Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 7 de julio de 2013 Num: 957

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Una especie de
resistencia cultural

Paulina Tercero entrevista
con Enrique Serna

Nuno Judice, Premio
Reina Sofía 2013

Enrique Florescano
entre libros

Lorenzo Meyer

Homenaje a
Enrique Florescano

Javier Garciadiego

Los narradores
ante el público

José María Espinasa

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Galería
Rodolfo Alonso
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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Miguel Ángel Quemain
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Amanda Schmelz y Sandra Félix, teatro en casa

Rose, de Martin Sherman, es un monólogo que dirige Sandra Félix e interpreta Amanda Schmelz. Se presenta bajo una modalidad llamada Teatro en Casa, que depende de la confianza de alguien que presta un espacio doméstico para que unas veinte personas presencien un trabajo al que deben anotarse con la suficiente anticipación para que el montaje se realice.

Rose tiene la posibilidad de disfrutarse desde miradores distintos. En uno de ellos es posible vislumbrar la historia de una mujer octogenaria que recapitula sobre su trayecto vital y selecciona las escenas más significativas de esa vida que un día abandona la infancia, amanece en su nuevo cuerpo adolescente, sexuado; que se confronta con el mundo moral, ético, social y cultural que empuja a tomar decisiones capitales que, a su vez, obligan a tomar en las manos la propia vida; al menos esa vida en la que algunas circunstancias históricas permiten construir la identidad de un individuo que se enamora, se casa, engendra, participa de un orden familiar y grupal y a quien, después, el paso del tiempo conduce hacia rutas impensadas, no siempre en las manos de quien las vive y que, en apariencia, debería ser capaz de tener cierto control sobre su posible futuro.

En ese mirador, el transcurso a través de la historia del siglo xx permitirá a muchos espectadores saber que se trata de una mujer que estuvo de pie en el corazón mismo de varios paisajes que definieron dolorosamente a dicha centuria. Desde la revolución bolchevique al estalinismo; de una crisis económica y social de magnitudes tales que permitió el ascenso del autoritarismo en Europa, hasta la conflagración que dio como resultado el Estado de Israel; la Guerra fría, el macartismo, las revoluciones y las independencias, los grandes cambios en el mundo, el advenimiento de la era de Acuario, el jipismo, la contracultura, el ‘68, el revisionismo postmoderno de los ochenta y los capitulares noventa, hasta la llegada de un nuevo siglo con sus previsiones apocalípticas.


Foto:cortesía de www.liarueda.com

En el otro mirador están las interpretaciones (históricas, sociales, antropológicas, analíticas) sobre todos estos hechos que son enumerados a partir de una dramaturgia cuidadosa, precisa, cargada de estrategias retóricas que tienen como eje el humor  sostenido en la parodia, la autocrítica, el contrapunto, la comparación, las oposiciones que caricaturizan al propio personaje, que se mira en un espejo sin concesiones y coloca bajo la lupa a una sociedad cada vez más desmemoriada, indiferente y sin compromiso con aquello que de histórico y político reclama su presente.

Lo mismo sucede con el trabajo de Amanda Schmelz.Quien conoce su trayectoria desde fines de los ochenta, sabe de su filiación por el cabaret, de su trabajo con Jesusa Rodríguez, sus múltiples asistencias de dirección, su especialidad en maquillaje y su habilidad para recoger y resignificar objetos; sabe de eso y, también, de su vitalidad y profunda humildad.

Un espectador más enterado puede disfrutar este producto de gran belleza, así como la paciente elaboración de un actor entrenado que ha recorrido desde distintos miradores el proceso teatral. Amanda le da vida a un personaje pleno de matices en un concierto gestual, tonal, que tiene encima décadas y décadas de recuerdos, reflexiones, culpas, enojos y placeres. Su estupenda actuación hace pensar que el personaje habla en un estado de flotación y de libre asociación; sin embargo, el texto de Sherman es un alegato ético y no una expresión del puro psiquismo.

A ese recorrido se suma el compromiso y la sutileza de Sandra Félix en la dirección, con una trayectoria de gran compromiso e inteligencia. Félix es una directora que no se arredra frente al trazo, la adaptación y el abordaje de textos literarios que exigen del director una revisión dramatúrgica.

Esta visión se extiende hasta Exilios, montaje riguroso integrado por seis historias que indagan en las fronteras internas y externas a las que estamos sometidos cuando nos negamos a reconocer la existencia del otro.

Sobre una banca y apoyada bajo una luz, Rose modela sus gestos, su cuerpo controlado y suave, durante casi tres horas que se deslizan sobre un diapasón emocional que reconoce un mundo repetitivo, estereotipado e injusto, pero que cede frente al orden personal del deseo y de la voluntad.

Habrá funciones el próximo 8 y 21 de julio, a las 19 y las 12 horas, en Mixcoac y Tlalpan, respectivamente. Informes y reservaciones al correo [email protected].