Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 21 de julio de 2013 Num: 959

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Vicente Leñero en
sus ochenta años

José María Espinasa

María del Mar y el Movimiento Agorista
Evangelina Villarreal

Luis Javier Garrido: universitario ante todo

Roger von Gunten,
color y naturaleza

Allá y aquí
Bernard Pozier

La lectura como traducción
José Aníbal Campos entrevista
con Carmen Boullosa

Provincia griega d.c.
Panos Thasitis

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Columnas:
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La Otra Escena
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Las Rayas de la Cebra
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Los exilios múltiples de Sandra Félix

Dirigida por Sandra Félix a partir de la elección de cinco obras (más una) en un acto –publicadas en 2003 por Biblos en Argentina,  que convocó a dieciocho argentinos, mexicanos y españoles–, Exilios cruza sus historias de desprendimiento y duelo en una dramaturgia que hace legibles los símbolos detrás de seis historias que ocurren entre 1920 y 1980.

Las formas del exilio son también las de esa extranjería que Julia Kristeva exploró en su inmortal ensayo Extranjeros a nosotros mismos. Melancolía, angustia, periplos delirantes que le dan vueltas al sombrero propio, y aportan una densidad emocional a ese horizonte de desencuentros y vacíos que propone ese puerto móvil al que arribamos en exilios episódicos a lo largo de nuestra vida.

Hay una dramaturgia que sostiene la dirección y que viene de un trabajo que Félix desarrolló con un grupo de actores que la dejaron con deseos de continuar el aprendizaje, hasta llevarlo a una puesta en escena de convergencia con el taller de Memoria Emocional que Sandra impartió en la Casa del Teatro a cuatro de los actores que participan en esta puesta, asistida por Ángeles Hernández. Actúan Xavier Ximenez, Omar Ramírez, Alicia Zárate, Víctor Maraña y Gilberto Dávalos, y todos ellos materializan el dolor del que se va: lo hacen con el cuerpo, el gesto y un tono que se sostiene durante todo el montaje.

Exilios se compone de las piezas cortas: “La Frontera”, de Laila Ripoll (España), “El buen vecino”, de Juan Mayorga (España), “Dos exiliados”, de Antonio Álamo (España), “El ganso Djurgarden”, de Lucía Laragione (Argentina), “Desembarco y despedida”, de David Olguín (México), y “Un día de lluvia”, de Alicia Zárate (México), texto que se agrega ahora a esa elección antológica de la directora y que, vale decir, añade una dosis importante de humor esperanzador, de coincidencia en una atmósfera de evidente desencuentro.

No es nada más un dato curioso que Exiles, la obra teatral de James Joyce, escrita hace casi cien años y representada en un incomprensivo mundo insular, muestre las sutiles pero violentas formas de exilio que soporta y crea nuestra imaginación, las cuales padecemos en los órdenes más íntimos. El de la pareja por ejemplo, siempre triangular, acosados por formas de deseo e insatisfacción que nos vienen tanto de adentro como de fuera de nosotros, y que ilustran los modos en que emprendemos unos viajes y nos desprendemos del territorio más familiar y conocido para arriesgarnos en aquel donde nos esperan, sumamente inquietos, aquellos que fundamentalmente saben rechazar al extranjero, aunque sea idéntico al que expulsa, al que vigila la frontera, como en estas historias. Sintetizaré sólo una de ellas: la del joven que encuentra a un compatriota que parece resistirse a su lengua materna; todo indica que la ha olvidado, sobre todo en el momento de volverla a articular frente al propio paisano perseguido por su insuficiente pertenencia al contexto extranjero.

Como sucede con el duelo, el exilio es una pérdida que aguarda en escenarios de gran diversidad, inagotables pero susceptibles de pensarse como lo han hecho originalmente los dramaturgos argentinos que convocaron a españoles y mexicanos a tratar un tema que triangula y hermana a las tres nacionalidades que no sólo durante el siglo xx han penado a través de variadas fronteras con la ambición de continuar, rehacer, reinventar la vida con sus múltiples maneras de regreso, de reencuentro o de mera contemplación de esas diferencias aleccionadoras para el testigo del testigo.

Sandra Félix optó por un montaje que pone en juego la imaginación del escenógrafo y el iluminador Philippoe Amand, quien logra cuadros plásticos que reúnen belleza y eficacia; escenas que son también puentes musicales creados por Erando González, donde transitan unos actores que se visten con pieles tan equidistantes como familiares, para un público que guarda en su memoria histórica peregrinajes, migraciones, tránsitos que han orientado su historia hacia el encuentro y el mestizaje.

Exilios es una forma de continuidad en el pensamiento de una directora que entiende el proceso creador como reflexión, indagación actoral y dramatúrgica que le permiten desarrollar un gran dispositivo intelectual y artístico tras bambalinas, un trabajo que fructifica con rigor y articula sus puestas en escena. Ahí también están los exilios de Rose, por ejemplo.

Exilios se presenta los jueves a las 20:30 horas, en La Gruta del Centro Cultural Helénico, hasta agosto 15.