Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 10 de marzo de 2013 Num: 940

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Los empapelados de las granjas Peri & Sons
Agustín Escobar Ledesma

América Latina,
juventud y libertad

Marcos Daniel Aguilar

Poesía para romper
los límites

Ricardo Venegas entrevista
con Floriano Martins

Clientes frecuentes
Edith Villanueva Siles

El arte de seleccionar:
de los 10 mejores a la construcción del Yo

Fabrizio Andreella

Del suicidio al accidente: tropezar con
la propia mano

Marcos Winocur

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Columnas:
A Lápiz
Enrique López Aguilar
La Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
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Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Prosaismos
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Jorge Moch
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Circo inconcluso

Asistimos con algún asombro al desplome de Elba Esther Gordillo, personaje de los más siniestros y contradictorios de la política mexicana. Después de un reinado de casi un cuarto de siglo en uno de los sindicatos más poderosos del continente, la bajaron del ladrillo con plumazo asestado por el viejo presidencialismo redivivo. Más que por castigo destinado a una depredadora presupuestal de carrera, como heráldica de legitimidad mediática para un gobierno nacido del más descarado fraude electoral en muchos años. Las televisoras que usualmente hacían de sus menciones a la Gordillo elogios y popularizaron su contradictorio mote, la Maestra, la denuestan hoy, la exhiben, son la carreta ruin en que se pasea el sambenito. Destaparon la cloaca que soltaba los husmos que todos oteábamos sin más prueba que la del rumor y la sospecha, materializados ya en ruta crítica de lavado de dinero y un montón de acusaciones que van a engordar su mecapal. La evasión fiscal, por ejemplo.

Las razones que muchos discutimos son lo de menos. Cortina de humo. Por traición al partidazo. Dribleo mediático para que encajemos sonriendo los golpes arteros que nos vienen por la nuca. Lo que realmente importa en términos de estrategia política y mangoneo de las riendas del país es la magnitud del escándalo, que aglutine todos los males que un gobierno priísta presuntamente redentor habrá de pulverizar. Pero detrás del circo Gordillo faltan los verdaderos actos de malabarismo político, de domador de fieras que harían, en la más remota de las posibilidades, que muchos mexicanos hiciéramos ojo de hormiga ante las tarjetitas Monex y la prostitución de empresas como Soriana, por mencionar solamente dos de los implicados en la descarada operación financiera con que se compró el voto de los mexicanos al mayoreo. Brotan en las redes sociales, en las mesas de las cafeterías y en las sobremesas de nuestras casas los mismos nombres, las mismas frases de escepticismo. “¿Y Romero Deschamps, apá?”, ¿se va a quedar cruzado de brazos el Ejecutivo ante la ominosa exhibición de lujo y despilfarro de alguien cuyos hijos pasean con perros en jets privados o reciben de regalo de papi un auto de dos millones de dólares mientras Pemex acusa décadas de abandono?, ¿no se va a proceder nunca en contra de quien con Carlos Salinas operó el desmantelamiento de los ferrocarriles mexicanos para facilitar los tratos a los transportistas estadunidenses, ése que se llama Víctor Flores y es un cretino con largo historial de turbiedades financieras?, ¿y el señor del castillo en Francia, Arturo Montiel, va a seguir impunemente  disfrutando de los evidentes millones que nadie explica que pueda tener a menos que haya robado a manos llenas cuando fue gobernador, como el hoy presidente, del estado de México?, ¿y ahora sí se va a investigar la fortuna de Carlos Salinas de Gortari?, ¿y la de Raúl, su hermano?, ¿y la de su afortunado primo, el de TV Azteca?

Y si como parece que todo está encaminado a imponer la apertura indiscriminada –por más que se desgañiten los tecnócratas en contrario, como Pedro Joaquín Coldwell– de Pemex a la iniciativa privada –o sea, a las petroleras extranjeras, muchas de esas mismas a las que les nacionalizó la industria Lázaro Cárdenas– ¿eso será porque también se acotarán las prácticas monopólicas de los potentados de siempre (bueno, no todos de siempre, algunos precisamente a partir de las prácticas opacas y arbitrarias que padeció este país durante los seis años del ultracapitalismo neoliberal impuesto por Carlos Salinas y apapachado después por la grisura de Zedillo y la ineptitud y la estupidez de los panistas Fox y Calderón) en los medios y las comunicaciones?, ¿le van a poner el cascabel a Azcárraga, al mismo Salinas y a Carlos Slim?

¿Se va a llamar a cuentas a Fidel Herrera, a Andrés Granier, a Juan Sabines, Humberto Moreira o Mario Marín, por mencionar sólo a algunos miembros de la mafia política de este país aporreado y empobrecido, expoliado por ellos cuando fueron burócratas, diputados, senadores, gobernadores o simples capos?

Porque si no sucede algo así, eso que atenúe el escepticismo y nos haga dar un vuelco insospechado en la rendición de cuentas, la aprehensión de la criminal Gordillo, su caída espectacular no será más que acto inconcluso de circo, coitus interruptus, la innegable y consuetudinaria aplicación del índice presidencial, el renovado dedazo, mojado en atole y embuchado en la colectiva boca de la nación. Aunque le hagamos muecas de asco.