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Expertos analizan el tema en encuentro en la UNAM

La libertad, producto de procesos culturales, sociales y biológicos
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Los maestros José Luis Ibáñez y Margo Glantz, colaboradora de este diario, durante el encuentro de ayer, que Tv UNAM transmitió en vivoFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Miércoles 27 de noviembre de 2013, p. 21

Académicos de diversos ángulos del conocimiento definieron la libertad como un proceso que depende de los entornos culturales y sociales, pero a la vez biológicos.

Durante el foro Conecta 2013, Campus del Pensamiento, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que se desarrolló en la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, la directora de la Facultad de Ciencias de esa casa de estudios, Rosaura Ruiz Gutiérrez, planteó que los individuos no están determinados ni genética ni culturalmente, pues la interacción entre genoma y ambiente da espacio para la libertad.

Planteó que, si bien las posibilidades de cada persona –desprendidas del legado de la evolución– dependen de la genética, éstas también pueden variar por el entorno en que se desarrolla el sujeto. Por ello, subrayó que el Estado tiene la obligación de garantizar que la totalidad los niños y jóvenes mexicanos tengan acceso a todas las oportunidades para desarrollar sus potencialidades y tener una vida digna y con libertad.

Para Juliana González, doctora honoris causa por la UNAM y docente de la Facultad de Filosofía y Letras (FFL), debido a la revolución del conocimiento científico puede afirmarse que la libertad está ligada a la naturaleza física y biológica de los individuos. Gracias a nuestro cerebro, genoma y especie, los seres humanos tenemos una dignidad que nos viene de la vida misma.

Los hechos y lo que se escribe

Álvaro Matute, del Instituto de Investigaciones Históricas, hizo una distinción entre la libertad histórica (que se gesta en los hechos) y la libertad historiográfica (que es la que se escribe). Con frecuencia la primera (los hechos) condiciona a la segunda (lo que se escribe). Nos tenemos que emancipar de nuestra historia, pues nos autolimitamos al escribir, debemos cumplir con la metodología pero lograr que las reglas no sean dogmáticas, pues la historiografía es parte de lo creativo, expresivo y literario y no hay que inhibirlo.

Gonzalo Celorio, de la FFL, se refirió a la limitación de la libertad que hubo durante la época de la Colonia en la entonces Nueva España a partir del control del ingreso de la literatura. Durante los tres siglos de dominación española, argumentó, no existió ninguna novela, pues es un género libertario, subversivo y en consecuencia peligroso y censurable.

Fue a partir de la guerra de Independencia cuando la literatura siguió un proceso de emancipación cultural, cuyo propósito fue articular una expresión propia que configuró y reveló nuestra identidad.

Herminia Pasantes, investigadora emérita del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, explicó que las adicciones a las drogas ejemplifican cómo el cerebro nos puede esclavizar, al limitar y acotar la libertad de elección de las personas. Estas sustancias, dijo, actúan en el circuito de recompensa, porque su estructura molecular es semejante a la de neurotransmisores naturales como la serotonina. Al no producir el mismo nivel de euforia, se requiere mayor cantidad de estupefacientes para alcanzarlo, lo que propicia la esclavitud del estado de ánimo artificial, con un costo muy alto.