Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 14 de octubre de 2012 Num: 919

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora bifronte
Jair Cortés

Episodio de primavera
Iáson Depoundis

Transparencias
de Fuentes

Bárbara Jacobs

Ombligos sin fronteras
Ricardo Bada

Literatura femenina
en Puerto Rico

Carmen Dolores Hernández

Los tiros con chanfle y el Principio de Bernoulli
Norma Ávila Jiménez

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Los tiros con chanfle
y el Principio de Bernoulli


Ilustración de Juan Gabriel Puga

Norma Ávila Jiménez

Cuando se organizan las tardes de zona mixta entre periodistas e integrantes de la Selección Mexicana de Futbol en el Centro de Alto Rendimiento, nos damos cuenta de que los jugadores no son los únicos que practican meter el cuerpo y el hombro, o colgarse en algún descuido del contrincante. Los reporteros hacemos lo mismo, pero sin técnica ni estilo y agregando el codazo, para tomar las declaraciones. Es clásico que varios de los jugadores contesten en automático, con cara de aburridos, porque casi todos les preguntan lo mismo.

Generalmente se me quedan viendo unos segundos antes de contestarme, porque les hago preguntas que relacionan a la ciencia con el deporte que deja más ganancias en México. Como siempre me ha llamado la atención el gol que le hizo el brasileño Roberto Carlos a la selección francesa en 1997 –parecía que el balón iba a salir del campo y en el último momento se curvó para clavarse en la portería–, recientemente le pregunté al ahora Balón de Oro, Oribe el Cepillo Peralta, si durante los entrenamientos dedican tiempo a ejecutar esta clase de chanfles. “Desde las fuerzas básicas nos enseñan a hacerlos, cómo pegarle al balón. Sí entrenamos continuamente esos tiros con efecto, son parte de las prácticas”, contestó antes de medio cerrar los ojos al ser lampareado por la luz de una cámara.

Muchos mexicanos no olvidaremos uno de esos goles espectaculares que en julio del año pasado hizo que nos abrazáramos con quien teníamos junto, fuera conocido o desconocido: el gol olímpico ejecutado por Jonathan Espericueta, contra Alemania, en la semifinal del Campeonato Mundial de Futbol Sub-17.

¿A qué leyes físicas obedece que una pelota cambie de trayectoria? Antes de entrar en ese tema, cabe aclarar que la información ofrecida en rueda de prensa por un grupo de científicos franceses en septiembre de 2010 para explicar cómo ocurrió el gol de Roberto Carlos, no fue ninguna novedad. Antes de esa fecha ya se habían publicado artículos sobre el tema y los astrónomos mexicanos Javier Ballesteros y Marco Martos ya habían dado entrevistas al respecto. En marzo de 2010, puntualizaban a Canal 22 que las combas de los balones obedecen al Principio de Bernoulli o Efecto Magnus, el mismo que se aplica al vuelo de los aviones.

El científico Daniel Bernoulli en el siglo XVIII relacionó la velocidad de un fluido con el aumento o disminución de la presión (el golpeteo de las moléculas que componen un cuerpo sobre otro), lo que ha sido tomado en cuenta para diseñar las alas de las aeronaves. Cuando las partículas del aire chocan contra las alas al pasar por la parte superior –que incluye una curva en su geometría–, recorren un trayecto más largo que aquellas que van por la superficie inferior plana. Esto las obliga a aumentar su velocidad para reencontrarse con las que se desplazan por abajo. De acuerdo con Bernoulli, a mayor velocidad la presión es menor, y a menor velocidad la presión aumenta. ¿Qué se concluye de esto? Que en la parte inferior del ala hay mayor presión, y eso mantiene al avión suspendido en el aire (fuerza de sustentación), sin ser “jalado” hacia la Tierra por la gravedad.

Antes de extrapolar este principio al deporte, vale la pena recordar lo que Eduardo Galeano señala en El futbol a sol y sombra: “La pelota tienen sus veleidades, y a veces no entra al arco porque en el aire cambia de opinión y se desvía”, pero cuando sí entra, por lo general da lugar a golazos.

Marco Martos, investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM, asegura que, para ejecutar su gol, Roberto Carlos le pegó al balón en la parte derecha, con la parte externa de su pie izquierdo. “A una velocidad de 110 km por hora, la pelota salió girando en sentido contrario al de las manecillas del reloj y hacia la derecha de la portería.”

Se configuraron dos corrientes de aire: el remolino que se formó alrededor de la pelota por ir girando, y el viento que se contrapuso a su avance, informa José Manuel Posada de la Concha, en el artículo “De goles a goles”, publicado en la revista ¿Cómo ves? Estas dos corrientes sumaron sus líneas de velocidad en el lado izquierdo del balón, lo que se tradujo en menor presión allí, mientras que en el lado derecho, donde fue golpeado, se restaron: la presión, entonces, aumentó. Eso provocó que la pelota se curvara hacia la izquierda y terminara metiéndose en la portería.

Si el balón hubiera sido golpeado por la parte izquierda, habría girado en el sentido de las manecillas del reloj en dirección al lado izquierdo de la portería y finalmente se habría curvado hacia la derecha. Si se le hubiera pegado en el centro, simplemente habría avanzado hacia adelante, sin giro.

Néstor Araujo, defensa del Cruz Azul y medallista olímpico, en entrevista habla de su experiencia ante los tiros con chanfle: “Son muy rápidos; es afortunado si logras adivinar para dónde van por la inclinación del cuerpo del delantero y es cuando alcanzas a taparlos con la cabeza o el cuerpo. Pero generalmente no podemos hacer nada; son muy potentes.”

Además de las consecuencias producidas por el Principio de Bernoulli, la trayectoria que toma el balón está influida por la altura de la ciudad donde se juega, la fuerza del viento y su propio peso. Acerca de los inconvenientes provocados por un fuerte viento en un partido, en una ocasión Paco Palencia me comentó que le pueden pegar con fuerza a la pelota, y se les regresa hasta diez metros, o el arquero quiere despejar, y se le regresa veinte. Sobre el peso, cabe recordar los dolores de cabeza que detonó en varios de los participantes de Sudáfrica 2010 el ligero Jabulani, difícil de controlar.

El Tri está disputando su pase al Mundial de Río de Janeiro; ojalá regale uno de esos goles con chanfle y consiga la calificación. Porque, como decía el Negro Fontanarrosa: “Hay partidos que no podés perder, tenés que ganar o ganar. No hay tu tía”.