Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 3 de marzo de 2013 Num: 939

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Leonardo Padura:
escribir para algo

Gerardo Arreola

Medio Siglo de las luces
Andreas Kurz

La necesaria poesía
Raúl Olvera Mijares entrevista
con Antonio Colinas

Adolfo Sánchez Vázquez Tecnología y
nuevas artes

Carlos Oliva Mendoza

Ciencia, drogas
y penalización

Tim Doody

Mónica Dower.
Estética de la memoria

Ingrid Suckaer

Dos poemas
Athos Dimoulás

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Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
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Cinexcusas
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Mónica Dower. Estética de la memoria

Ingrid Suckaer

La microhistoria

“Es tarea más ardua honrar la memoria de los seres anónimos que la de las personas célebres. La construcción histórica está consagrada a la memoria de los que no tienen nombre.” Esta máxima del filósofo y escritor judeoalemán Walter Benjamin asentada en su Libro de los pasajes, es una aportación temprana a la microhistoria, rama de la historia social surgida hacia finales de la década de los cincuenta; sin embargo, la vigencia del pensamiento benjaminiano resulta evidente hasta nuestros días.
En lo que toca a la recuperación de la historia de los personajes catapultados por la macrohistoria, es necesario aludir a la propuesta de Benjamin, quien planteó la anulación del tiempo cronológico en el estudio de la historia, con el fin de poder observar desde el presente lo que en el pasado quedó oculto por quienes escribieron la historia.

Gracias a su amplia y compleja naturaleza, el arte contemporáneo permite que los artistas proyecten sus obras de manera interdisciplinaria e, inclusive, transdisciplinaria. Ejemplo de ello es el trabajo realizado por la artista visual Mónica Dower (Southampton, Inglaterra, 1966), quien, a partir del libro La mujer en la Intervención Francesa, de Adelina Zendejas, empleó la cerámica de talavera para abordar la microhistoria de un grupo de mujeres que participaron en defensa de la República Mexicana durante la Segunda Intervención Francesa en México, en 1862.

El arte como expresión de compromiso moral y ético

Conocí personalmente a Mónica Dower en 1998. Antes de ese encuentro, había visto obras suyas que llamaron mi atención debido al marcado afán de la artista por ofrecer referentes históricos sobre los personajes que llenaban su producción de entonces. De manera evidente o por analogía, Dower mostraba su deseo de señalar las raíces históricas, o bien “enraizar” de forma metafórica las figuras humanas que plasmaba en sus piezas. Cuando tuve oportunidad de visitar su estudio, me compartió su interés por rescatar los referentes sobre mujeres cuyas historias quería recuperar a través de prácticas estéticas contemporáneas.

Tengo presente la charla en la que Dower me relató su deseo de rendir un homenaje a sus abuelas, Jaqueline Schmitt (activista y correo de la Resistencia francesa) y Raymonde Lévy (sobreviviente del campo de concentración nazi Bergen-Belsen, de donde pudo escapar después de permanecer recluida durante un año), por los sucesos que vivieron durante la segunda guerra mundial. Asumida como una responsabilidad moral y ética ante sus abuelas, Mónica tenía en mente hacer una serie de piezas para recuperar su experiencia; mujeres que transgredieron el flagelo bélico y con entereza siguieron adelante. Producto de las entrevistas que hizo a sus abuelas, la artista realizó la videoinstalación La llamada, que se presentó en el Museo de San Ildefonso en 2003.

Lo que en un inicio fue un proyecto de recuperación de la memoria familiar, devino en un compromiso social permanente; en una exploración desde la cual Dower aborda asuntos relacionados con el género femenino y la violencia en contra de las minorías. Su atención no se centra sólo en México, sino que va más allá.

Ética y estética de la memoria

Siempre atenta a rescatar la microhistoria de mujeres que ha sido silenciada por la macrohistoria, Mónica Dower investigó sobre la participación femenina en la Segunda Intervención Francesa en México con motivo de la exposición colectiva El 5 de mayo de 1862. Uriarte Talavera Contemporánea. Mediante un análisis detallado de los textos de Zendejas, la artista visual se dedicó a reconstruir la participación de once mujeres de distintos estratos sociales en el conflicto armado, así como las diversas actividades que realizaron a favor del pueblo mexicano, el cual luchó con determinación contra el ejército francés, considerado hasta ese momento uno de los más poderosos del orbe.

Como resultado de su investigación, la artista presentó una instalación cuyo corpus de once platos de talavera destaca por la pulcritud de cada pieza. En cada una, Dower sólo puso el retrato o la silueta de las mujeres activistas y agregó algunos datos concretos, como el nombre y la función que asumieron en el conflicto bélico. Por la manera austera en la que este trabajo fue estructurado, es posible afirmar que la autora se basó en la idea de que la creación artística puede ser aprehendida como una manifestación en donde la microhistoria, en tanto síntesis de vidas que podrían caer en el olvido, juega un papel determinante para permear la ideología que sólo enaltece a los personajes célebres.

La exposición El 5 de mayo de 1862. Uriarte Talavera Contemporánea se presentó en el Museo Franz Mayer del 24 de mayo al 8 de julio. Posteriormente, inició un recorrido por diversas ciudades de la República Mexicana y actualmente está de gira en el extranjero.