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Atentado en Boston

A dos hermanos tuvieron que amputarles una pierna

Luto y dolor entre los familiares de las víctimas

El padre de Martin, un niño de 8 años que falleció, agradece los apoyos

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Emma MacDonald, una joven madre, durante un homenaje a las víctimas del maratón de Boston, un día después de las explosionesFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Miércoles 17 de abril de 2013, p. 3

Boston, 16 de abril.

Mi querido hijo Martin murió por las heridas severas que sufrió como consecuencia del ataque en Boston. Agradecemos a todos sus condolencias y rezos, afirmó este martes Bill Richard, el hombre cuyo hijo de ocho años fue uno de los tres muertos en el atentado del lunes durante el maratón en esta ciudad. La hermana del pequeño perdió una pierna y la madre de ambos está gravemente herida y fue operada la noche del lunes.

La esposa y los niños del matrimonio se encontraban en la recta final del maratón esperando a Bill Richard, quien participaba en la carrera y salió ileso, al igual que el tercer hijo de la pareja. Seguimos luchando con nuestro luto, agregó Richards, sin mencionar el nombre de los otros miembros de su familia.

A un día del atentado con bombas que estallaron en la recta final del maratón de Boston fueron surgiendo historias de dolor de quienes sufrieron pérdidas y vivieron el horror del ataque.

Se conoció la historia de un costarricense y militante pacifista, quien perdió un hijo en la guerra de Irak, Carlos Arredondo, hoy considerado el nuevo héroe de Estados Unidos por su valentía al asistir el lunes a las víctimas de los ataques. Arredondo, de 52 años, apareció en fotos y videos en los principales medios estadunidenses cargando víctimas y ayudando a los médicos momentos después de las explosiones.

La historia de Arredondo, nacido en San José, es aún más conmovedora ya que su vida está marcada por terribles experiencias. Uno de sus hijos, Alexander, murió en combate en la guerra de Irak en 2004, con apenas 20 años de edad. Su otro hijo, Brian, se quitó la vida en 2011, a los 24.

Carlos Arredondo también intentó suicidarse cuando se enteró de la muerte de Alexander, encerrándose en una camioneta repleta de gasolina que intentó volar, aunque sobrevivió y se convirtió en activo militante pacifista junto con su esposa Rosalinda.

La foto más llamativa que publicaron los diarios este martes lo muestra corriendo por las calles de Boston con las manos ensangrentadas brindando ayuda a un joven que acababa de perder una pierna y era trasladado en una silla de ruedas.

Arredondo estaba con su esposa en el sector de invitados en la línea de llegada del maratón esperando para saludar a un corredor que participó en memoria de su hijo Alexander cuando se produjeron las explosiones.

Si ahora Arrendondo es alabado como héroe por su reacción valerosa y espontánea, hace varios años, en 2007, había sido agredido por varias personas durante una manifestación pacifista en Washington, según la organización no gubernamental War Is a Crime.

Muchos ayudaron espontáneamente después de la tragedia. Gestos tan pequeños como ofrecer un jugo de naranja o el uso del cuarto de baño de una casa fueron contados en Twitter en una recopilación de hechos de solidaridad tras la devastación del lunes.

Rápidamente se estableció un formato de Google Docs para permitir a los residentes de Boston abrir sus casas a los corredores provenientes de distintas zonas que no tenían sitio donde quedarse tras la tragedia.

Pese a salir ileso de los ataques, el maratonista peruano Oliver Lande relató escenas de la explosión. Ha sido muy terrible, porque había gente literalmente volando por los aires. Estábamos muy cerca del lugar de la explosión, aproximadamente a unos seis metros, dijo a la radio el corredor, quien participaba en la carrera con su compañera Jessica Márquez. “En el momento de la explosión no sabíamos qué hacer y cómo actuar con Jessica, quedamos en shock, simplemente atinamos a ayudar a la gente que estaba llena de cortadas”, indicó el atleta, quien formaba parte de un grupo de 11 peruanos que participó en la competencia.

Lande y Márquez fueron afortunados al no sufrir heridas, pero cientos de personas pemanecían hoy muy graves y ante la perspectiva de continuar una vida que habrá cambiado para siempre. Dos hermanos fueron amputados, cada uno de una pierna.

Mamá, estoy gravemente herido, dijo uno de los hermanos, no identificado, en una llamada telefónica. Poco después la señora supo que los dos se encontraban en distintos hospitales y que ambos habían sufrido una amputación desde la rodilla.