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La poesía en la voz de Teresa Salgueiro
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Periódico La Jornada
Sábado 22 de diciembre de 2012, p. a16

He aquí una nueva obra maestra:

O Mistério, el nuevo disco de Teresa Salgueiro, da por concluido un ciclo e inicia uno nuevo: 20 años de ser la voz de Madredeus, después un fructífero periodo de transición durante el cual realizó, entre otros logros, colaboraciones para el arte de la danza y un montaje sinfónico monumental con Zbigniew Preisner, célebre autor de la música para los filmes de Kieslowski, para abrir ahora nuevo camino con su propio grupo y como autora de la música y la poesía que entrañan esta su nueva creación.

Durante esos 20 años, la voz de Teresa Salgueiro dio identidad y gloria a la música que para ella escribieron Pedro Ayres Magalhaes y Rodrigo Leao, éste después sustituido por Carlos Maria Trindade, con la música de cámara fulgurante que sonaba en las guitarras de Ayres, José Peixoto y Fernando Júdice, el sintetizador de Trindade, el acordeón de Gabriel Gomes y el violonchelo de Francisco Ribeiro.

Un juicio apresurado podría arrojar una impresión equivocada: O Mistério, el más reciente material de Teresa Salgueiro, no es para nada un nuevo disco del estilo Madredeus, porque si bien el elemento dominante y distintivo es la voz de Teresa, este mismo instrumento, su voz, explora territorios nuevos y aún más fascinantes que los conocidos durante las dos décadas de aquel grupo fundacional.

El misterio de O Mistério es su propio encanto, su magia, su poderío y su capacidad de materializar lo inefable, dar vida a lo inalcanzable y conducirnos a lo alto. De manera que, a la segunda semana de escuchar con atención varias veces al día este nuevo disco, podemos responder a la inquietud que causó entre muchos la disolución de aquel grupo entrañable: ¿qué pasará, hay vida después de Madredeus? Esa vida ya comenzó, envuelta en los pañales del misterio y de la magia y de un estilo inconfundible, el de la voz de Teresa Salgueiro.

Quien se solace solamente en las notas altas, en los giros conocidos y en el cuerno de abundancia creativa que ostentó Teresa durante aquellos primeros 20 años, podría incurrir en el error de confundir a este disco con una probable continuidad del estilo Madredeus. En realidad, el canto de Teresa se ha expandido, ha adquirido mayor sabiduría, tersura, ganancia maravillosa en matices, sutilezas, guiños y alegrías, sin perder un ápice de la frescura, calidez, ternura y capacidad de emocionar hasta las lágrimas, algo que muy pocos artistas pueden hacer, a menos que se llamen Arvo Pärt o Teresa Salgueiro.

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Teresa Salgueiro en las instalaciones de Discos CoraSon, el pasado 14 de diciembreFoto Pablo Espinosa

La música, la poesía, los significados y los significantes de este hermoso disco, O Mistério, que distribuye en México Discos CoraSon, pertenecen a la autoría de Teresa, cuya forma de trabajo consiste en un equilibrio entre la soledad, la intimidad y el trabajo colectivo.

Encontramos en esta mina de maravillas musicales el dinamismo de las percusiones (Rui Lobato, artífice del grupo, también en magia de guitarra), la alegría del acordeón (Carisa Marcelino, quien no abandona el estilo distintivo de la música de Lisboa, e incurre en otros territorios de delicia como el tango piazzolliano), la insólita ligereza de un contrabajo inspiradísimo (Oscar Torres), y el arte guitarrístico de André Filipe Santos.

Una música profunda, fina, amena, acariciante, celebratoria. He aquí la nueva música clásica de Portugal, con una voz y un alma, las de Teresa Salgueiro, que escribe y canta así su bella poesía: anochece/ en las calles y en las esquinas/ en las escaleras y en las colinas/ en las calzadas hechas a mano/ en el latido de mi corazón/ pero no me canso de recorrer/ la ciudad en que vine a nacer.

Canta Teresa Salgueiro y el latido de nuestro corazón se calma. Ascendemos. Escribe Teresa: Un día, cuando deje/ mi breve morada/ seré apenas levedad en el aire azul/ de la madrugada/ Suave neblina/ o espuma del mar/ ¿un instante fugaz?

Remata: Sólo querría decir/ que estoy agradecida y me abandono/ Tengo el amor que me enseña a vivir/ mientras espero al otoño/ Sólo quien amé me acompaña/ Me protege/ Sólo quedará el amor.

O Misterio.

He aquí una obra maestra.

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