Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 24 de noviembre de 2013 Num: 977

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

El Premio FIL a
Yves Bonnefoy

José María Espinasa

Artigas en el cuarto
de los espejos

Alejandro Michelena

El asesinato de
Roque Dalton

Marco Antonio Campos

Cambio de armas
Esther Andradi entrevista
con Eva Giberti

La aventura artística
de Philip Guston

Eugenio Mercado López

Philip Guston,
del muralismo
al cartoonism

Gonzalo Rocha

Diego y Frida,
una pareja mítica

Vilma Fuentes

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Galería
Rodolfo Alonso
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
@JornadaSemanal
La Jornada Semanal

 

Miguel Ángel Quemain
[email protected]

Las Conversaciones de Mercedes Pascual

Mercedes Pascual recibe un reconocimiento a su trayectoria con el montaje de Conversaciones (Conversaciones con mamá), producción de la Compañía Nacional de Teatro, dirigida por Martín Acosta y que cuenta con la interlocución actoral del estupendo Roberto Soto. Así se responde a una vitalidad y sabiduría ejemplares para quienes aspiran a vivir todos los mundos posibles sobre un escenario, como lo ha hecho ella desde hace seis décadas.

Pascual es una actriz viva y con todo su instrumental afinado. Es un artista a la que el tiempo le ha mostrado cada una de las virtudes que debe conservar con el transcurso de los años, es decir, le ha enseñado a entender la riqueza y complejidad de matices que conforman lo humano. Viene de un mundo actoral con una vida muy rica en la radio y que en la telenovela pudo expresar el poder de sus gestos y cualidades histriónicas vocales, así como la plasticidad de un movimiento que amplificaba los discursos actorales en una televisión que se fue volviendo cada vez más banal y superficial, llena de etiquetas y lugares comunes.

La CNT ha propiciado el reconocimiento a los actores de número, a los de mayor trayectoria con obras y puestas en escena dedicadas a la exploración que de sí mismos son capaces de realizar, para transmitírsela a un público  necesariamente amplio, conformado por hacedores, aficionados y teatrófilos. Sobre el montaje y la dramaturgia valdría la pena dedicar una nota aparte, que contemple también el trabajo de Martín Acosta, un director notable que durante 2013 tuvo trabajos sobre los que conviene recapitular.

Las ambiciones latifúndistas

En siguientes entregas se irán exponiendo las ideas capitales de Hans-Thies Lehmann (Teatro posdramático, Paso de Gato/Cendeac, 2013), para compartir con nuestros lectores el contenido de un texto al que algunos profesores y ejecutantes del teatro le han otorgado una enorme importancia en su práctica docente y escénica. Las casi quinientas páginas que integran el libro no merecen que se le explore en una sola entrega, en una reseña que, así, reduciría notablemente sus alcances.

La ambición teórica, tan ausente entre nosotros, merece la pena de ser compartida y expuesta en medios de difusión susceptibles de encontrar públicos lectores más amplios que el del ceñidísimo círculo del teatro, como son el antropológico y los de otras ciencias sociales, así como el del psicoanálisis, ya que en Teatro posdramático hay reflexiones de orden estético que encuentran lindes fecundos con las prácticas teatrales contemporáneas.

Insisto en que vale la pena discutir y compartir un conjunto de ideas que se han apropiado unos cuantos terratenientes (claro, como los de Los Agachados, con tierra en las uñas), quienes por lo común ponen a su servicio a las instituciones de docencia o de investigación para a) hacerse notar (aunque son agachones), b) favorecer a sus amistades, c) apropiarse de las invitaciones y convocatorias que consideran sólo para ellos y no para las instituciones a las que deben servir, d) tener admiradores, e incondicionales, e) todas las anteriores.

Sería interesante mostrar cómo algunas de esas “figuras” han hablado a título personal y le han sacado mucho provecho a la burocracia sobre la que escupen todos los días (todos los funcionarios, excepto ellos, son unos ineptos y vendidos, zalameros inútiles) aunque viven puntualmente de ella, de la que se han beneficiado, y carecen de generosidad.

No es fácil que compartan sus conocimientos (sí es muy fácil que los conviertan en dictaduras), porque piensan que es echarle margaritas a los cerdos. Suponen que sus “colegas” son provincianos, como los directores, los actores y los dramaturgos mexicanos, las editoriales provincianas y el país provinciano que lo único cosmopolita con que cuenta es precisamente ese pequeño círculo de pequeños narcisos. Por lo general son juez y parte pero no lo admiten, sólo muestran un solo lado y ocultan el otro, alternativamente.

Se les puede reconocer por sus alumnos y sus seguidores, unos y otros humillados, que sólo reciben estímulos como: “no entendiste nada”. Debe ser terrible ser alumno de personas para las que no existen argumentos, sólo “su ruta única”.

Algunos de estos personajes han transitado episódicamente por la crítica teatral. Por lo general insisten en declarar que ésta, la crítica, no existe, pero no lo hacen para estimular su presencia sino para afirmarse como los únicos comentaristas posibles de la vida teatral.