Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 17 de febrero de 2013 Num: 937

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Diego en la encrucijada
Vilma Fuentes

Sergio Ramírez,
el cuentista

Marco Antonio Campos

Respuesta a un cuestionario
Marina Ivánovna Tsvietáieva

Cinco poemas
Marina Tsvietáieva

La torre en yedra
Marina Tsvietáieva

El interés por la historia
Raúl Olvera Mijares

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Galería
José Angel Leyva
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]

 

El interés por
la historia

Raúl Olvera Mijares

Cuando el lector se acerca a la impresionante producción de Fernando del Paso (Ciudad de México, 1935) lo más notable es, sin lugar a dudas, su obra narrativa. Cuatro títulos componen su novelística: José Trigo (1966), por la que obtiene el Premio Xavier Villaurrutia, Palinuro de México (1947), Premio al Mejor Libro Extranjero en Francia, Noticias del Imperio (1987) y Linda 67. Historia de un crimen (1995), además de ser autor de libros de poesía, piezas teatrales, cuentos y otras obras (cocina, pintura, infantiles).

–¿Era posible continuar la línea de exploración del lenguaje, con ecos de Lewis Carroll, James Joyce y William Faulkner, que llega a su mayor expresión en José Trigo, obra narrativa célebre por los juegos verbales, se continúa en Palinuro de México, la historia de un cirujano que le tiene miedo a la sangre, y parece llegar a su ocaso –o más bien alcanza su colofón– con Noticias del Imperio, una crónica de la intervención francesa? ¿Tiene usted en estos momentos algún proyecto novelístico en proceso?

–Yo no le llamaría ocaso, le llamaría más bien culminación. Fui evolucionando de una manera muy peculiar: porque me fui de lo muy complicado a lo menos complicado, y luego a lo menos complicado todavía. Digamos, el afán de experimentar con el lenguaje –dentro de las posibilidades del lenguaje y dentro de mis posibilidades– casi lo agoté con José Trigo; en Palinuro evité al máximo los juegos de palabras. El año pasado el Fondo de Cultura Económica publicó el primero de tres volúmenes dedicados a ensayos sobre el islam y el judaísmo. El título de los tres volúmenes es Bajo la sombra de la historia. En realidad, me aparté de la literatura y caí de lleno en la historia que ya se asomaba en varios textos. Se asomó en José Trigo, se asomó en Palinuro y en Noticias del Imperio se asomó totalmente, porque es una novela que es historia y que es ficción. A veces yo entiendo que es muy difícil trazar una línea fronteriza entre las dos, que divida una de la otra, están entremezcladas. El segundo volumen, creo yo, aparecerá en unos meses y para el tercero necesito vivir unos años más, tener por lo menos dos años más de vida y de lucidez.

–La labor como escritor se combinó en los exordios con la de redactor en agencias publicitarias y el periodismo, durante catorce años de permanencia en Londres, donde trabajó para la BBC. Fue precisamente en esta época que se dio el conflicto de las Malvinas y que escribió una serie de artículos para la revista Proceso, en defensa de la soberanía argentina. ¿Cuál es su impresión ahora que ve reunidos esos artículos en un opúsculo ágil y oportuno bajo el título El va y ven de las Malvinas, cuya salida coincide con que se cumplen treinta años de la guerra?

–Yo hablaría no de una combinación sino más bien de un divorcio entre la actividad como redactor en agencias publicitarias y la de escritor. Como yo trabajé muchos años en la publicidad, en lo que en el argot se conoce como copywriter, tenía que ser muy conciso, muy breve, muy directo; en la novela me he inclinado más hacia el barroquismo. Si uno estudia la historia, las islas Malvinas están lejos de Argentina pero muchísimo más cerca de Argentina que de cualquier capital europea. La historia demuestra que pertenecieron a Argentina y le fueron arrebatadas. A pesar de que mis artículos estaban definidos en contra del Reino Unido, en la BBC tuvieron la elegancia de no correrme. Ese conflicto fue el que me decidió a salirme ya de las entrañas del monstruo para regresar a mi país. Los artículos sobre las Malvinas están reunidos en los volúmenes grandes que el Fondo dedicó, hace varios años, a mis obras, no Obras completas, porque yo todavía estaba completo y todavía lo estoy por fortuna, sino todo lo que yo había publicado, y ese tomo está dedicado a ensayo y periodismo. Ahí están todos los artículos y se le ocurrió la idea de sacarlos, con un prólogo y un epílogo, a Joaquín Díez-Canedo, y salió ese pequeño libro.

–Fue en un período muy acertado, pues la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, el pasado 15 de junio de 2012, reclamó ante las Naciones Unidas el establecimiento de bases militares estadunidense en las islas Malvinas, porque parece ser que en esa zona del mundo esa medida de seguridad es innecesaria, ¿cuál es su opinión al respecto?

–Lo que pasa es que es un instrumento de dominación en los mares entre las Malvinas y la Antártida, de todas las riquezas potenciales. Es un instrumento estratégico de dominación, así que los estadunidenses, quienes generalmente están aliados con el Reino Unido en la depredación de todo lo que puedan depredar, pues tienen razón, desde el punto de vista del colonizador. Yo en el libro menciono la isla de Clipperton y otras islas que también son estratégicas, incluyendo la isla de Perejil de los españoles, como posesiones colonialistas que se han quedado, que todavía no se han independizado ni se han unido a la soberanía del país del cual están más cerca. En el caso de Clipperton es Francia. Hemos hecho denuncias ante la Corte Internacional por parte de México. Ha habido juicios y hemos perdido. Existe un laudo a favor de ellos.

–En el marco del homenaje en la Feria Internacional del Libro, con la presencia de Hugo Gutiérrez Vega, Rafael Tovar y de Teresa, Élmer Mendoza, por la trayectoria literaria, ¿cuál es el sentimiento ante lo realizado, la obra ya cumplida?

–Yo, como todo artista, quisiera hacer muchísimo más. Uno quisiera que el día tuviera cien horas. Uno quisiera vivir cien años de lucidez y de soledad, para hacer muchas cosas más. Pero el oficio es largo y la vida corta. A lo más que aspiro por ahora es a terminar esta obra de historia, y quizá a tener unos años para dibujar también. Van a ser dos mil setecientas páginas. Esperemos que no sólo sea una obra grande sino útil. Dejé de dibujar hace bastantes años, porque no me da tiempo de hacer las dos cosas y siempre le he dado prioridad a escribir, no a dibujar.