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Rindieron homenaje al actor en el Festival Internacional de Cine de Guanajuato

Yo era el chistoso del cine, pero me divertía mucho: Fernando Luján

De antes, extraño los foros, la escenografía, el amor que se tenía a la carrera y el profesionalismo, afirma

Recuerda las producciones de ficheras como una de las épocas más oscuras

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Fernando Luján durante la entrevista en San Miguel de AllendeFoto Carlos García
Enviado
Periódico La Jornada
Lunes 22 de julio de 2013, p. a12

San Miguel de Allende, 21 de julio.

Arropado por unas vistosas mojigangas y una ondulante/serpenteante horda de fanáticos, el actor Fernando Luján recorrió las céntricas calles de San Miguel de Allende para coronar su periplo en el Cine de los Aldama, donde recibió el homenaje del Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF).

En entrevista con La Jornada el actor informó: Este homenaje que me rinde el GIFF es una sorpresota. Yo me pregunté por qué y me dijeron que por mi trayectoria; me da mucho gusto que sea aquí en San Miguel de Allende, una ciudad preciosa. Siento muy padre recibirlo en vida, porque regularmente te lo hacen cuando ya no estás; es muy satisfactorio recibirlo por el trabajo que he hecho en esta carrera tan bonita.

En la charla que sostuvo con este diario, el actor, proveniente de una de las familias más importantes de la época del cine nacional, la dinastía Soler, agregó: Del anterior cine nacional extraño, obviamente, los foros, los estudios, las escenografías que antes se hacían; estaban muy bien. Pero sobre todo, el cariño y el amor que se tenía en ese momento a la carrera; el respeto a los actores de teatro, que se ha perdido.

Preguntan cuánto van a ganar antes de saber su papel

Por más que Fernando Luján trató de ser humilde y no develar la felicidad que lo envolvía, la mueca pétrea de satisfacción que mantenía su boca, lo delataba; sólo desaparecía por momentos y uno de ellos fue cuando dijo: “He asistido a muchos llamados ‘nuevo cine mexicano’; obviamente, las temáticas han cambiado, pero se extraña eso que antes ponían los actores: el profesionalismo. Era muy difícil que no se supieran sus líneas; hoy día los jóvenes actores preguntan cuánto van a ganar antes de saber cuál será su personaje...

Antes, el cariño al cine mexicano era diferente; sobre todo los productores eran personas muy encariñadas con el cine mexicano; le ponían mucho entusiasmo a sus películas. Claro, tenían la ventaja de contar con un reparto con actores como Jorge Negrete y Gloria Marín, que les garantizaba toda la taquilla de Latinoamérica. Eso se perdió; se dejó de lado apostar por las figuras y hoy cuesta mucho trabajo levantar un proyecto.

Luego, abrió un sobre de azúcar dietética, la cual depositó en un café expreso y mientras lo mezclaba con una cuchara, dijo: De las épocas que he vivido del cine nacional una de las más oscuras fue cuando hicimos el movimiento del Sindicato de Actores Independientes(SAI), porque entró un cine de ficheras de mal gusto, con base en la grosería fácil, con falta de respeto. En esa época fue muy difícil trabajar; se vino para abajo el cine nacional, se alejó al público familiar de las salas. En los años 90 empezó a recuperarse con esfuerzos notables y talentos, que figuran en los planos internacional y nacional.

El actor hizo una pausa para tomar un sorbo de café y encender un cigarro. Enseguida agregó: “Cuando comenzamos con el SAI éramos treinta y tantos. Fue un momento difícil, pues a todos los que nos subimos al carro no nos daban trabajo ni en el teatro ni en el cine. En esa época hice mucho centro nocturno, me acababan de dar un premio aquí en Guanajuato, por Estas ruinas que ves. Me llegaron argumentos que tuve que desechar, porque no me dejaban hacerlos. Sin embargo, ese movimiento fue muy importante. Creo que a todos nos centró mucho respecto de lo que queríamos de la carrera...

Lo malo fue que todos los miembros del sindicato comenzamos a sentir los balazos del hambre, por lo que se fue desintegrando poco a poco. Además, las exigencias de Enrique Lizalde, para ser miembro eran muy claras y eso hizo que gente de mucho valor se alejara, sobre todo a los que éramos de cine empezaron a cambiarnos por gente que nunca lo había hecho. Eso ocurrió en esa época oscura de la que te hablo... Sin embargo, sentó un precedente importante para mucha gente, a muchos nos forjó cimientos.

Fernado Luján terminó de fumar su cigarrillo, dio un sorbo más a su bebida, y afirmó: “Me he mantenido vigente trabajando; no hay más que trabajar. Cinco días sin Nora, por ejemplo, unos de los trabajos más recientes que he hecho, ganó muchos premios en varias partes del mundo; desde Morelia hasta Rusia y Argentina, incluso en España me dieron uno como mejor actor... Y no he hecho más cine por el contrato que tengo con el canal de televisión, que me llama para una telenovela y ya no tengo tiempo de hacerlo, aunque en los lapsos que no hago telenovela casi siempre trabajo en el séptimo arte”.

Luján encendió otro cigarro y, pensativo, mientras doblaba el sobre del azúcar que había usado, recordó: “Lo que más me ha impresionado de un director es lo que me contó Luis Beristáin papá sobre Luis Buñuel. Me dijo que al filmar la escena de la cena de Viridiana hacía que los actores se quitaran el abrigo y metieran las manos en un bote de melaza durante 10 minutos para que se sintieran muy inquietos a la hora de rodar... O la anécdota de cuando un sonidista cortó la escena y Buñuel le pregunto por qué, a los que el técnico le respondió: ‘Señor es que acaba de pasar un camión’. Buñuel contestó: ‘¡Coño!, ¡avíseme cuando pase un barco; estamos en la ciudad! Recuerdo ese tipo de cosas. Tengo muchas anécdotas, como vengo de una familia artística, viví muchas. Yo era un niño muy profesionalito. Recuerdo que trabajando con Alejandro Galindo presencié cómo le gritó a una actriz y me enojé. No quise continuar actuando hasta que le ofreciera disculpas a la actriz, que por cierto ya no recuerdo quién era. Me fui a mi camerino y no salí hasta que el director le ofreció disculpas; sólo así lograron que siguiera trabajando”.

Cuando arrojó una bocanada de humo, se le preguntó cuánto tiempo lleva fumando. Respondió: Ya había dejado de fumar; lo dejé cinco años, pero en la penúltima novela que hice, trabajábamos en el Desierto de los Leones, hacía un frío terrible y volví a agarrarlo; me cuesta más trabajo dejar el cigarro... A los que fuman les recomiendo que sigan haciéndolo, porque cuando se regresa uno lo hace con más ímpetu. Fumo una cajetilla al día. Cuando más lo hago escribo argumentos, obras de teatro, cuentos y poesía, ando como Alejandro Dumas. De repente se me ocurre una cosa y después me meto hacer otra; de hecho acabo de presentar aquí en este festival en el concurso de guiones un trabajo. A ver qué pasa.

Al terminar el segundo cigarro, pidió un segundo café; luego afirmó: En el cine siempre fui el chistoso, nunca fui galán. Siempre se me relegó; me decían que estaba mono, pero muy flaquito. Entonces me divertía mucho, porque no había chistosos en esa época. Eso me permitió que cuando terminaba una película tenía ya cuatro o cinco libretos para hacer la próxima película, aparte hacía doblaje y teatro. Nunca me gustó la etiqueta de galán... Actualmente, me sigue gustando mucho el rock. Mi hijo el más chico, Paolo, está muy acelerado y tiene una voz muy bonita. Creo que va para allá. El rock es una música que no pasará de moda, ya es una música clásica; él me da ritmo.

A pesar de no considerarse galán, a Luján se le conoce como un hombre con suerte para las mujeres. Acerca de ellas dijo: Salvan. Son lo más hermoso del mundo. Creo que es un complemento maravilloso. He sido una persona muy inquieta, todas mis mujeres me han dejado mucho amor, me han dejado cinco mujeres y cinco hombres, más los que se acumulen esta semana... Bueno, ahora ya no tanto. Hay un momento en que se calma el cadáver y te asientas. Son un aliciente muy bello.

Cuando tengo tiempo, lo que más me gusta es escribir

Dijo que cuando tiene tiempo de estar en su casa le gusta ver los noticieros, primero, y después una película, mucho cine en televisión. Cintas que me interesan y compro. Pero cuando tengo tiempo lo que más me gusta es escribir.

–Fernando Vallejo dice que la vida está inconclusa sin la vejez, ¿usted que opina?

–Tiene toda la razón, porque si no, vivirías sólo una o dos etapas de tu vida. Pero siempre he pensado que además del aspecto físico, la vejez es algo efímero. Yo me la paso viendo personas de 20 años que ya son unas ancianas. Sin embargo, tenemos el caso de Ignacio López Tarso, un hombre completamente jovial. A pesar de tener 85 años de edad, tiene una vitalidad impresionante. Todo el ejercicio de teatro clásico. No creo que, como dice David Lynch en su película Una historia sencilla, ‘lo peor de ser viejo sea recordar cuando se es joven’; al contrario siento que estoy en la mejor etapa de mi vida, de chavo te peleas con todo el mundo. Te divierte mucho pero he tenido la mala fortuna de tener operaciones muy fuertes, pero creo que hierba mala nunca muere y salgo del hospital con más ganas de vivir y pues muy contento de tener una esposa guapa y joven, tantos hijos cerca.

Por ejemplo yo tengo un hotel en Puerto Escondido y cuando voy con alguno de mis hijos, Paolo o Canek, nos ponemos a surfear y cosas que supuestamente ya no puedo hacer, pero a mí me es impermeable y afortunadamente puedo hacer todo.

Poniendo punto final a la charla porque las mojigangas, fanáticos y organizadores del festival se lo llevarían al tributo que le tiene programado, Fernando Luján señaló: Es maravilloso estar en una profesión en la que puedes verte cuando eras joven o escuchar la voz de tu mamá y verla. Sientes una sensación especial al verlos otra vez vivos... Por eso creo que en muchos momentos, como dijeron por ahí, el cine es mejor que la vida, aunque la literatura lo es aún más, porque ahí no tienes cortapisas de presupuesto; es más personal. Por eso seguiré actuando.