Diálogo de los animales y las cosas

Entre naguales, coyotes tramposos y cuervos chocarreros, mitos de origen y fábulas morales, memoria colectiva y escritura personal, comunión con la naturaleza y perplejidad ante los retos de la intemperie, en las cosas, la vegetación y las bestias hay chulel,

alma. Tal horizonte conceptual lo comparten todos los pueblos indígenas de América. Un mundo de riqueza expresiva, sabiduría indestructible y humorística, lírica, mágica, donde hablan seres que, a veces, se pasan de vivos.

El sapo y el venado (zoque)

Había un sapo que vivía en un pantano. Mientras estaba desayu­nando su comida favorita —el excre­mento— pasó corriendo un venado; éste, al verlo, se detuvo y pensó: “Qué tonto es el sapo, está feliz comiendo pura porquería”. Eso pensó el venado, después se retiró a toda velocidad para buscar hierbas tiernas para comer.

Al atardecer el venado regresó nue­vamente al pantano y encontró al sapo comiendo lo mismo. El venado dijo para sí: “Qué tonto es el sapo”, y se alejó a toda velocidad. Así transcurrieron los días hasta que, en cierta ocasión, el venado le dijo al sapo:“Oye sapo,por qué no cambias de lugar y de comida; anda, ven conmigo a buscar otras tierras y comidas diferentes”. El sapo no le con­testó al venado. Cada vez que el venado pasaba por el pantano le decía lo mismo al sapo.

Cierto día el sapo no aguantó más y le respondió al venado: “Sabes venado, yo no sé por qué te alejas tanto a buscar comida si siempre comes lo mismo”. El venado permaneció unos segundos en silencio, después le respondió al sapo: “Es cierto lo que dices, pero a mí me gusta conocer nuevos lugares, correr a campo traviesa.Yo soy muy hábil y veloz, corro y salto muy alto. Qué te parece si jugamos una carrera para ve quién es el mejor”. El sapo dijo: “Está bien, acepto. Ya veremos quién es el mejor”. El vena­do le respondió: “Seguro que yo soy el mejor”. El venado dijo esto porque el sapo era gordito y panzón ya que nunca se movía de su lugar.

Inmediatamente empezaron a pre­parar la competencia. Invitaron a todos los animales del monte: a las hormigas y chapulines; estos, a su vez, invitaron a los gusanos y los gusanos invitaron a los zopilotes y los zopilotes invitaron a los lobos, que eran sus parientes, y los lobos invitaron a los tigres y los tigres invitaron a los leones. Total que todo mundo estaba invitado a presenciar la competencia entre el sapo y el vena­do. Por fin llegó el día esperado. Los competidores tenían que correr siete tramos, cada tramo era una meta. Los competidores se pusieron en posición para iniciar la carrera y el águila dio el banderazo de salida.

El venado salió disparado como rayo, pero cuando llegó a la primera meta el sapo ya se encontraba ahí, salió corrien­do hacia la segunda meta y el sapo ya se le había adelantado, y así corrieron los siete tramos y el sapo siempre ga­naba. En el último tramo el venado se cansó mucho y de tanto esfuerzo que hizo cayó muerto; el venado nunca supo cómo el sapo, siendo tan lento por su gordura, le ganó. Pero el sapo era un animal muy astuto, él sabía que no le podía ganar al venado, por eso invitó a su familia para que lo ayudaran en la competencia, colocó a cada uno de sus parientes en las metas. De tal manera que cuando el venado llegaba a la meta, sus parientes ya estaban ahí y como to­dos los sapos se parecen el venado no se dio cuenta del engaño. Así es como ganó el sapo o, mejor dicho, como gana­ron los sapos.

Una vez que murió el venado, todos los animales se reunieron en torno a él para despedazarlo y comérselo; el sapo comió el excremento del venado y las hormigas bebieron la sangre. Todos los animales comieron, cantaron y bailaron alrededor del muerto. Los sapos no de­jaron de bailar y cantar. Por esta razón actualmente el venado vive en el mon­te y corre siete veces cuando lo van a cazar y siempre regresa al mismo lugar. El venado odia al sapo y lo aplasta cuando lo encuentra, y el sapo siempre vive en los pantanos y se la pasa comiendo excremento por tramposo. El sapo por miedo no sale de día, sólo camina de noche.

Narrado por María Sánchez Álvarez,
Nuevo Francisco León, Ocosingo, Chiapas.

 

Incendio/guendaria’qui’
(zapoteco del istmo)

Esteban Ríos Cruz

El alba
extiende su mantel rojo.
Canto de zanates.
El epazote y el cordoncillo
se saludan con la brisa.
En el patio, los chicozapotes
duermen a pierna suelta.
El sol, como un niño travieso, se encarama
en la figura pálida del ciruelo.

Siedo’ye’
ruchiaa larigueta ziñá xti’.
Roonda bigose.
Yagabiti ne ye’daana
Rudí’ca diuxi ne binisa.
Lo layú yoo, ca guendadxiña
nisiaasica nuchiaa niaaca.
Ubidxa, sica ti ba’du’ nadxi’ña’,
dxi’ba’
lo ti yagabiadxi naguchi

El pájaro caballero y el pavorreal (me’pha a, o tlapaneco)

Recogido por
Abad Carasco

En aquel tiempo el pavorreal
era un pájaro muy feo y el caballero*
era bastante bello; era el
más bonito de todas las aves.
Una vez que hubo una fiesta entre
los pájaros, el pavorreal no quería
asistir porque le daba pena su
mal vestido. Entonces se le ocurrió
una excelente idea: pedir prestado
un traje. Empezó a ver a todos los
pájaros para decidir a quién pedirle
prestada su vestimenta. Vio que
era el pájaro caballero el que tenía
el traje más bonito. Entonces llegó
con el pájaro caballero y le dijo:

–Amigo caballero, vengo a pedirte
un favor bastante grande; por tu
belleza no soy digno ni de acercarme
a ti.

–¿Y qué favor quieres que te
haga?— preguntó el caballero.

–Quiero que me prestes tu traje
para asistir a una fiesta. Lo quiero
sólo por hoy y te lo traigo tan
pronto termine la fiesta. Te prometo
que lo voy a cuidar mucho.

–¿Y yo qué me pondré?— preguntó
el caballero.

–Yo, mientras , te presto mi ropa.

Ante la insistencia del pavorreal,
el caballero le prestó su
ropa sin desconfianza, pero aquél
jamás regresó. Huyó con la ropa
del caballero.

Desde entonces, el pavorreal
quedó bonito con la ropa del caballero,
mientras que éste se puso
feo. Por eso no sale de día, sólo
de noche, porque le da pena traer
ropa del pavorrreal, y por eso tampoco
hay pavorreales donde viven
los caballeros.

*Caballero: ave nocturna, también conocida
como tapacaminos o cubrecaminos.

Tintas; Atziri Carranza

Cuento de las tres cosas/ ñomndáa, Cwentoo’ ndye ‘nan
(ñomndáa, O amuzgo)

Aurora de Jesús Cruz,
de Xochistlahuaca (Suljaa’), Guerrero

Un día, la mesa organizó una
reunión a la que invitó a la silla y
a las piedras del fogón. Los tres se reunieron
en la cocina, le pidió al perro
que fuera por ellos porque no podían
llegar por sí solos.

Cuando se reunieron, tomó primero
la palabra la mesa.

–Yo los cité aquí para que veamos
qué hacer con esta mala vida que llevamos.
Yo sufro mucho, muchas cosas
ponen en mi espalda, nadie me da de
comer, sólo me ocupan para cargar la
comida, sólo los cuatro dueños comen
bien.

Cuando empezó a hablar, la silla dijo:

–A mí también me pasa lo mismo
que a tí, yo siento bien cómo se me va
haciendo pesada la carga mientras están
comiendo nuestros dueños y se van
acabando la comida que tú cargas.

Contestó la piedra del fogón:

–Ustedes no la pasan tan mal, nosotros
sí sufrimos mucho, casi casi nos
morimos cuando nos ponen el sombrero
ancho en nuestras cabezas, nos
empiezan a echar lumbre y nos empezamos
a quemar bien feo, luego tiene
que pasar mucho tiempo para que nos
compongamos.

Al escucharlos contestaron las leñas:

–Ya dejen de estarse quejando de su
destino y acéptenlo, eso no es nada en
comparación de lo que nosotros sufrimos.
Nosotros realmente nos morimos
cuando nos queman y nos transformamos
en cenizas, pero no nos estamos
quejando.

Cwii xuee meisa s’aan jumta ñequio
sula, ñequio ljo’ tei’chom,
ndyena tjmndyenanaquii’ caseina, ndo’
tsán na ñetjacachuu joona, catsue’ ee
xocandaa nnc’oochen nquieena.

Jnda na tjomndyena, quiajo’ts’an na to

‘jndyee matseinein meisa. Matso meisa.
Ja l’ue ts’oo nya na nntiaaya nawi’ na
cwitjoo n e ja jeen wi’ matjon jeen jndye
‘nan cwintyjo naxan ‘a saa tj’anan ‘ñeen
nñequiaa chjoowi’ na lcwaa’ a tomti na
machoya nantquie, ñequiee nn’an na ‘
naan ja jeenya cwicwa’na.

Quia’ t’oo sula maatsoom mati ja macwe’
laa’ti’ matjon, janntyjii ntyjiichan

wjawijaa’ñe ts’an na ‘naa n ja choya
jom xje nna macwaan ‘an ndo’ ‘u wyandyaan
dyu’ xjen’ñeen cwjandyue nantquie
na ntyjo nacjo’.T’oo ljoo’_tei’chom
je’cwiluena ‘o xen ndya’ ya na cwe’ laa’ti
cwi tjom’yo’ ja t’manti na wi’ cwint’iaaya
ncue ncuee cwjaa ñ’aa nya ee xjen na
nntiom ts’an tjan xjen na nntiom ts’an
tjanxjen tmein nquaa nya xjen’ ñeen
mana njñom ts’an chom nacjeen tjxqueen’
neen mana nntseicona’.

Ja cwajndii cwicondyo cwileiweendyo
xeen jnda jeen yo wjaco’ya nnda’na’
ja. Quia jo’ jla’ xuaa n’ oomteincwe,
jluena ‘o xen ndya’ ya na cwe’ laa’iti
cwitjom’yo ja mana cwjaa ya na qui’
na cwindye’ ntjoo nya, ee ja cwicondyo
a, ñ’aa n ya mana matseicwa quen ‘na’
tsquie ja

Zoque: Mitos, cuentos y creencias zoques, de José Luis Sulvarán López (editor y compilador). Universidad Intercultural de Chiapas, San Cristóbal de las Casas, 2007.

Amuzgo: Antología de cuentos indígenas de Guerrero, compilado por Rosa Román Lagunas. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 2007.

Zapoteco del Istmo: Palabras germinadas/Ca diidxa’ guchendú, de Esteban Ríos Cruz. Serie Literatura Indígena Contemporánea, Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, México, 2008.

Me’pha a: Relatos tlapanecos/Ajngáa me’pha a, Lenguas de México, número 13, Dirección General de Culturas Populares, México, 1995.