Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 23 de febrero de 2014 Num: 990

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Tríptico de amor
y de muerte

Gustavo Ogarrio

Graham Greene:
opiniones de un
lector de periódicos

Rubén Moheno

Una fórmula del caos
Jorge Herrera Velasco

Cavanna, el irreverente
Vilma Fuentes

El legado de Lao-tse
Gérard Guasch

Un cine de impacto,
pero positivo

Paulina Tercero entrevista
con Diego Quemada-Diez

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Columnas:
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Enrique López Aguilar
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Calvino y Borges en el laberinto (I DE III)

Italo Calvino publicó el cuento “Las memorias de Casanova” para acompañar un volumen de aguafuertes de Massimo Campigli, en Salomón e Torrini editores (1981), con una Nota de Autor en tercera persona. Luego se publicó en La República (15 y 16 de agosto de 1982). Póstumamente, fue recopilado en la colección que en castellano se llamó La gran bonanza de Las Antillas (1993) y, en italiano, Prima che tu dica “Pronto” (1991). Es cuarenta años posterior a “El jardín de senderos que se bifurcan” y con él mantiene apreciables semejanzas y diferencias que distan de colocar al texto en el nivel de mera paráfrasis. Es imposible deducir si Calvino tenía en mente emparentar su cuento con el de Borges, pero es indudable que un lector tan voraz como él tuvo en mente a alguien cuya obra conocía tan bien y de la que siempre se expresó muy elogiosamente. Respecto a “El jardín de senderos que se bifurcan”, dijo en “Multiplicidad”, uno de los últimos ensayos calvinistas: “Su ensayo sobre el tiempo, ‘El jardín de senderos que se bifurcan’ […] se presenta como un cuento de espionaje, que incluye un cuento lógico-metafísico, que incluye a su vez la descripción de una interminable novela china, todo concentrado en una docena de páginas.

”Las hipótesis que Borges enuncia en este cuento, cada una contenida (y casi oculta) en pocas líneas, son: una idea de tiempo puntual, casi un absoluto presente subjetivo […]; después una idea de tiempo determinado por la voluntad, en la que el tiempo se presenta irrevocable como el pasado; y por fin la idea central del cuento: un tiempo múltiple y ramificado en el que todo presente se bifurca en dos futuros […]. Esta idea de infinitos universos contemporáneos, en la que todas las posibilidades han de realizarse en todas las combinaciones posibles, no es una digresión del relato sino la condición misma para que el protagonista se sienta autorizado a cumplir el destino absurdo y abominable que su misión de espía le impone, seguro de que ocurre sólo en uno de los universos, pero no en los otros; más aún: que cometiendo el asesinato aquí y ahora, él y su víctima podrán conocerse como amigos y hermanos en otros universos.”

“Las memorias de Casanova” inicia con una Nota de Autor, a pie de página, donde Calvino habla de Calvino relacionando los amores de Casanova con Las ciudades invisibles (1972), “catálogo de ciudades imaginarias visitadas por un Marco Polo redivivo”. En ella se aclara que Calvino pretende iniciar “otra serie de breves cuentos también de aventuras atribuidas a otro famoso veneciano, Giacomo Casanova”, pues eso reitera la condición literaria del texto que se está leyendo: Casanova (personaje real, autor de unas licenciosas Memorias, ficcionalizado en el imaginario popular como un seductor dieciochesco), se literaturiza con Marco Polo (personaje real, autor de una crónica de viajes conocida como El millón, ficcionalizado por Calvino) y el Autor (personaje real, autor de Las ciudades invisibles, se ficcionaliza a sí mismo en tercera persona), son una tríada de personas convertidas en personajes que han escrito obras literarias. Calvino convirtió a Casanova y Polo en personajes de obras suyas, y pretendió hacer lo mismo con Calvino mediante una nota que lo convierte en parte de un proceso ficcional.

“Las memorias de Casanova” es un cuento integrado por cinco secciones breves en las que una misma voz narrativa, que va mudando, ofrece distintas protagonistas: Ilda y Cate, Irma y Dirce, Tullia, Sofía, Fulvia. Cada nombre o par de nombres es emblema de una situación textual: Ilda y Cate representan dos amores simultáneos confundidos en la memoria de Casanova; Irma y Dirce son una proyección especular en la que una recuerda a la otra hasta que el recuerdo de una termina por estorbar la presencia de la otra; Tullia, una mujer madura de la que Casanova se hizo amante cuando ambos eran jóvenes, se ve cubierta por las inquietantes imágenes de una juventud que el narrador no puede olvidar, pues quisiera tener simultáneamente en sus brazos a la joven y a la madura; Sofía es tan evanescente en la memoria que el protagonista duda acerca de los detalles que la construían: ¿era una mujer, todas las mujeres, o un segmento de lo femenino?; Fulvia es la mujer amada y poseída en el presente, luego tendrá junto a ella a otros amantes: en ese futuro, donde el narrador ya no tendrá asideros ni presencia sino la sensación de ser un recuerdo, el protagonista se descubre celoso, desconcertado por convertirse en lo que él mismo ha convertido a sus amantes: en una memoria difusa.

(Continuará)