Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 16 de marzo de 2014 Num: 993

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Apuntes sobre la canción
John Berger

Recetas para acercarse
a José Emilio Pacheco

Elena Poniatowska

Cruzando fronteras
en Mahahual

Fabrizio Lorusso

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Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
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La Otra Escena
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Bemol Sostenido
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Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
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La Jornada Semanal

 

Verónica Murguía

Preguntas sin respuesta

Hay semanas en las que no entiendo nada y voy por la vida con cara de boba. De por sí soy propensa a la perplejidad: ya en este mismo espacio escribí que me gustaría que, cuando muera, en mi lápida se lea “Aquí yace Verónica Murguía, cada día más confusa.”

Imagínese el lector. Cada día más confusa. Una enormidad de aturdimiento que aumentará con el paso del tiempo. En el lapso de algunos milenios me convertiría en un universo de desconcierto, una supernova de incertidumbre. Un hoyo negro que absorbería toda certeza y la convertiría en nada. Ja.

Esas son las fantasías que infestan el ánimo cuando uno padece el extraño destino de ser mexicano. Si fuera budista pensaría que en mi vida pasada fui una ladrona, una jugadora profesional de póquer, una estafadora que bebía jaiboles todo el día y engañaba a señores ingenuos en la noche; que por eso me tocó nacer en un país en el que las autoridades le tratan de tomar el pelo a los ciudadanos desde que nacen y hasta que los entierran.

Pero no creo en la reencarnación, así que tengo que resignarme. Sólo tengo una vida y me tocó experimentarla aquí, con la irritante certeza de que los que nos representan y sus impresentables familias, compadres y conocidos, nos están tomando el pelo de una forma tan descarada que lo deja a uno mareado.

Hoy que escribo estas líneas no se habla más que del fraude colosal de Oceanografía y de los hijos de Martita Sahagún. De las cifras que se mencionan no puedo más que repetir lo dicho por muchos: son inimaginables, estratosféricas. No sé qué se puede comprar con esas cantidades de dinero: países enteros, supongo. También sé lo que no se puede pagar: integridad. Pero no creo que los Bribiesca hayan tenido jamás la idea de procurarse ni tantita decencia.

Yo, para más tirria, soy una persona azorada pero con muy buena memoria. Así que recuerdo perfectamente que durante el sucio e ineficiente sexenio de Fox, ya se hablaba del millonario tráfico de influencias de los hermanos Bribiesca. Recuerde el lector: “Vamos México”, “comes y te vas”, la portada de la pareja en el ¡Hola! , los cochupos de los multimencionados juniors con Felipe Calderón, entonces secretario de Energía. Recuerde a su amigo Maciel, el legionario de Cristo que consiguió “audiencia” a los Fox en un pasillo del Vaticano. Maciel, “sapo Iscariote y ladrón […] con la efigie de Cristo prendida del pecho”. (Así retrató a Francisco Franco el poeta León Felipe).

Entonces, ¿por qué después de semejante espectáculo no hubo conteo voto por voto y casilla por casilla, como exigimos la mitad –por lo menos– de los mexicanos? A toro pasado: ¿a quién le dio estabilidad económica, seguridad personal, trabajo y prestaciones el pomposamente autoproclamado “presidente del empleo”? A los sicarios, a sus compadres, a los malos policías, a ciertos delincuentes, a los que negocian con la muerte. A ésos. Y lo que falta todavía por descubrirse, el dinero, los millones que se esfumaron.

Otra pregunta: ¿qué pasó con el tesoro de las aguas profundas? Con la lata que daban con eso; la propaganda por radio y tele, a un spot por cada corte. El tesoro que iba a hacer ricos a todos, a sanear las finanzas del país.

Según un artículo aparecido el 17 de febrero de 2010 en el periódico El Economista, según la Auditoría Superior de la Federación, los excedentes de Pemex (esa empresa dizque no rentable) fueron, de 2001 a 2008, ni más ni menos, de un billón 281 mil 902 millones de pesos. ¿Dónde andan esos dineros? La verdad es que suena como que alcanzaba, no para hacernos ricos, pero sí para mejorar la situación de México. Y ¿cómo es que se produjeron esos excedentes si Pemex es tan inoperante?

Ah, Calderón y su cohorte, su vínculo corrupto con Fox, que ya vemos, salió caro al país. Y los muertos de su guerra. De eso no hablo ahora, porque nomás ando preguntando acerca del dinero.

Citaré, sí, el poema de Neruda sobre España para referirme a todos los que hacen como que nos dicen la verdad y fingen que les creemos: “estiércol de siniestras gallinas de sepulcro, pesado esputo, cifra de traición”.

En el poema completo hay una maldición tremenda que viene mucho al caso, por aquello de las víctimas y los niños de la guardería ABC.

Y una última pregunta, no urgente, pero que me atormenta: ¿por qué las luces de las torretas de las patrullas han aumentado de esa forma su intensidad? Es algo horrendo.

Será para avisar a los ladrones, ¿no?