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La antropóloga Silvia Terán coordina simposio auspiciado por el FICMaya

Hemos perdido la noción de lo sagrado de la naturaleza

En épocas ancestrales y hasta la actualidad, lo sobrenatural no era un mito sino un elemento inherente a la cultura y filosofía en el Mayab, dice

“Desde su biblia, el Popol Vuh, ya se nos habla de los guardianes del bosque”

Ahora destruimos a pasos agigantados nuestro entorno

Enviado
Periódico La Jornada
Jueves 24 de octubre de 2013, p. 3

Mérida, Yuc., 23 de octubre.

Si algo debe aprender el mundo contemporáneo de los mayas es su conocimiento y respeto profundos por la naturaleza.

Así lo sostiene la antropóloga Silvia Terán, coordinadora del simposium Los cuidadores del paisaje sobrenatural del Mayab, que tuvo lugar ayer como parte del segundo Festival Internacional de la Cultura Maya (FICMaya), en la capital yucateca.

Estamos ahora en una crisis ambiental monumental derivada de la destrucción a pasos agigantados de nuestro entorno. En parte, eso se debe a que hemos perdido la idea del carácter sagrado de la naturaleza, la cual predominaba en el mundo maya. Ese es uno de los mensajes principales que quiere mandar el simposium a la sociedad.

De acuerdo con la especialista, lo sobrenatural es un elemento inherente a la cultura y la filosofía mayas desde épocas ancestrales hasta la actualidad y, como tal, para ese pueblo es un aspecto tan real como la naturaleza misma, de la cual forma parte, aunque la civilización occidental lo encasilla en el ámbito de los mitos.

Mundo con guardianes

“Desde la biblia maya, el Popol Vuh, ya se nos habla de los guardianes del bosque a partir del segundo capítulo. En él se dice que después de los mundos crearon a los cuidadores del monte, los animales, los bosques”, explica Silvia Terán en entrevista.

“Eso quiere decir que en la concepción maya prácticamente se creó el mundo con sus guardianes, los cuales sobreviven hasta hoy, porque los campesinos hablan de gran cantidad de seres sobrenaturales que viven en el monte, así como de los aluxes, que han trascendido el ámbito rural y aparecen en el de las ciudades. Incluso gente estudiada, con universidad, da testimonio de ello”.

Entre esos entes sobrenaturales, menciona, se encuentran los kanansayab, que son cuidadores de las venas de agua y cada cenote tiene el suyo; Yumkax, el dueño de la vegetación y que cuida las aves; el dueño de los animales de la tierra es Metan Luum, mientras Sip de los venados; también están los balames, cuidadores de los caminos.

Lo anterior, en síntesis, fue el tema general en torno del que se realizó el encuentro intercultural, en el cual participaron 12 académicos, un J’men (sacerdote maya) y un campesino descendiente de esa cultura, así como dos especialistas indígenas egresados de la Universidad de Oriente (ubicada en Valladolid, Yucatán).

La idea de incluir al J’men se debe a que es un experto practicante de esa milenaria cultura; al campesino maya, porque son en las milpas y los monte donde habitan esos seres sobrenaturales; y a los dos egresados universitarios, por tratarse de dos indígenas con estudios superiores que, por ello, tienen un pie en su cultura y el otro en la occidental.

La razón de este simposio, indica la también curadora del Gran Museo del Mundo Maya de Mérida, está relacionada, por un lado, con la vigencia que lo sobrenatural mantiene entre los mayas contemporáneos y, por otro, porque el tema del festival es el paisaje, y parte esencial de éste para los mayas es lo sobrenatural.

Conocedores del ecosistema

Silvia Terán destaca el conocimiento y el manejo que la civilización maya tuvo del ecosistema y la agricultura, lo cual le permitió la sustentabilidad en un medio natural tan frágil como la selva, sin destruirla.

Además de su bagaje y manejo de plantas domésticas, los campesinos mayas tenían y tienen un conocimiento detallado del clima, las tierras y el ecosistema, agrega la antropóloga, y pone como ejemplo un culto en el que invocaban a 16 dioses de la lluvia y a sus respectivas esposas.

Cada uno de esos dioses habla en realidad de 16 tipos diferentes de lluvias, que provienen de diferentes direcciones, con distintas características. Un conocimiento que ni los climatólogos actuales poseen.

A la par de ese saber, dice, los mayas contaban con una premisa filosófica y ética de que la naturaleza no es un objeto de dominio y explotación del hombre, sino un sujeto con espíritu, voluntad, conciencia y mayor poder que el ser humano.

Sin el reconocimiento de que la naturaleza tiene un poder, sería imposible la sustentabilidad, porque considerar sagrada la naturaleza es lo que permite manejarla con respeto y obedeciendo las reglas que ella impone, resalta.