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Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver Domingo 1 de diciembre de 2013 Num: 978 |
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Bazar de asombros La poética de Festival Internacional Las calles, los teatros Puebla, de tradición Manuel Acuña, Ibargüengoitia y Columnas: Directorio |
Germaine Gómez Haro Bienvenido, Museo Jumex (I DE II) La apertura de un nuevo museo en épocas de descalabro financiero es motivo de gran celebración. Sabemos que los proyectos culturales –públicos o privados– son los primeros en sufrir recortes presupuestales, y en muchos casos, hasta la suspensión definitiva de actividades. Felizmente el Museo Jumex abrió sus puertas hace unos días con sede en un espectacular edificio que marcará un hito en la historia de los museos del siglo XXI en nuestro país, e inclusive más allá de nuestras fronteras. El imponente edificio enclavado entre el Museo Soumaya y el Teatro Telmex (en bulevar Miguel de Cervantes Saavedra, colonia Ampliación Granada, a un lado de Polanco) es obra del multicelebrado británico David Chipperfield, considerado “el arquitecto de museos y galerías número uno en el mundo”. El nuevo recinto hace honor rotundo a la fama de este genio de la belleza y funcionalidad museística que tiene entre sus importantes proyectos la Turner Contemporary Gallery (Margate, Inglaterra), la Hepworth Wakefield Gallery (Yorkshire, Inglaterra), el Museo de Bellas Artes de Reims (Francia), el Liangzhu Culture Museum (Hangzhou, China), el Museo Gotoh (Tokio), el Museum Folkwang (Essen, Alemania), el Neues Museum (Berlin, Alemania), el Saint Louis Museum of Art (San Luis Missouri, EU), por mencionar algunas de sus obras de años recientes que han marcado una pauta en la arquitectura mundial. Sin duda, el Museo Jumex es una obra paradigmática en nuestro país y dará mucho de qué hablar. En una nota recién aparecida en el blog de la revista Arquine, el arquitecto Óscar Rodríguez –colaborador de Chipperfield en este proyecto– hace énfasis en el hecho de que la arquitectura “necesita de tiempo de estudio y de análisis para conocer los datos del problema, tiempo de reflexión para llegar a una síntesis, a una solución rigurosa, y un tiempo adecuado para su construcción”, pensamiento que me parece muy atinado en relación con el óptimo resultado de este edificio, cosa que muy a menudo no sucede con nuestros ilustres arquitectos, o quienes comisionan las obras. Desde que el visitante se aproxima al recinto, la proporción áurea del diseño salta a la vista. Conforme se recorren los generosos espacios distribuidos verticalmente en cinco plantas, esta sensación va en aumento. Elegancia, armonía, sobriedad y sofisticación son los rasgos distintivos del diseño de Chipperfield, considerado minimalista por excelencia, cualidades que se agradecen en todo museo contemporáneo –completamente en el sentido inverso del estilo Jean Nouvel en el Quay Branly de París, por ejemplo. Las dos galerías destinadas a las exhibiciones ostentan unos muros altísimos que remiten a las catedrales góticas pero que, a la vez, han sido concebidos con tan perfecta proporción que no hacen sentir diminuto al visitante, a pesar de que prácticamente no hay muros divisorios, lo que propicia un recorrido dinámico y una apreciación integral. El último nivel está rematado por una cubierta en diente de sierra que permite la entrada de la luz natural que baña cálidamente el espacio. Como se mencionaba líneas arriba, se nota que este proyecto fue diseñado y concebido sin prisas, estudiando y cuidando hasta el más mínimo detalle, lo cual da como resultado una obra de singular maestría.
De la misma manera que el edificio se llevó a cabo con esmero y rigor conceptual y estético, siempre he pensado que Eugenio López es un coleccionista que piensa y estudia a fondo sus decisiones. No solamente por la dimensión del acervo que ha reunido –cerca de 2 mil 600 piezas, entre las cuales se pueden encontrar los autores más importantes de México y del extranjero–, sino por la manera cauta e inteligente con la que lo ha conformado. Tengo para mí que tiene una idea muy definida de lo que le entusiasma a él, y me atrevería a asegurar que no le interesa en lo absoluto complacer a nadie. Hay quienes ostentan el título de “coleccionistas” cuando su objetivo es acumular obras, comprar oportunidades o acumular nombres que “apantallen”, sin reparar en lo más importante, es decir, la calidad. Y para distinguir la calidad en una obra de arte, por cara o barata, famosa o desconocida que sea, hay que educar al ojo y al intelecto. Eugenio López Alonso es un coleccionista en toda la extensión del término, y también un mecenas generoso que ha regalado al pueblo de México un soberbio museo dedicado al arte contemporáneo que compite con las más prestigiadas instituciones del mundo. En la siguiente entrega se abundará sobre la colección y las exposiciones inaugurales. (Continuará) |
