Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 5 de agosto de 2012 Num: 909

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora bifronte
Ricardo Venegas

Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova

Un poeta nómada
Hugo Plascencia entrevista
con Michel Butor

De Papeles mexicanos
Michel Butor

Escritores por Ciudad Juárez

Dialogar con Ivan Illich
Ramón Vera Herrera

Actualidad de El Gatopardo
Marco Antonio Campos

La fascinación por correr
Norma Ávila Jiménez

Leer

Columnas:
Galería
María Bárcenas

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Perfiles
Alejandro Michelena

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Verónica Murguía

El Londres de Abajo

Uno de los libros más divertidos que he leído en la vida es Neverwhere, del escritor británico Neil Gaiman. El título podría traducirse libérrimamente como Dondenunca y se publicó en 1996, aunque su primera encarnación fue en forma de libreto para una serie de televisión que constó de seis episodios. Neverwhere relata la historia de un hombre, Richard Mayhew, quien una noche, camino a una cena, tropieza con una muchacha herida y trata de ayudarla. La muchacha se llama Door (Puerta) y pertenece a una familia aristocrática del Londres de Abajo. Desde el momento en que el pobre Richard, un tipo más bien tímido y apocado, abraza a la muchacha, su vida se va para abajo, literalmente. Se convierte en uno de los habitantes de Londres de Abajo y, para sobrevivir allí, debe superar todo tipo de ordalías.

La novela de Gaiman se nutre alegremente de los cuentos de hadas –uno de los héroes es un ladrón y mago llamado el Marqués de Carabás, como el del Gato con Botas–, la mitología y un montón de datos históricos formidables. Creo que el libro Londres bajo Londres, de Richard Trench, una auténtica disección de la ciudad, fue una lectura obligatoria de Gaiman.

También consultó escritores victorianos. No en vano el héroe se apellida Mayhew, como Henry Mayhew, el periodista que escribió las crónicas London Labour and the London Poor (Oficios londinenses y los pobres de Londres). En estas narraciones, la ciudad que se dibuja en la mente del apabullado lector es compleja, hacinada, hermosa, desigual, de una robusta vitalidad y un poco asquerosa.


Grabado de Gustav Doré

Henry Mayhew enumeró los oficios que tuvieron que ver con el reciclado de los desechos en las orillas del Támesis y el resultado es asombroso. Los tosher, que buscaban objetos de valor en las cañerías o arrancaban el cobre de los cascos de los barcos mientras estaban atracados; los mudlarks (o alondras del lodo), niños que metían las manos en el cieno para encontrar las monedas que caían de las bolsas de los pasajeros y comerciantes que andaban por los muelles; los nightsoil men, recolectores de excremento humano para vender como abono y los pure sellers, vendedores de heces de perro, indispensables en las curtidurías. También entrevistó a los cazadores de ratas, quienes acompañados por sus perros se ocupaban de matar a los roedores que se amontonaban por todas partes.

Que la ciudad entera, tan populosa, arrojara sus desechos a las calles y al río, tuvo consecuencias. En 1858 los londinenses padecieron uno de los veranos más calientes de su historia. El nivel del Támesis bajó y la temperatura favoreció la multiplicación de las bacterias, así como la rápida putrefacción de la basura. El olor se hizo tan insoportable que es conocido en los libros como The Great Stink o La gran peste.

Olía tan mal que la Cámara de los Comunes estuvo a punto de cambiar de domicilio. Luego llegó el cólera y mató a miles. Se hizo evidente la necesidad de un sistema de drenaje, una obra que convirtió a la capital de Inglaterra en una ciudad moderna. Pero ya me fui por otro lado.

¿Qué es Londres de Abajo? Pues las cañerías que llevan agua limpia y agua negra; cablerío, bodegas, sótanos abandonados, criptas, cimientos de los edificios, el Metro, catacumbas, secciones de cementerios. El historiador Peter Ackroyd cuenta que debajo de la catedral de Saint Paul hay tumbas anglosajonas y en otras partes de Londres, semienterrados por la marea de concreto, anfiteatros romanos.

El Londres de Abajo de Gaiman es un espejo tan arrebatador como el Londres diurno, poblado por magos, tribus sobrenaturales, marginados, cazadores, asesinos, místicos, un ángel y un millón de ratas. En él, en lugar del dinero, el trueque y la palabra empeñada regulan los intercambios y las relaciones.

Pocos años después de la publicación de Neverwhere apareció Rey Rata de China Miéville, quien retomó Londres de Abajo como escenografía de su historia. Y ahora que me ha picado la curiosidad, he descubierto a varios novelistas e historiadores que han hecho del Londres de Abajo, el histórico o el de fantasía, tema y paisaje. Si algo tienen en común estos libros es mostrar la parte secreta de la ciudad. Habitada por marginados que dependen uno del otro para sobrevivir, pero cuya existencia es inútil negar.

No sé por qué el tema me atrae así. Tal vez porque soy chilanga y no me cuesta trabajo pensar en drenajes, falta de agua, ratas, basura, olores terribles y una ciudad apasionante.