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Las derechas en México sólo tienden a reforzar desigualdades

Actualmente PRI y PAN son neoliberales y se parecen más

“Si las izquierdas se asumieran diferentes jamás propondrían alianzas con el blanquiazul o el Tricolor. En lugar de buscar su propia definición han copiado, en el mejor de los casos, a los partidos socialdemócratas europeos”

 
Periódico La Jornada
Lunes 25 de noviembre de 2013, p. 7

Las derechas en México se han modernizado sin perder su esencia, es decir, su tendencia no sólo a defender el statu quo, sino a reforzar las desigualdades en todos los terrenos. Tal es la reflexión de Octavio Rodríguez Araujo, profesor emérito de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de Méxcio (UNAM) y colaborador de este diario.

Enseguida, las respuestas que el también miembro de la Academia Mexicana de Ciencias dio a propósito de su más reciente libro, Derechas y ultraderechas en México.

–En su libro domina la descripción de una derecha mexicana atada a una defensa ramplona de los valores cristianos, un rostro muy lejano de aquella merecedora de la victoria cultural de Carlos Castillo Peraza, ¿no le parece?

–No todas las derechas han defendido los valores cristianos (o los valores religiosos, aunque no sean cristianos), pues no son éstos los únicos que las caracterizan. Las derechas tienden no sólo a conservar el statu quo, sino a reforzar las desigualdades. La democracia, la libertad de expresión y las elecciones más competitivas, a las que, por ejemplo, se refería Castillo Peraza cuando hablaba de victoria cultural, sólo son expresiones de un aspecto definitorio de las derechas que nos han querido convencer de que la evolución de regímenes autoritarios a otros más democráticos son conquistas de las fuerzas progresistas. Sí y no. Por supuesto que es mejor vivir bajo un régimen democrático en el que incluso sea legal la oposición y la protesta social, que en uno donde estos derechos no existan, pero esto no cambia las relaciones de dominación de las clases hegemónicas ni la tendencia al fortalecimiento de las desigualdades.

–Cito a Enrique Peña Nieto: “… hay que buscar fórmulas en el pragmatismo puro; yo estoy a favor, más que de la defensa de las ideologías, de la definición clara de objetivos y de la forma pragmática de lograrlos”. ¿Por qué la derecha en México se niega a decir su nombre?

–Una característica que distingue a las derechas de las ultraderechas es que las primeras son más pragmáticas y las segundas más ideológicas. Usted lo señala citando a Peña Nieto. Esta es la derecha, en tanto que las ultraderechas insisten en la imposición de valores religiosos (ideológicos como pocos) y en formas menos tolerantes de gobierno y de convivencia social (discriminación social, racial, de género, cultural y, obviamente, religiosa), con lo que también tratan de reforzar y evidenciar las desigualdades más allá de lo meramente económico.

–¿Por qué es Lázaro Cárdenas el demonio de las derechas?

–Lo que las derechas y las ultraderechas vieron en el gobierno de Cárdenas fue una fuerte tendencia a mitigar las desigualdades sociales de manera autoritaria y populista con el intervencionismo de Estado como protagonista principal. De ahí que, sobre todo las ultraderechas, fueran furiosamente anticomunistas y, por lo mismo, fascistas en diversos grados, pues el fascismo es históricamente y por definición anticomunista, entre otros rasgos peculiares y no siempre los mismos en todo lugar.

Para fines prácticos, el centro es de derecha

–¿Cuáles son los rasgos de la derecha moderna? Una reciente encuesta de Consulta Mitofsky concluye que el mexicano promedio se ubica a la derecha. ¿Una conclusión posible es que la izquierda sólo puede triunfar electoralmente en México si se corre al centro?

–La derecha no es estática. También se moderniza, al igual que las ultraderechas. Pero que se adapten a nuevas circunstancias no quiere decir que pierdan su esencia. Las izquierdas, por cierto, también han cambiado y han tratado de adecuarse a los tiempos y las circunstancias. Si hablamos de izquierdas electorales es claro que se han corrido al centro, abandonando las definiciones clasistas que las caracterizaron.

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El politólogo y escritor Octavio Rodríguez Araujo, en imagen de septiembre de 2008Foto María Luisa Severiano

“El centro es una tendencia al menor compromiso clasista posible, pues la población, como bien señala, es mayoritariamente conservadora, temerosa de los cambios e influida por los más poderosos medios de comunicación (obviamente de derecha). El centro atrae más votos que las posiciones extremas, pese a que en la Europa actual las ultraderechas han venido ganando terreno electoral. Esto no pasa igual en México, ya que nuestros problemas son diferentes en muchos sentidos a los de Europa. Acá tanto las derechas extremas como las izquierdas también extremas tienen, por ahora, poca aceptación en términos numéricos. La orientación del voto, pese a la abstención, oscila entre el centro-izquierda y el centro-derecha. Me adelanto a decir que el centro, para fines prácticos, es de derecha, pues es conservador. De aquí que las diferencias entre el PAN y el PRI se hayan diluido, no tanto porque el PAN cambiara mucho (que sí cambió desde mediados de los años 70: más pragmático), sino porque el tricolor, sobre todo con Salinas, se corrió hacia la derecha, adoptando el neoliberalismo como ideología y abandonando el llamado ‘nacionalismo revolucionario’. Hoy ambos partidos son neoliberales y se parecen más que en el pasado.”

La izquierda y el error de copiar

–¿Las derechas están condenadas a ganar? ¿Nada en el horizonte anuncia su derrota electoral?

–Frente a unas izquierdas poco organizadas y ayunas de definiciones ideológicas, las derechas, sean del PRI o del PAN, tienen mayores probabilidades de continuar en el poder. Se impusieron y, como están las cosas entre las izquierdas, la alternativa para éstas es poco optimista, entre otras razones porque queriendo ganar elecciones se han acercado a las posiciones de derecha, incluso haciendo alianzas con ésta. Si las izquierdas se asumieran diferentes jamás propondrían alianzas con el PAN o el PRI o con los partidos tradicionalmente aliados con éstos. No es que no haya alternativa, como dijera Margaret Thatcher; sí la hay, pero nuestras izquierdas en lugar de buscar su propia definición han copiado, en el mejor de los casos, a los partidos socialdemócratas europeos, muy poco distinguibles de los propiamente de derecha. Al final todos han hecho lo mismo: subordinarse a las fuerzas hegemónicas del capitalismo sin buscar realmente la disminución de las desigualdades sociales.

–Los sectores progresistas y/o de izquierda dan por hecho que la derecha no puede ganar batallas contra el Estado laico, pues las han perdido todas. ¿Seguirán esos triunfos si la izquierda mantiene su ya largo abandono del debate ideológico?

–Cuando los partidos comunistas adoptaron las posiciones del eurocomunismo, que no fueron muy diferentes a las de la socialdemocracia de los años 70, en México apenas hubo debate, no suficiente. Simplemente se trasladaron las posiciones sobre todo del Partido Comunista de Francia, comas más comas menos, y de ahí el viejo Partido Comunista Mexicano habría de socialdemocratizarse hasta desaparecer sin pena ni gloria. ¿Adaptación a los tiempos? Tal vez, y no estoy seguro de que hubiera habido otra alternativa. Pero, desde luego, el pragmatismo electoral abandonó el debate y hoy día éste no existe, ni siquiera en los ámbitos académicos. Hay más bien una especie de indiferencia, salvo cuando una oposición que toca algunas de las fibras más sensibles del capitalismo y de los intereses creados se manifiesta. Recuerde el 2006.

Derechas y ultraderechas en México (Orfila) será presentado este martes 26 de noviembre a las 19 horas en el Foro de la librería Gandhi (Miguel Ángel de Quevedo número 121). Los comentarios correrán a cargo de Bernardo Bátiz, Luis Hernández Navarro, Lilia Venegas y el autor.