Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 2 de marzo de 2014 Num: 991

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

El espíritu de
Arturo Souto

Yolanda Rinaldi

Querido Adán
Fabrizio Andreella

Ricardo Garibay:
la fiera inteligencia

Alejandra Atala

Huerta, el humorista
Ricardo Guzmán Wolffer

Una antología personal
Marco Antonio Campos

La presencia poética
de Efraín Huerta

Juan Domingo Argüelles

Canto al petróleo
mexicano

Efraín Huerta

Kubrick: la brillante oscuridad del erotismo
J. C. Rosales, N. Pando, R. Romero,
S. Sánchez, E. Varo

Sinopsis de un verano
Tasos Denegris

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Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
La Otra Escena
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Las Rayas de la Cebra
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La Casa Sosegada
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La Jornada Semanal

 

Prisión y perspectiva de género

Fabrizio Lorusso


Género, drogas y prisión. Experiencias de mujeres
privadas de su libertad en México ,

Corina Giacomello,
Tirant lo Blanch,
México, 2013.

Según el filósofo francés Michel Foucault, “la prisión es el único lugar en que el poder puede manifestarse de forma desnuda, en sus dimensiones más excesivas, y justificarse como poder moral”. México tiene más de 240 mil personas detenidas, de las cuales más de cuarenta por ciento espera juicio. Noventa y siete por ciento de los delitos no se castiga y la sobrepoblación carcelaria ha alcanzado niveles intolerables.

En este contexto, a los agravios de la reclusión hay que agregar los abusos que padecen las mujeres privadas de su libertad sólo por ser mujeres. Pocos investigadores se han interesado a fondo en el tema carcelario bajo una perspectiva de género, así que este libro de Corina Giacomello trata de llenar el hueco, a través de una obra que la propia autora define como “coral” o “colectiva”.

A Giacomello, investigadora italiana radicada en México, le importa destacar la participación activa de las protagonistas, mujeres en reclusión por delitos contra la salud en el Centro de Readaptación Social de Santa Martha Acatitla. El texto narra sus historias de vida para romper el silencio y los estereotipos sobre las prisiones y sus habitantes.

La investigación no es relevante sólo para el caso mexicano, pues enmarca el problema a nivel internacional: la referencia es América Latina y se plantean políticas públicas para la incorporación de una perspectiva de género integral en diferentes realidades nacionales, con propuestas de revisión del marco normativo y fomento de cambios culturales y de creencias sobre “moralidad”, el consumo de drogas y el rol de la mujer en general.

La exclusión social y la violencia típicas del cautiverio se sobreponen a la violación a los derechos fundamentales de las presas por su condición de mujeres, desde el arresto hasta el encarcelamiento y su vida en prisión.

La falta de educación, trabajo y condiciones familiares dignas, junto a la abdicación del Estado en sus tareas básicas y la recurrente estigmatización de género, son elementos del círculo vicioso del sistema penal y provocan “profunda injusticia, impotencia y rabia”, según la investigadora, quien también hace énfasis en el “uso” del cuerpo de la mujer en su múltiple función de mula, vendedora, cargadora, vehículo de estupefacientes y consumidora, dentro y fuera de la cárcel.

En México, los protocolos internacionales en la materia se aplican sin flexibilidad, menospreciando la perspectiva de género y amplificando las discriminaciones: autoritarismo y excesos burocráticos se suman a las malas infraestructuras penitenciarias, pensadas para los hombres, y a las prácticas demobbing.

Con este texto, Giacomello afianza su trayectoria en la materia, iniciada con los libros Los secretos de Almoloya. El testimonio de una mujer recluida en un penal de máxima seguridad (Debate, México, 2009), y Rompiendo la zona del silencio. Testimonios sobre el penal de máxima seguridad del Altiplano, antes La Palma (Dipon-Gato Azul, Bogotá, 2007).


Historias y justificaciones

Luis C. A. Gutiérrez Negrín


Historia del narcotráfico en México,
Guillermo Valdés Castellanos,
Aguilar,
México, 2013.

Difícilmente hay quien dude que el narcotráfico es un negocio violento. Pero a Guillermo Valdés Castellanos, autor de Historia del narcotráfico en México, le interesa resaltar que los narcotraficantes no se volvieron violentos en el sexenio de Felipe Calderón, sino que ya lo eran mucho antes, por lo que dedica las más de doscientas páginas que constituyen la primera parte de su libro a documentarlo, de manera más bien profusa y repetitiva. Pese a ello, el autor tiene que aceptar que hubo un salto enorme en la cantidad de homicidios relacionados con el narcotráfico, al pasar de poco menos de 2 mil en 2006 a casi 17 mil en 2011: un aumento del setecientos cincuenta por ciento en cinco años. Valdés desglosa ese total de homicidios en cuatro subtipos: ejecuciones, enfrentamientos entre bandas rivales, enfrentamientos entre narcotraficantes y autoridades, y agresiones a las autoridades. Como el 84.5% de los 51 mil 501 homicidios registrados entre 2007 y 2011 son atribuidos a ejecuciones (42 mil 240) y enfrentamientos entre bandas criminales (mil 311), el autor se permite concluir que “la mayoría de los asesinatos no fueron causados por la ‘guerra’ entre el gobierno de Felipe Calderón y los narcotraficantes, sino debido a las disputas entre éstos (sic)”.

Para el autor, la causa principal de tales disputas fue de tipo externo: la reducción del mercado estadunidense de cocaína, que pasó de unos 2.4 millones de adictos en 2006 a 1.4 millones en 2011 (una reducción del cuarenta y dos por ciento), lo cual “creó una situación propicia para la intensificación de los conflictos entre las organizaciones delictivas”. Otras causas habrían sido la fragmentación del narcotráfico, la expansión del cártel del Pacífico y de los Zetas y la “ruptura de los mecanismos de contención de la violencia [que operaban] en estados y municipios”.

Es cuestionable que la reducción del mercado de cocaína en Estados Unidos haya sido el principal detonante del aumento de homicidios en México, porque con los mismos datos presentados en el libro puede verse que entre 1985 y 2000 el mercado de cocaína estadunidense también se redujo, al pasar de unos 4.25 millones (estimación a partir del cuadro 2) a 1.23 millones (cuadro 4), lo que implica un decremento de setenta y uno por ciento. Sin embargo, esto no disparó la cantidad de homicidios entre los cárteles mexicanos, pese a que ya dominaban el mercado, y pese también a que desde finales de los años noventa había empezado su fragmentación. Por lo tanto, lo único que va quedando para explicar la exacerbación en los conflictos internos es, justamente, el cambio en la estrategia que implementó el gobierno de Calderón.

Parte central de esa estrategia, junto con la depuración-profesionalización de las policías y el involucramiento masivo de las fuerzas armadas, fue el cierre o la mayor restricción de las rutas tradicionales del transporte de cocaína en territorio mexicano hacia Estados Unidos, como parece indicarlo el notable incremento en el número y volumen de decomisos de drogas en ese sexenio (sobre lo cual no hay mayores datos en el libro). Esta sí que es una causa probable para explicar el aumento de homicidios y en general de violencia en los conflictos interbandas, y además para entender por qué éstas recurrieron a buscar nuevas fuentes de financiamiento entre la población civil, mediante el secuestro en todas sus modalidades y el cobro de derecho de piso. Es decir, la mayor inseguridad de la población general entre 2007 y 2011 es un efecto colateral, indeseado sin duda, de la estrategia diseñada y llevada a cabo en la administración federal. No hay nada en el libro en Valdés Castellanos que pueda refutarlo.

Puede concederse que la de Calderón fue posiblemente la primera administración federal en implementar una política de Estado para enfrentar al narcotráfico (de hecho, fue su única política constante). Pero de ahí no se puede concluir que la estrategia seguida fue acertada, ni mucho menos la única posible.



Fianchetto. El ajedrez como una de las bellas artes,
Hugo Vargas,
Ediciones Sin nombre/Universidad Nacional
Autónoma de México-Dirección de Literatura,
México, 2013.

Fianchetto, como da noticia el editor y como apreciará el lector en el contenido lúdico de este conjunto sui generis de ensayos, es el nombre que se le da, entre especialistas, a un estilo de juego ajedrecístico en el que predominan los alfiles y sus movimientos en diagonal. Editor, periodista y escritor, además de amante y practicante del llamado “juego-ciencia”, Vargas traslada esa técnica a su entramado escritural y a partir de ahí genera una visión inédita, entre varios otros, de Duchamp, Arreola, Marlowe, Bogart, Kubrick, Sada y Sisniega, émulos también de Kramnik, Fritz y Kasparov.