, titubeos e intenciones en disciplinas como la pintura, el dibujo y la gráfica toman rumbos distintos: saber qué, por qué, para qué, cómo, cuándo, cuánto y dónde lo he hecho.

“Un gran porcentaje de dichas piezas fueron realizadas en y a partir de ecosistemas ajenos a mi cotidianidad (en varias ciudades en el extranjero, gracias a becas de residencia artística).

‘‘Recorrí esos lugares de manera breve, a veces incómodamente, elaborando in situ material gráfico (dibujos o fotografías), originales mecánicos y cuadernos de bitácora confeccionados por mí, donde registré detalles arquitectónicos, giros lingüísticos locales, grafismos, noticias de música.

No obstante estar en esos ambientes novedosos desde la llamada sensibilidad romántica, traté de no dejar exacerbar, exaltar o permitir el predominio del instinto o la sensibilidad sobre la razón. Tampoco quise hacer crónicas hiperbólicas. Simple y llanamente la crónica la entendí como una reunión o relación de diversos relatos visuales heterogéneos.

Contacto temprano con el arte

Ricardo Morales, quien también imparte clases en la Escuela Nacional de Pintura y Escultura La Esmeralda, desde niño tuvo contacto con el arte gracias a su padre, diseñador gráfico y con estudios en la Academia de San Carlos, además de coleccionista de discos de música barroca, en particular los que vendían en la Sala Margolín, con portadas ilustradas con obras de grandes pintores.

“Cuando hago trabajo personal también me gusta hacer series porque me permiten especular alrededor de un tema, a la manera de un entomólogo que ve un objeto desde distintas perspectivas, e imaginarlas en diversos contextos. Por ejemplo, están los óleos que realicé a partir de un viaje al Parque Nacional de Glaciares de Argentina, donde pinté frente a esos ambientes abiertos, pero incluí además rostros de personas atacadas por la sífilis, que conocí a través de registros fotográficos del siglo XIX en un viaje a Nueva York, en ese tiempo a esas personas las llamaban ‘caricaturas de la naturaleza’. Por eso pensé en hacer en cada pieza un contraste entre la vastedad y perfección de un paisaje, y un rostro que por la enfermedad se está deshaciendo. Es confrontar dos visiones de la naturaleza”.

La exposición Mahoma y la montaña, de Ricardo Morales, se inaugura hoy a las 14 horas en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía Manuel del Castillo Negrete, ubicada en la calle General Anaya 187, colonia San Diego Churubusco.