Cultura
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Intervención sonora de Ariel Guzik
 
Periódico La Jornada
Jueves 24 de enero de 2013, p. 4

El edificio del Cárcamo de Dolores era un templo dedicado al culto del agua, pero había perdido su objeto de devoción al desviarse en 1990 la entrada del líquido.

Con la finalidad de devolver el agua a ese espacio, los responsables del Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental iniciaron una reflexión con Ariel Guzik, director del Laboratorio de Investigación en Resonancia y Expresión de la Naturaleza. Entonces, el músico e inventor creó la intervención sonora, Cámara Lambdoma, la cual, mediante un complejo, enigmático y sorprendente mecanismo, conecta con las aguas que asisten a este punto tras un viaje de cientos de kilómetros, desde Michoacán y el estado de México, y hace aparecer un cierto canto, desconocido hasta la aparición del instrumento, que nace de su movimiento incesante.

El sonido de la Cámara Lambdoma, alimentada por el ruido blanco del agua, conforma un canto de tesitura de amplio espectro. Esta música busca crear en los espectadores un estado de introspección y, al mismo tiempo, de toma de conciencia de la fuerza y la amplitud del caudal de este valioso elemento que fluye, a manera de sangre, por las múltiples arterías de la ciudad de México.

La pieza está conformada por un sensor de la sonoridad del flujo del agua, su caudal y el ruido térmico que produce; dos juegos de pipas integran el órgano de armónicos y subarmónicos; un sistema de recolección de señales meteorológicas para controlar tesituras y matices del órgano, así como un tablero de mecanismos y controles, visible al público.

Guzik pretende honrar a todos los actores involucrados en este recinto: el agua, al talento creador de Diego Rivera, a la dedicación de todos los ingenieros y técnicos hidráulicos responsables de diseñar y construir el Sistema Lerma, así como a quienes se encargan de mantenerlo hasta el día de hoy en buen estado y funcionando.

Las aguas que corren a un costado del edificio, almacenadas en los tanques posteriores y enviadas después a la ciudad, resurgen, a través de la Cámara Lambdoma, para recordarnos que no obstante que están cubiertas, a pesar de la invisibilidad a que la ciudad ha sometido sus ríos y cuerpos de agua, éstos permanecen y hacen posible la vida de sus habitantes.

(Con información del libro El agua: origen de la vida en la tierra. Diego Rivera y el Sistema Lerma)