Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 23 de febrero de 2014 Num: 990

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Tríptico de amor
y de muerte

Gustavo Ogarrio

Graham Greene:
opiniones de un
lector de periódicos

Rubén Moheno

Una fórmula del caos
Jorge Herrera Velasco

Cavanna, el irreverente
Vilma Fuentes

El legado de Lao-tse
Gérard Guasch

Un cine de impacto,
pero positivo

Paulina Tercero entrevista
con Diego Quemada-Diez

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Columnas:
A Lápiz
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La Jornada Semanal

 

Juan Domingo Argüelles

El poema que José Emilio Pacheco
escribió por encargo

Lo refirió Enrique Rodríguez Varela, en mayo de 2009, en La Jornada Aguascalientes: José Emilio Pacheco (1939-2014) aceptó escribir un poema por encargo, sobre el Cerro del Muerto, para una carpeta con un grabado de Roger von Gunten. La iniciativa fue de José Luis Quiroz, director entonces del Museo José Guadalupe Posada, de Aguascalientes. Aquél convenció a Von Gunten, y a Rodríguez Varela le tocó convencer al poeta.

Escribe Rodríguez Varela: “Una vez al teléfono, le expuse la trascendencia –para nosotros– del proyecto a realizar al alimón con Roger von Gunten, le hice saber lo honrados y agradecidos que nos íbamos a sentir los aguascalentenses si él accedía a escribir un poema sobre el Cerro del Muerto, y por lo tanto, amable y amigablemente se lo solicitaba. ‘Nunca he escrito un poema por encargo, no sé si funcione, pero por tratarse de Aguascalientes, de mi amigo Otto Granados y de ti, lo voy a hacer. Tengo que ir a tu tierra, tengo que conocer de cerca el Cerro del Muerto, así que ¿cómo le hacemos?’, me respondió.”

Pues bien, “una mañana de un día cualquiera de 1997, por avión, el poeta José Emilio Pacheco llegó a Aguascalientes”, y después de hospedarse, Rodríguez Varela lo acompañó a las faldas del Cerro del Muerto (a diez kilómetros, aproximadamente, de la capital de la entidad). “Caminamos largo, hasta el cansancio propio de nuestra condición de urbanitas”, escribe quien fuera director del Instituto Cultural de Aguascalientes. Y fue así como nació el poema “Cerro del Muerto”, de José Emilio, que está en la carpeta con el grabado de Von Gunten, pero que no figura en ninguno de sus libros de poesía y, por tanto, tampoco en el volumen Tarde o temprano: Poemas 1958-2009 (FCE, 2009).


Foto: Rodrigo Gómez

Tengo la carpeta número 24 de 50. Está protegida por un estuche de madera que, con tinta indeleble tiene la siguiente leyenda: “José Emilio Pacheco / Roger von Gunten / Cerro del Muerto”. Al reverso están los créditos del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes y del Instituto Cultural de Aguascalientes. No hay información sobre la fecha.

Hace ya varios años, en alguna de nuestras conversaciones telefónicas, José Emilio me avisó que me enviaría un ejemplar de esta carpeta. Cuando la recibí me di cuenta que se trataba de una edición muy especial y la conservé intacta, aunque tuve en un principio el deseo de enmarcar el grabado de Von Gunten que incluye en su superficie el poema de Pacheco.

El poema en el grabado dice así: “Su verdadera lengua es el silencio./ Dialoga con la noche en una clave ignorada./ Desde todas las calles de la ciudad se ven a la distancia/ su alto perfil inmóvil y su invisible mortaja./ Nadie sabe qué guarda en su interior:/ ojos de agua, tesoros, ríos subterráneos, cavernas./ Está lleno de enigmas y de fantasmas./ Ante él somos espectros, nubes sin cuerpo./ A nuestra fugacidad opone lo eterno./ Convierte en hierba luminosa el desierto./ Se alza en el aire, ocupa el horizonte,/ flota entre luces en el mar del viento./ Cuando el sol se derrumba lo envuelve en fuego./ Su cuerpo se hace llama y entierra el día./ La ciudad cambia siempre, no vuelve nunca./ Sólo el Cerro del Muerto permanece inmutable./ Teje con piedra y polvo el recinto sagrado/ de algo que no sabemos. Se levanta/ desde el principio o desde algún cataclismo./ Acaso en el él se encuentran los sepulcros/ de quienes combatieron hasta el final por su tierra./ Estaba aquí cuando aún no éramos./ Seguirá cuando ya no estemos.”

Sabemos que José Emilio Pacheco reescribía una y otra vez sus poemas, y revolviendo archivos y recortes de periódicos y revistas me doy cuenta de que incluso ese poema (que no figura en ninguno de sus libros) no es la excepción. Muchos años después de entregarle la versión original a Rodríguez Varela, José Emilio redujo el poema a su mínima expresión y lo publicó, con el mismo título (“Cerro del Muerto”), agregándole la precisión geográfica (“Aguascalientes”), en junio de 2011 en las páginas del semanario Proceso. Es uno de los textos amparados bajo el título general “Mala hora de junio. Ocho poemas de hoy”. La versión corregida y compactada de “Cerro del Muerto” dice así: “Él está aquí./ Desde el gran cataclismo que le dio forma al planeta./ Con su silencio llena el horizonte./ Flota en las horas./ Hiende el mar del viento./ El sol que se derrumba lo envuelve en fuego./ Su mole indescifrable se hace de lumbre./ Cuando el Cerro absorbe la luz/ el día que se va es el muerto.”

¿Ganó el poema en la reescritura? ¿Perdió? No es muy fácil saberlo. Lo único cierto es que, para Pacheco “reescribir es negarse a capitular ante la avasalladora imperfección”. Su divisa fue: “No acepto la idea de texto definitivo. Mientras viva seguiré corrigiéndome.”