Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 13 de octubre de 2013 Num: 971

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Lichtenberg: sobre
héroes y estatuas

Ricardo Bada

La palabra, el dandi
y la mosca

Edgar Aguilar entrevista
con Raúl Hernández Viveros

Antonio Gamoneda: sentimentalidad oscura
José Ángel Leyva

El caso de la mujer azul
Guillermo Samperio

El rival
Eugenio Aguirre

Tecnología y consumo:
el futuro enfermo

Sergio Gómez Montero

Cárcel y libertad
en Brasil

Ingrid Suckaer

Máscara
Klítos Kyrou

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Rogelio Guedea
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La mirada clásica

Estoy dando un curso sobre la vida urbana. Para mi introducción traje a clase algunas lecturas de autores clásicos: Aristóteles, Platón, Montaigne. Mis estudiantes no los conocían. Mientras leían los pasajes que aquéllos escribieron sobre la ciudad, tan precisos y reveladores, yo pensaba en la forma en que habían penetrado de tal modo esa realidad sin tener las herramientas que hoy tenemos. Me evadí de lo que ahí se estaba leyendo y pensé sólo en los clásicos: su forma de ver la realidad. Y, al paso, me pregunté: cómo hacerlo ahora, cómo distinguir el canto de pájaros o murmullos de la gente, el paso del viento e incluso del tiempo, si pasamos horas con los audífonos puestos, el computador en las narices, el televisor encendido hasta altas horas de la noche. Creo que fue una estudiante la que me trajo de nuevo a la clase, con una pregunta sobre ese pasaje de Montaigne en el que, en sus Ensayos, cuenta sobre los sacrificios humanos de los indígenas mexicanos. Entonces empecé a explicar a mis estudiantes lo importante que era no saber qué observar y cuándo, sino, mejor aún, cómo. Y que eso los clásicos nos lo enseñaban, insistí. Pero nadie me hizo caso.