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Ver día anteriorLunes 25 de noviembre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudades patrimonio: panorama crítico
A

caba de celebrarse en la capital de Oaxaca el decimosegundo Congreso de la Organización de las Ciudades del Patrimonio Mundial, bajo el lema Ciudades patrimonio, ciudades sustentables. Un selecto grupo de especialistas ofreció un panorama crítico del estado en que se encuentran estos sitios emblemáticos que convocan a historiadores del arte, arquitectos, estudiosos de la realidad social y económica y a millones de turistas. En México la mayoría de las ciudades con un patrimonio destacable han sufrido severos procesos de transformación. El último siglo y medio la capital del país, Puebla, Morelia, San Miguel de Allende, Veracruz o Querétaro tuvieron cambios notables en los edificios, las actividades económicas y los grupos sociales que las habitan.

Varios son los factores que han contribuido a esta transformación. Por un lado, el acelerado crecimiento demográfico, la industrialización, las migraciones del campo, la especulación con el uso del suelo y los empeños de los funcionarios por hacer negocios so pretexto de modernizarlos con los peores adefesios arquitectónicos.

Estos corazones citadinos resultaron así marcados por un progresivo deterioro físico y social y en algunos casos vulnerados de manera irreversible. Aún así son el corazón político, cultural, social y económico de nuestras principales ciudades. Tarde llegó el interés gubernamental por ese patrimonio, encargando de ello a instituciones y a especialistas en la materia y aprobando medidas (que con frecuencia se ignoran) para garantizar su buen estado. Sólo en la otrora Ciudad de los Palacios, cerca de 300 construcciones de alto valor arquitectónico están en el abandono, como bien documentó Guillermo Tovar de Teresa.

En Oaxaca se habló de la necesidad de proteger y revitalizar los centros históricos como ejes del desarrollo urbano. Lo anterior contempla, además del buen estado de los edificios y la conservación del arte que encierran, volver a poblarlos a fin de que sean importantes social, económica y culturalmente. Y no, como sucede en algunos casos, ejemplo de marginación, violencia y pobreza. A la agenda de conservación se deben, por tanto, sumar acciones para mejorar la calidad de vida de quienes lo habitan y lograr que sean lugar de rencuentro y disfrute de propios y visitantes. Un espacio abierto, no un gueto de pobreza. Tampoco propiedad de unos cuantos poderosos.

Los esfuerzos por revitalizar los centros históricos no han tenido el mismo éxito al encarar el medio ambiente, pues se distinguen por la contaminación atmosférica (fruto de las partículas menores a 2.5 micras, el ozono o el dióxido de nitrógeno), el ruido, el mal uso del agua y el transporte público obsoleto. El resultado: enfermedades diversas que no siempre figuran en las estadísticas epidemiológicas.

Además, hay un abismo entre lo que saben los expertos y la percepción de la población. Para los expertos, la contaminación atmosférica es uno de los factores más peligrosos para la salud, y el primero entre los ambientales. No así para la población, acostumbrada a ver la nube gris que cubre las ciudades, a caminar por calles y avenidas ruidosas al mismo tiempo que se desplazan los vehículos altamente contaminantes. Y es que, como sus efectos son invisibles o a muy largo plazo, le restan importancia.

Hace un cuarto de siglo el Centro Histórico de Oaxaca y Monte Albán fueron declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad. Las razones que hubo para ello se reafirmaron en este encuentro internacional. No solamente porque la ciudad no ha perdido su belleza arquitectonica, sino por ser un muestrario de la diversidad cultural, social y productiva del estado con mayor bidoiversidad de México. Pero, como reconoce el presidente municipal de la antigua Antequera, Luis Ugartechea Begué, anfitrión del decimosegundo Congreso, no todo es color rosa. Hay problemas urgentes de resolver. El de la pobreza y la marginación en primer lugar. Luego, garantizar agua potable para todos, disponer de transporte público eficiente, disminuir la basura, el ruido y acabar con la corrupción. Todo se puede lograr con políticas de largo alcance y la participación efectiva de la gente, principal riqueza de la entidad.

Para Elenita Poniatowska