jornada


letraese

Número 201
Jueves 4 de Abril
de 2013



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate




Alejandro Brito

Homosexualidad, lenguaje y la Corte

Maricón es el insulto más usado del mundo para descalificar a un hombre. Es un golpe certero cuando un hombre desea herir a otro en lo que más le importa. Pero no es solo un insulto propio de cantinas, de arenas de box y lucha, de canchas de fútbol o de cárceles. A él recurren también los políticos y los periodistas para descalificar a sus contrincantes en contiendas electorales o foros mediáticos. En la política y en el periodismo mexicano de ejemplos estamos sobrados (Vicente Fox llamando "La vestida", en lugar de Labastida a su contrincante electoral del PRI).
Se recurre a él para paliar la carencia de argumentos o para coronar un ataque personal que no viene al caso. Esa era la costumbre del diarismo mexicano hasta que un pleito legal entre un empresario de medios impresos y un director de un diario poblano, en el que el segundo tildó de maricones y puñales a periodistas que trabajan para el primero, dio un giró inesperado con la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, hasta donde se llevó el litigio por supuesto daño moral. Pero lejos de pronunciarse sobre la existencia de algún daño, la Primera Sala de dicha Corte resolvió que el uso de dichos términos son "expresiones homófobas (que) constituyen manifestaciones discriminatorias y, en ocasiones, discursos de odio, y se encuentran excluidas de la protección que la Constitución consagra para la libre manifestación de ideas".

Dichos y desdichos
El análisis que realizan los ministros de la Corte para arribar a esa conclusión es impecable. Es probable que esta resolución tenga un efecto inhibitorio y acabe con una práctica homofóbica consuetudinaria en el periodismo mexicano. Desafortunadamente se derivó de un pleito de poca monta entre dos machines que se tundieron a golpe de tecla. Lo realmente grave es cuando esas ofensas absolutamente vejatorias tienen como blanco a personas y grupos minoritarios identificados como homosexuales.
Y en la política y en los medios de comunicación los ejemplos abundan. Sin embargo, en los últimos años la opinión pública ha comenzado a reaccionar ante las expresiones homofóbicas discriminatorias de políticos, comunicadores y celebridades de todo tipo que, ante la presión de la opinión pública, han tenido que disculparse públicamente por sus ofensas. Así lo hizo Juan Pablo Castro de Acción Juvenil del PAN cuando expresó que los gobiernos del PRD promueven el "matrimonio entre jotos". Eugenio Elorduy Walther ex gobernador de Baja California y aspirante al senado por el PAN también se disculpó públicamente por sus dichos homofóbicos, "nomás falta que me acusen de joto". Por su parte Gamaliel Ramírez Andrade, candidato por el PVEM a la alcaldía de Guadalajara, se disculpó por llamar a los homosexuales "ano-rmales", o el caso del comediante Esteban Arce que fue muy sonado. Y a nivel internacional lo han tenido que hacer futbolistas, cantantes, locutores de televisión y hasta presidentes como el de Ecuador, Rafael Correa.
Este tipo de acciones de avergonzamiento público resultan mucho más ilustrativas, pedagógicas y civilizatorias que las demandas penales o las prohibiciones, las cuales podrían provocar mayor encono social. Las disculpas públicas contribuyen a disminuir el odio y apuntan a la auto contención de las expresiones homofóbicas.
Nadie debería ofenderse porque se le confunda, se le asemeje o se le impute ser homosexual por medio de señalamientos, burlas o insinuaciones. Quien se ofende por tal motivo comparte la visión negativa del ofensor acerca de la homosexualidad. En ese sentido resulta tan homofóbico el que ofende como quien se siente agraviado. Es el caso del empresario ofendido por la palabra maricón, quien sintió que su honor, su reputación y su dignidad habían sido vejadas por asemejarlo con una persona homosexual o afeminada.
Debemos apostar por un cambio de paradigma en nuestra cultura que logre revertir el agravio homofóbico, de manera tal que quien ofenda con las palabras maricón o joto o puñal resulte el desacreditado socialmente.


S U B I R