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El concierto Ecoblues fue parte del sexto Festival de la Tierra que se desarrolla esta semana

Fonzeca y Maggot Brain regalaron una noche de blues al público de Monterrey

Recorrieron las variadas vertientes del género, para mostrar su origen, desarrollo y estado actual

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La plaza Hidalgo, frente al antiguo Palacio Municipal de Monterrey, fue tomada por cientos de ciudadanos decididos a recuperar los espacios públicosFoto Miguel Ángel Reyna
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 23 de abril de 2013, p. a10

Monterrey, NL, 22 de abril.

Personas de la tercera edad, adultos, jóvenes y niños se dieron gusto bailando al ritmo del blues que regalaron Fonzeca y el grupo Maggot Brain; también se trasladaron al México de mediados del siglo XX con la voz de la folclorista Dolores Martínez, quien interpretó las clásicas de José Alfredo Jiménez y de otros grandes compositores nacionales de rancheras y boleros.

La plaza Hidalgo, frente al antiguo Palacio Municipal de Monterrey, fue tomada por cientos de ciudadanos decididos a recuperar los espacios públicos que se habían visto obligados a abandonar, por la inseguridad que prevalace en la región.

Los nuevoleoneses atendieron la convocatoria que hizo el músico Fonzeca y se integraron al concierto Ecoblues, que organizó como parte del sexto Festival de la Tierra.

Durante esta semana se realizarán más de 100 conciertos en cerca de 50 sedes, además de exposiciones, cursos y talleres, así como actividades artísticas y culturales, todas a cargo de la sociedad civil, para crear conciencia sobre el cuidado del medio ambiente.

Sin cobrar un centavo –incluso pusieron de su bolsa para la logística del encuentro–, regalaron su música, Fonzeca como vocalista, Kukín Carmona en la guitarra y los hermanos Carlos y Sergio Urrutia en el bajo y la batería, respectivamente, que juntos dan vida al Fonzeca-Caja de Pandora Project, reconocido grupo de blues que se presenta todos los lunes por la noche en el restaurante San Luisito, ubicado en el lado sur del Museo de Historia Mexicana.

A este concierto gratuito estuvieron como invitados Aarón Stanley en la trompeta y Alejandro García Escareño, como sax tenor. El programa que ofrecieron fue un recorrido por las diferentes vertientes del blues, desde Howlin’ Wolf hasta Robben Ford, de más actualidad.

Fonzeca explicó que la idea era llevar al público por un recorrido semididáctico, mostrar el origen, el desarrollo y el estado actual del género.

El grupo, formado por músicos tan experimentados y reconocidos como Kukín Carmona, y nuevas realidades del género, como Checo Urrutia, de 24 años, interpretó con maestría Honey Mama, de Bugs Henderson; Sugar Sweet, de Muddy Waters; Up the Line, de Little Walter Jacobs; Tore Down, de Sonny Thompson; además de I Put a Spell on You, de Screamin’Jay Hawkins.

Asimismo, deleitaron e hicieron bailar a la concurrencia –entre ellos al conocido Hombre de Hojalata, personaje que se viste con latas de aluminio planchadas, de una conocida cerveza fabricada en Monterrey–, con las piezas Give me One Reason, de Tracy Chapman; Spoonful, de Willie Dixon; How Deep in the Blues, de Robben Ford; Change your Ways, de John Mayall; I don’t Need no Doctor, de Ray Charles, y Killing Floor, de Howli’ Wolf.

Con la calidad y experiencia que le dan más de 35 años sobre los escenarios, pues empezó en la música desde adolescente, Fonzeca hizo disfrutar en grande a su público. Estuvieron ahí no sólo aquellos que le son fieles desde antaño, sino también los que en años recientes se han incorporado a su legión.

Con la apertura de Dolores Martínez, quien impone con su bien timbrada voz un sello muy especial a las canciones rancheras; la energía que transmiten los integrantes de Maggot Brain, y el cierre de lujo de Fonzeca-Caja de Pandora Project, la noche fue perfecta por la música que se disfrutó, el motivo que congregó y hasta por el clima inusualmente fresco en esta temporada en Monterrey.

También como parte parte del festival, en la plaza Hidalgo la Secretaría de Extensión y Cultura y la Casa del Libro de la Universidad Autónoma de Nuevo León obsequió libros a los asistentes al festival, quienes se extrañaron ante la acción de promoción cultural: cuando se los daban algunos preguntaban el precio de los ejemplares y se sorprendían cuando se les informaba que eran un regalo.