Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 27 de enero de 2013 Num: 934

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Ramón Gómez de
la Serna, greguero

Ricardo Bada

El cantar errante de
las letras dominicanas

Néstor E. Rodríguez

Dos poetas

¡Maldita negrofobia!
Luis Rafael Sánchez

Feminicidio y barbarie contemporánea
Fabrizio Lorusso y Marilú Oliva

Violeta Parra al cine
Paulina Tercero

Leer

Columnas:
A Lápiz
Enrique López Aguilar
La Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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Alonso Arreola
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Harrison, Joplin, Morrison, Zappa y… Yoko

“¿Qué hacen estos apellidos en un mismo título?”, se preguntará nuestro lector dominical. Y bueno, curiosamente todos celebrarán aniversarios importantes durante 2013. Tres de sus propietarios nacieron en 1943, por lo que si estuvieran vivos festejarían su cumpleaños setenta (George Harrison, Janis Joplin y Jim Morrison); uno más murió hace dos décadas (Frank Zappa) y la última será octogenaria en febrero (Yoko Ono). Así las cosas, decidimos hacer un mínimo y caprichoso recordatorio de sus personas hoy, cuando sobran tantos “compositores” que no pueden ejecutar un instrumento; tantos “chefs” que no pueden hacer una mayonesa; tantos “pintores” que no pueden elaborar un retrato a lápiz; tantos “poetas” preocupados por ganarse un premio… Y sí, decidimos hacerlo abusando como nunca de los adjetivos, calificativos, epítetos, motes, alias y demás atajos descriptivos. Nomás porque sí. (Se aceptan reclamos.)

George Harrison (1943 – 2001)

Fundamentalmente bueno, dicen. Buscador de la ataraxia y las bondades de los astros, decimos. Guitarrista elegante que supo tocar lo justo para enaltecer a otros. Creador de pocas pero valiosas joyas con los Beatles (“Here Comes the Sun”, “While My Guitar Gently Weeps”). Creador de muchas gemas en solitario (“Here Comes the Moon”). Productor de cine (All You Need is Cash). Amante de la Fórmula 1 (“Faster”). Hablar de George Harrison es como recostarse en una hamaca durante una tarde de canícula extrema. No hay engaño.

Janis Joplin (1943 – 1970)

Fundamentalmente apasionada, dicen. Perla. Garganta de cristales rotos, decimos. Negra reencarnada. Pizcadora de amor. Lo suyo fue llevar el blues al rock (“Cry Baby”), la psicodelia al blues (“Maybe”); perderse en la apacible soledad de las jeringas dejando inconcluso el mejor cuadro de su carrera (Pearl), uno de los más excepcionales de la historia. Bebedora de bourbon, intérprete extraordinaria. Humilde tributaria del pasado (“Summertime”), escuchar sus actuaciones en vivo nos devuelve la creencia en el alma humana (Monterey Pop Festival), en la fragilidad de los espejos. Oxígeno puro. Hablar de Janis Joplin es como meterse a un bar abandonado en una carretera de Luisiana, y encontrar una moneda de oro en el piso del baño. No hay engaño.

Jim Morrison (1943 – 1971)

Fundamentalmente rudo, dicen. Más atrevido que talentoso, decimos. Piedra en el zapato. Epítome de la inmolación rocanrolera. A veces (varias veces), buen intérprete (“Light My Fire”, “The End”). Escritor regular tirando a malo (“No music but the wet grass felt fresh beside the fog./ Two made love in a silent spot”). Lagarto sexual. Provocador, enemigo de la zona de confort (“The Soft Parade”). Pirotecnia volando. Uranio. Humano. Hablar de Jim Morrison es como masticar el vértigo de un avión que cae con nosotros dentro, renunciando. No hay engaño.

Frank Zappa (1940 - 1993)

Genio, dicen. Genio, decimos. Guitarrista excepcional (“Black Napkins”). Cantante dotado con voz de bajo que supo encarnar los muchos personajes de su imaginación enferma (“Torture Never Stops”). Humorista (“Don’t Eat The Yellow Snow”). Amante y líder de conjuntos grandes en donde cultivar lo más arriesgado de la armonía contemporánea con lo mejor de la rítmica progresiva (The Petit Wazoo Orchestra). Autodidacta. Visionario. Impulsor de virtuosos (Adrian Belew, Vinnie Colaiuta, Terry Bozzio). Prolífico hacedor de huellas imperfectas (The Mothers of Invention). Hablar de Frank Zappa es como sentarse en una silla de piedra, bajo el agua, para beber agua. No hay engaño.

Y… Yoko Ono (1933)

Artista sobrevaluada. Seudovillana en la más famosa telenovela del rock, decimos. Cacique de una herencia bien ganada (por amor). Tokiota involucrada en el movimiento fluxus y la vanguardia del experimento escénico. Pionera de la instalación y el objeto sonoro. Muchas veces charlatana (“Voice Piece for Soprano & Wish Tree”, MoMa de Nueva York, 2010). Innegable –¿accidental?– figura de la cultura pop. Pésima cantante (“Kurushi”). Mala compositora de canciones (no, no creemos que muchas de las firmadas por ella sean realmente de ella). Hablar de Ono es como perderse en un laberinto al anochecer, en estado de ebriedad, con una pierna rota y sin lentes de contacto. Sí hay engaño. De todas formas: feliz cumpleaños.