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Un éxito, la asamblea de la CNTE; participan 38 secciones

Revés magisterial a la opción de repliegue táctico” en el Zócalo

Falló diagnóstico de Chuayffett sobre la reacción de cada sección

 
Periódico La Jornada
Domingo 8 de septiembre de 2013, p. 4

Llovió, tronó y relampagueó, pero los maestros de Oaxaca decidieron no moverse. El mitin convocado con mucha antelación por Andrés Manuel López Obrador se va, con su defensa del petróleo, a otra parte.

No hay que esperar, en realidad, que finalice la asamblea de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y sus aliados para enterarse de que las cosas saldrán así. Basta, en las primeras horas de la tarde, darse una vuelta por el plantón del Zócalo y ver a las maestras Roxana y Ana María pelando papas para la cena bajo una gran carpa blanca, la cual exige 12 horas, a marchas forzadas, para poder ser subida en camiones.

No lejos de la cocina, la asamblea de la CNTE es un éxito: asisten representaciones de 38 secciones del SNTE –los activistas democráticos de siempre, pero muchos más que se estrenan, cualquiera que sea la razón, al lado de la disidencia magisterial–, así como delegados de 57 organizaciones sociales del más variado tipo.

El acuerdo central, en lo que hace a la agenda inmediata, es que los asistentes tensarán el músculo para mover a sus bases el próximo miércoles en un paro cívico nacional –valga el nostálgico nombre que revela las horas de vuelo de los liderazgos– y un par de marchas que habrán de confluir en la residencia presidencial (ahí se verá cuántos de los 57 son sólo membretes).

La votación refleja la derrota de aquellos que planteaban la pertinencia del repliegue táctico –el desgaste de los oaxaqueños como argumento principal– y el triunfo de quienes miran en las revueltas estatales –en lugares donde la disidencia magisterial no ha sido la mandona– una redición del movimiento de 1989, aquel que concluyera con un aumento salarial significativo, la caída del sempiterno Carlos Jonguitud y la entronización de la profesora Elba Esther Gordillo.

En su celda de hospital, donde últimamente suele pasar el tiempo enconchada en la parte alta de su cama, víctima de un resfriado y de depresión, Elba Esther sería feliz, quizá, de enterarse que en Jalisco, Aguascalientes, Chihuahua, Quintana Roo, Baja California y varias entidades más donde la disidencia ha sido minoritaria o testimonial, los maestros se suman a la protesta (¿ya ven cómo si era yo quien controlaba?, diría). Sólo el curso de los acontecimientos dirá si estamos frente a un alzamiento espontáneo o si los cacicazgos estatales del SNTE –indoblegables hasta ahora– están aprovechando el viaje para negociar sus canonjías locales.

La pradera que arde indica, entre otras cosas, que Emilio Chuayffet se ha tomado tan en serio su papel de pedagogo que se anda olvidando de la política. Porque apenas ocupó la silla en la Secretaría de Educación, Chuayffet mandó hacer una investigación muy detallada sobre la capacidad de respuesta de todas y cada una de las secciones del SNTE frente a la entonces desconocida reforma educativa. Los cuestionarios llegaron a manos, incluso, de la maestra Gordillo. A la luz de lo que ocurre, el diagnóstico falló.

No fallaron, eso sí, las previsiones de los comisionados del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) para tender puentes con los maestros en plantón. Martí Batres y Jesús Martín del Campo tenían pocas esperanzas de convencer a los maestros de dejar libre la plancha del Zócalo para el anunciado mitin de este domingo.

Al cuarto para las doce ya no es un asunto de voluntad. De ahí que el equipo de logística del tabasqueño haya decidido que el templete del mitin será la plataforma de un tráiler, que se puede colocar aquí o allá.

Cuando cae la noche, un dirigente de la coordinadora define pragmáticamente: López Obrador puede hacer su mitin en la avenida 20 de Noviembre. Así todos ganamos, porque finalmente los maestros estaremos ahí, en la defensa del petróleo.

El escritor Paco Ignacio Taibo II, miembro de la dirección nacional de Morena, sólo tuitea dos palabras: sin comentarios.

Todo eso ocurre mientras en el Zócalo los maestros tratan de resistir los chilangazos (les dije que no dejaran solo el campamento, ese muchacho ya se sacó varias cosas) y se preparan para el aguacero nocturno.

Hay varios huecos en el plantón. Uno corresponde a la tienda de campaña del profesor Marcos José García, director de una de las escuelas secundarias de mayor tradición en la capital de Oaxaca, con mil 200 alumnos. Él volvió a aquella ciudad porque tenía asamblea con los padres de familia. Por teléfono cuenta la tensa reunión.

–Llegaron 427 padres. Un tercio, muy tripulado por priístas, que incluso habían declarado a la prensa que abrirían la escuela a la fuerza, se quiso poner rudo, pero al final la asamblea dio respaldo a la planta docente.

–¿Qué les reclaman?

–Los argumentos de siempre: que ya basta de que cada año hagamos lo mismo, que ya se nos pasó la mano. Pero eran minoría. A una sola voz, sobre todo las madres, nos respaldaron, porque conocen nuestro trabajo y reconocieron que estamos enfrentando a una autoridad sorda, insensible, que quiere resolver con castigos y amenazas.

–¿En qué quedaron?

–Establecimos con ellos un compromiso de reponer el tiempo, de cubrir los programas, un compromiso de trabajo.

Armados de libros

¿Qué traen?, pregunta un policía a los maestros que se juntan en la Plaza de la República. Venimos armados de libros, responden. En el Monumento a la Revolución y luego en la Alameda Central, dos centenares de docentes del Distrito Federal organizan un sentón de lectura para difundir su causa.

Un niño lee a Julio Verne en voz alta. Patricia, directora en una escuela primaria de Iztapalapa y dueña de un premio nacional de fomento a la lectura, junto con otros docentes, seleccionan varios cuentos y les dan lectura pública. Uno habla de 15 letras que sólo son útiles cuando se unen para darle sentido a una oración. El volumen se llama Cuentos descontentos.