Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 26 de mayo de 2013 Num: 951

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

El espíritu abierto
de Valery Larbaud

Vilma Fuentes

Ditoria: en el centro
de la edición

Ricardo Venegas entrevista
con Roberto Rébora

Caparrós, memoria
singular de Argentina

Sergio Gómez Montero

Cualidad y horizontes
del adjetivo

Leandro Arellano

Gilbert, Sullivan
y Grossmith,
el humor Victoriano

Ricardo Guzmán Wolffer

El joven Dickens
Graham Greene

Una tempestad
llamada progreso

Hugo José Suárez

La poesía
Aris Diktaios

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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Rogelio Guedea
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Puente colgante

No es bueno vivir en los extremos, sean de una soga, una calle o de la propia vida. Todo tiene dos extremos, hasta el alma. Vivir en cualesquiera de los dos no es bueno. Lo mejor es el centro mismo, donde los extremos se encuentran. Pero no en los extremos. Ni en uno ni en otro. Lo peor de los extremos es la soledad. Uno se aleja hasta de sí mismo. Porque el yo interior vive en el centro, es el eje de la balanza. Pongamos un ejemplo: el más pobre de los pobres está tan solo (porque todos lo desprecian, porque nada se puede sacar de él) como el más rico de los ricos (quien, al contrario, tiene que huir de quienes lo buscan para quitarle su riqueza). Huir es estar solo. Ni un extremo ni otro traen la felicidad que todos soñamos. Por eso nadie debe buscar ni una orilla ni la otra. Lo mejor es levantar nuestra casa en el medio, y hacer que los extremos se junten ahí mismo donde vive nuestro ser interior, puente colgante del abismo que somos.