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Bajo la Lupa

Desplome de la producción de las dinosáuricas petroleras anglosajonas

M

ientras se frotan las manos el Financial Times (12/8/13) y el angloestadunidense Duncan Wood, autor del reporte WWC/ITAM/Imco (ver Bajo la Lupa, 17/7/13) y prácticamente el padre putativo de la entreguista reforma Peña/Videgaray/Aspe –que consideran el mayor alcance desde el TLCAN de 1994–, las petroleras anglosajonas exhibieron su marcha de la vergüenza (¡supersic!) al haber contraído dramáticamente su producción,pese a una suculenta inversión, según el mismo rotativo británico ( Financial Times, 11/8/13): Atrapadas en un ciclo de gastar más pero hallando menos petróleo.

Mas allá del diagnóstico definitivo de NBER (conglomerado de los economistas de Estados Unidos que dictaminan la recesión) –TLCAN: México, un desempeño menos que estelar , 2004 http://www.nber.org/papers/w10289)–, a mi juicio, el modelo TLCAN no es nada ejemplar; todo lo contrario: representa un cataclismo humano multidimensional de desmantelamiento agroindustrial y de socavamiento soberano al abrir la caja de Pandora del narcotráfico, expulsar a 30 millones de migrantes, profundizar la miseria, entregar la banca nacional, desindustrializar la planta productiva, frenar la investigación y desarrollo y colocar a México en la órbita geopolítica de Estados Unidos bajo el esquema de Norteamérica.

Según el mismo rotativo ( Financial Times, 7/8/13), el mediocre retorno de la inversión ha alejado el interés de los inversionistas en las grandes compañías de petróleo, de acuerdo con el ranking de Morgan Stanley.

Las grandes petroleras europeas –Shell, BP, ENI (Italia)y TOTAL (Francia) reportaron 10 por ciento menos de ganancias al segundo trimestre de este año–, al unísono de las dos mayúsculas petroleras de Estados Unidos –ExxonMobil (menos de la mitad del nivel del año pasado) y Chevron (con abrupto declive).

Las megapetroleras anglosajonas (Shell, BP, ExxonMobil y Chevron), sumadas a las dos europeas (ENI y TOTAL), son ineficientes debido a su elevado dispendio de capitales y a sus retornos declinantes, según un reciente estudio de City Research: del 20 por ciento de retorno sobre el capital, a mitad de la década pasada, ahora se confinan a un mediocre 9 por ciento y con tendencia a precipitarse más en 2015.

Guy Chazan, del Financial Times, cita que los inversionistas, pese a los elevados precios, desechan a las petroleras anglosajonas como dinosáuricas (¡supersic!), que se encuentran atrapadas en una perrera al gastar cada vez más para encontrar menos y producir menos petróleo, cuando los “inversionistas las entierran para favorecer a sus más ágiles rivales, especialmente aquellos que están a la vanguardia del shale gas (gas esquisto/lutitas) de Norteamérica” (¡supersic!).

Las dinosáuricas trasnacionales petroleras anglosajonas han dilapidado sus reservas, mientras que las empresas estatales de los países emergentes las han consolidado hasta controlar 90 por ciento (ver Bajo la Lupa, 11/8/13).

Las trasnacionales petroleras anglosajonas son muy mediocres frente al desempeño de sus competidoras estatales con el petróleo no convencional, donde la estatal Petrobras las ha dejado atrás en la explotación de las aguas profundas.

A mi juicio, el renaciente nacionalismo de los recursos primarios, cada vez más acentuado en Rusia, Venezuela y Asia central, ha desplazado a las otrora omnipotentes petroleras anglosajonas, cuando el control del oro negro, más allá de un vulgar enfoque mercantilista, constituye la suprema joya geoestratégica del siglo XXI –transcendente consideración que soslaya la entreguista reforma Peña/Videgaray/Aspe, notablemente antiambientalista.

De no ser por el controvertido auge del shale gas, Estados Unidos, después de haber perdido el control de los hidrocarburos en el Medio Oriente –a consecuencia de su derrota militar en Afganistán e Irak– se encontraría en un gravísimo problema existencial.

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Vista de la refinería de Exxon Mobil en Baytown, Texas, en imagen del 15 de septiembre de 2008. El pasado primero de agosto la petrolera reportó una fuerte caída de sus beneficios trimestrales debido a la reducción en la producción de petróleo y gas, y ganancias menores en el negocio de refinaciónFoto Reuters

Como corolario del shale gas, que ha beneficiado a pequeñas empresas de Estados Unidos que no se encontraban en el radar, su auge ha perjudicado paradójicamente a las megatrasnacionales petroleras anglosajonas, hoy dinosáuricas, que han desplazado su producción hasta en 40 por ciento a nuevos productos de extracción no convencional como el shale gas, más allá del petróleo y su exploración convencional.

Las megapetroleras anglosajonas, al unísono de las europeas latinas (ENI y TOTAL) –donde nadie cita a Repsol, la pésima apuesta de dos ex presidentes panistas, que ocupa un mediocre lugar 112 en el ranking de las 500 empresas globales de Fortune/CNN (en contraste con Pemex, tan vilipendiado ingratamente por los entreguistas neoliberales itamitas, que se ubica en el lugar 36 con 125 mil 200 millones de dólares de ingresos en 2012)–, tienen que responder a las exigencias de los rendimientos de sus accionistas, quienes se encuentran preocupados por su incapacidad para aumentar la producción. Gracias a sus abultados dividendos, las petroleras anglosajonas han detenido la fuga de sus inversionistas.

Guy Chazan considera que son las empresas energéticas de mediano tamaño las que “se han montado en el éxito del auge del shale gas”.

Mientras ExxonMobil declina su producción, la mediana EOG Resources espera aumentar su producción de petróleo crudo en 35 por ciento (subió más de 44 por ciento su valor en bolsa en un año), cuando esta última tiene un valor de capitalización del mercado de 10 por ciento de la primera. Otras empresas medianas de gran desempeño son Cabot Oil & Gas, Pioneer Natural Resources, Apache, Hess y Whiting Petroleum.

El nuevo mantra de la industria petrolera: “ Small is beautiful!”

Guy Chazan cita a Eric Gordon, de Brown Advisory, quien aduce que las acciones de las petroleras anglosajonas están condenadas al subdesempeño (¡supersic!).

Ed Crooks, del Financial Times (7/7/13), aduce que “las pequeñas empresas se encuentran a la vanguardia de la revolución del petróleo shale”, como Devon Energy, la polémica Chesapeake Energy y Continental Resources.

Ed Crooks se entusiasma y considera a estas pequeñas empresas como el equivalente de la revolución cibernética en Silicon Valley.

Liam Denning, del Wall Street Journal (Reservar un lugar en el cambiante mundo del petróleo, 11/8/13), rememora en forma sarcástica que “cualquiera que vio la serie Dallas sabe que es muy difícil tener confianza (¡supersic!) en los barones del petróleo”, debido a la naturaleza nebulosa de las reservas probadas de las petroleras de Estados Unidos, ya que los datos de los recursos son demasiado grandes para ignorar, los cuales acarrean señales vitales sobre su futuro.

Liam Denning cita a la consultora de energía Rystad Energy, que calcula sus propias estimaciones de acuerdo con un muestreo de 11 de las mayores petroleras mundiales y coloca entre las cinco grandes, que tienen entre 50 mil y 60 mil millones barriles de petróleo equivalente (BOE, por sus siglas en inglés), a 1) Shell; 2) Rosneft; 3) Petrochina; 4) ExxonMobil, y 5) Petrobras. Resalta que los mayores recursos los detenten tres empresas estatales (¡supersic!) de los BRICS: Rosneft, Petrochina y Petrobras.

Perturba que la entreguista y antiambientalista reforma Peña/Videgaray/Aspe claudique ante las dinosáuricas petroleras anglosajonas con menor futuro que Pemex, que cuenta con mayores reservas y un mayor potencial de su producción.

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