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El periódico fundado por Jean-Paul Sartre en 1973 afronta una grave crisis financiera

Somos un diario, responde la redacción de Libération a plan de convertirlo en red social

La protesta apareció este sábado en la portada; accionistas buscan crear contenidos rentables

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Portada del diario francés este sábadoFoto Sitio de Internet de Libération
 
Periódico La Jornada
Domingo 9 de febrero de 2014, p. 21

París, 8 de febrero.

El diario de izquierda francés Libération, fundado por Jean-Paul Sartre en 1973 y caracterizado por un periodismo combativo, afronta una grave crisis financiera que sus accionistas quieren frenar, transformándolo en una red social, una conversión rechazada en bloque por la redacción.

SOMOS UN DIARIO, no un restaurante, ni una red social, ni un espacio cultural, ni un estudio de televisión, ni un bar, ni una incubadora de startups, titulaba Libération este sábado a manera de manifiesto, en su portada.

Este grito de cólera de la redacción se producía el día siguiente del anuncio por los accionistas de un proyecto, que busca convertir el diario no sólo en un editor de prensa en papel, sino en una red social, creadora de contenidos rentables en soporte de video, televisión o en foros, entre otros.

Libération intentaba en sus orígenes funcionar sin publicidad ni accionistas financieros, comprometido en el combate de todos los oprimidos de Francia y del mundo. Los trabajadores del rotativo se declararon en huelga exigiendo la dimisión del consejero delegado Nicolas Demorand y el director general, Philippe Nicolas.

La idea de los accionistas ha provocado la estupefacción y la cólera del equipo por lo alejado que está de su oficio y de sus valores, explican en un editorial. “No ofrece ninguna perspectiva de futuro seria al diario y, si se aplica, Libération se convertiría en una simple marca”, opinan los casi 300 empleados, que están dispuestos a seguir unidos y convencidos y anuncian para este domingo una nueva huelga que impedirá la salida de la edición del lunes.

Libération marcó a la prensa francesa, reivindicando un tono irreverente ante el poder, con dibujos de caricaturistas en algunos casos provocadores y fotos originales.

Varios cambios de fórmula y varias tentativas de reflote financiero intentaron frenar la caída libre de las ventas en los últimos años.

En los primeros 11 meses de 2013, el rotativo perdió más de 15 por ciento de ventas, que se situaron en los 97 mil 299 ejemplares el pasado noviembre, el peor resultado desde hace al menos 15 años.

El nuevo proyecto, desvelado el viernes, se convierte en otro intento de mantener vivo este diario que emplea actualmente a 290 trabajadores, en un contexto de crisis de la prensa escrita en Francia.

En el centro del proyecto, presentado por los hombres de negocios Bruno Ledoux, Édouard Rothschild y el grupo italiano Ersel, está la transformación de los locales del diario situados en el centro de París en un espacio de intercambio “dedicado por completo a Libération y a su universo” y abierto a periodistas, artistas, escritores, filósofos, políticos o diseñadores.

La transformación de los locales correría a cargo del conocido diseñador Philippe Starck, pero el proyecto no menciona lo que ocurrirá con la redacción que trabaja allí actualmente ni qué inversiones son necesarias para concretarlo.

Para los trabajadores de Libération, que hicieron huelga el jueves y podrían volver a hacerla el lunes, se trata de un verdadero golpe de Estado de los accionistas contra el diario, su historia, su equipo, sus valores.

En un artículo colectivo titulado Los días negros de un diario, publicado este sábado, estiman que este proyecto “es Libération sin Libération. Hay que mudar el diario, pero conservar su bonito logo. Echar a los periodistas, pero ‘rentabilizar’ la ‘marca’”.

Los trabajadores denuncian la voluntad de construir un Libelandia, un Libemarket, un Libeworld. Un rombo rojo con nada detrás, (sólo) 10 letras que querrán decir poca cosa, agregan, aludiendo al logo del diario.

El diario, que emplea a 290 personas, ha sido desde su fundación el buque insignia de la prensa diaria de izquierda francesa y fue en la década de los 60 una pieza relevante de los movimientos de mayo del 68. Situado en sus comienzos en la extrema izquierda, a finales de los años 70 evolucionó hacia posturas socialdemócratas, tras la marcha de Sartre. En 1978, su director Serge July lo definió como liberal-libertario.