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Nature publica obra de la AMC y Cinvestav sobre planta carnívora

Con planta carnívora, mexicanos desafían que exista el ADN basura
 
Periódico La Jornada
Jueves 16 de mayo de 2013, p. 3

A finales de 2012, los especialistas del proyecto Encode (acrónimo de Enciclopedia of DNA Elements) impactaron a la comunidad científica internacional, tras asegurar que todos los organismos poseen una gran cantidad de ADN (ácido desoxirribonucleico), antes considerado basura, el cual es importante para la regulación de genes codificantes.

Sin embargo, científicos mexicanos desafían dicha afirmación, al presentar una planta carnívora que, literalmente, se ha deshecho de este tipo de información genética.

El trabajo encabezado por Enrique Ibarra-Laclette y liderado por Luis Herrera Estrella, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), titulado: Architecture and Evolution of a Minute Plant Genome fue publicado 12 de mayo en la prestigiosa revista Nature, debido a sus importantes implicaciones en la biología.

Para Luis Herrera, especialista del Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad (Langebio) y la Unidad Irapuato del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav), “la mayoría de ADN no codificante, que es abundante en muchos seres vivos, puede no ser necesario para la complejidad celular y las pruebas de esta afirmación radican en el genoma de la planta carnívora Utricularia gibba”.

“Con este trabajo rompemos un poco el paradigma del grupo Encode, que gastó mil millones de dólares diciendo que el ADN ‘basura’ sí es importante, pero al menos en esta plantita no se aplica, y no es la única, porque hay otras especies que tienen genomas parecidos al reportado por nosotros en Nature”, añadió.

Utricularia gibba vive en ambientes acuáticos, como humedales de agua dulce y pantanos. En su estado habitual se encuentra cerrada de forma hermética por una válvula. Para capturar a su presa crea un vacío permanente y cuando la presa toca alguno de los pelos presentes en la válvula, se abre, haciendo que el vacío interior absorba el agua circundante junto con la presa. Posteriormente, la trampa vuelve a crear vacío, lista para otra caza.

El genoma de Utricularia gibba tiene alrededor de 80 millones de pares de bases de ADN –número minúsculo en comparación con otras plantas complejas– de los cuales 97 por ciento corresponde a genes y pequeños segmentos de ADN que los controlan, y sólo tres por ciento es ADN basura.

“En el genoma humano, entre el cinco y seis por ciento es para funciones básicas del ser humano, el resto es considerado ‘basura’ porque son fragmentos del ADN con funciones no conocidas. En el programa Encode concluyeron que el ADN ‘basura’ es muy importante porque ayuda a mantener una coordinación correcta para que un organismo complejo funcione”, precisó Herrera Estrella.

“Lo que encontramos en U. gibba –añadió– es que tiene un repertorio de genes similar al maíz o al tomate, pero es más pequeño porque no tiene ADN ‘basura’. Entonces reta de alguna manera el concepto de que este material es esencial para un organismo”.

Ante estos hechos, Herrera Estrella propone que, algunas especies, pueden simplemente tener un inherente sesgo mecanicista, hacia la eliminación de una gran cantidad de ADN no codificante.