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A los mexicanos les pegan mucho y para evitarlo hay que saber desplazarse, aconseja

Un boxeador necesita ser buen bailarín, dice el entrenador cubano Miguel Baro
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El entrenador de origen cubano Miguel Ángel Baro (al centro) se dirige a sus alumnos en el gimnasio del Deportivo Rosendo ArnaizFoto Francisco Olvera
 
Periódico La Jornada
Sábado 18 de mayo de 2013, p. a15

Golpear y que no te golpeen. Evitar los golpes a través de un ritmo en los desplazamientos hasta desesperar al rival, así es como el entrenador Miguel Ángel Baro, procedente de La Habana, resume la técnica de boxeo cubano, un estilo único y que llevó a la grandeza a extraordinarios púgiles como Teófilo Stevenson, José Mantequilla Nápoles y que ahora retoma Guillermo Rigondeaux, campeón mundial gallo de la AMB y la OMB.

Hay que saber manejar las tres distancias: corta, mediana y larga. Los mexicanos son buenos en este deporte, pero les falla evitar que les peguen, muchos sólo saben manejar la corta y mediana distancias, no la larga, para eso hay que saber desplazarse, lo cual es la esencia del pugilismo cubano, dice el ex peleador y seleccionado juvenil de su país, quien se dedica a preparar peleadores mexicanos al compás de música caribeña en la Escuela Cubana de Boxeo.

El pugilismo debe ser estético, elegante, como un baile, hay que saber mover bien los pies y la cintura para evitar los golpes; un buen peleador es un buen bailarín, por eso a mis alumnos también les enseño a bailar para que sepan moverse, dice Baro, quien imparte sus lecciones en un gimnasio adaptado con un cuadrilátero que construyó con lo básico: 16 cuerdas. No se necesita más que técnica y talento.

Su primera oportunidad para trabajar en el extranjero fue una oferta con la selección de Jamaica, pero su conexión con México se logró hace cuatro años al colaborar con el Instituto Mexiquense de Cultura Física y Deporte. Más tarde conoció a su compatriota Ultiminio Ramos, campeón de peso pluma en la década de 1960.

Sin embargo, Baro señala que aun cuando Sugar Ramos y Mantequilla Nápoles sorprendieron con su ágil estilo para defenderse y derribar oponentes, nadie siguió su técnica, y resalta que de haberse fusionado la habilidad de los cubanos para resistir y evitar golpes con la velocidad e ingenio para golpear de los mexicanos, se habría formado una escuela boxística superior a la actual.

Reto en el profesionalismo

Tras la reforma cubana que les autoriza participar en la Serie Mundial de Boxeo, que permitirá a los peleadores ganar dinero sin perder su condición de amateurs, destaca que Cuba demostrará lo grande que es en esta disciplina, no sólo como olímpicos, sino también como profesionales.

Recuerda que con las hazañas de Teófilo Stevenson y Félix Savón, triples campeones olímpicos, su país se posicionó como potencia olímpica en la disciplina de los guantes; no obstante, muchos han dudado de la capacidad que podrían tener en el profesionalismo, pero con esta nueva apertura, así como las actuaciones de Rigondeaux, apunta que terminarán dichas especulaciones.

Muchos apostaban por Nonito Donaire (en la pelea del pasado 13 de abril), pero Rigondeaux ganó, sólo aplicó la base del boxeo cubano: el desplazamiento, pues hay que llevar al rival hasta el cansancio, destaca con la alegría característica de los caribeños.

Aun cuando afirma que la técnica cubana, descendiente del estilo ruso, es inigualable, reconoce que los filipinos son los únicos que tienen un método similar. El ejemplo más claro es Manny Pacquiao, por la agilidad de sus movimientos.

En el Centro Deportivo Rosendo Arnaiz, ubicado en la colonia Guadalupe Tepeyac, Gustavo A. Madero, Miguel Ángel ha impuesto con rigor la disciplina a sus pupilos, incluso desde la puntualidad, de tal manera que ha conseguido llevar a Alejandro Dávila (peso mediano) y Bibiana Santander (minimosca) a ganar el campeonato del Distrito Federal, así como debutar de manera profesional en el Cinturón de Oro a Antonio Morán (ligero).

Aquí es como si estuvieran en una selección. Si llegan tarde, hacen lagartijas. Hacemos exámenes con médicos cubanos cada ocho meses, indica como reflejo del sistema que aprendió en la isla, donde el deporte se toma con verdadera seriedad, y señala con cadencia: Si somos buenos en esto los cubanos es por la disciplina (inculcada desde niños) y porque también le ponemos saaboor.