Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 29 de julio de 2012 Num: 908

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Entre el indio muerto
y el indio vivo

Ana Paula Pintado

Noticias desde Gutenberg
José María Espinasa

Una poeta que no
platica con el diablo

Yendi Ramos entrevista con
Dolores Castro

De Ruanda a Palestina
y viceversa

Ana Valdés

Conciencia personal
y colectiva

Ingrid Suckaer

Ramón Pérez de Ayala: literatura, oficio y experimento
Xabier F. Coronado

El Quijote,
las armas y las letras

Leandro Arellano

Leer

Columnas:
Prosa-ismos
Orlando Ortiz

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
Núm. anteriores
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Germaine Gómez Haro

Postal desde Sicilia (I DE II)

A Riqui Parra y Rosemarie Tasca dʼAlmerita, mis cicerones

La isla de Sicilia es una constelación formada por luminosos episodios de la historia de la civilización occidental que, con el paso de los siglos, han dejado huella en la inabarcable colección de excepcionales obras de arte de todos los tiempos, dispersas a lo largo y ancho de ese mágico territorio. La alusión a la constelación va más allá del sentido metafórico y se inserta en el ámbito mitológico al recordar la historia de Deméter-Ceres, diosa de la agricultura y la fecundidad, quien enseñó a los hombres el arte de cultivar la tierra y, según la leyenda, rogó a Zeus-Júpiter que Sicilia fuese ubicada en los cielos; de ahí la creación de la constelación conocida como Triangulum, cuya forma de triángulo isósceles se asocia a la silueta de la isla. Cuna de numerosos mitos de la Antigüedad clásica, recorrer Sicilia es revivir la lucha de Ulises y Polifemo, presenciar el rapto de Perséfone-Proserpina por Hades-Plutón, sumergirse en las aguas turquesa-cobalto en las que las Nereidas auxiliaban a los Argonautas, dejarse llevar por el canto de las sirenas ancestrales que atestiguaron el paso de fenicios, griegos, cartagineses, romanos, vándalos, ostrogodos, bizantinos, árabes, normandos, aragoneses, españoles,  piamonteses, austríacos y borbones… Sicilia es un intrincado mosaico de fabulosas imágenes, aromas y sabores, y su pueblo –espejo de la hibridación de tan variadas culturas– posee un talante, una personalidad y un carácter propios, ajenos al resto de la Italia continental. Viajar por Sicilia es recorrer la historia de la civilización mediterránea resumida en sólo 25 mil 711 km² y descubrir los más alucinantes ejemplos de arqueología grecorromana, asentamientos púnicos, ciudades medievales, arte y arquitectura góticos, renacentistas, árabes, barrocos, neoclásicos, que confluyen en un eclecticismo que es producto de esa fascinante hibridez cultural.  


Mosaicos romanos

Sicilia cuenta con algunos de los restos arqueológicos más preciados de la Antigüedad clásica fuera de Grecia y Roma. En Agrigento y Selinunte se conservan de pie soberbios templos estratégicamente emplazados en lo alto de colinas que dominan las aguas mediterráneas y que nada envidian a los más destacados edificios de la misma Grecia, como es el caso del llamado Templo e de Selinunte, dedicado a Hera, con sus esbeltas columnas de 10 m de altura, y que fue reconstruido casi en su totalidad y nos da la idea de la grandiosidad que habrá tenido esta ciudad de fusión griega y fenicia destruida por los cartagineses. Caminar entre sus escombros es igualmente disfrutable, pues se trata de un cementerio arqueológico poblado de restos de metopas, triglifos, capiteles y columnas de impecable y refinada factura.

Otro encuentro asombroso es el conjunto de mosaicos de la Villa Romana del Casale, ubicada en la localidad de Piazza Armerina en el centro de la isla, una majestuosa mansión que conserva un impresionante conjunto de pisos recubiertos de mosaico que datan aproximadamente del siglo IV dc, y que milagrosamente se han conservado casi intactos, representando escenas mitológicas, eróticas, históricas, de cacería, costumbristas, entre las que destaca el panel donde aparecen diez muchachas en “bikini”, practicando diversos juegos y deportes. Un desafío a la modernidad, las escenas de la también llamada Villa Erculia muestran a un tiempo una complejidad compositiva y un refinamiento conceptual que las dota de una insólita vigencia contemporánea.


Sátiro danzante

El plato fuerte de la cocina artística de la antigüedad grecorromana en Sicilia fue, para quien esto escribe, la escultura en bronce conocida como El Sátiro Danzante de Mazara del Vallo, una figura masculina de 2 m de altura que ostenta el dorso pronunciadamente arqueado hacia atrás y el rostro en actitud de éxtasis, lo que la asocia a los bailes orgiásticos del rito dionisíaco que se practicaban para alcanzar el trance. Una escultura de extraordinaria belleza y elegancia, única en su género, comparable quizás únicamente con los portentosos bronces de Riace encontrados en Regio di Calabria. El Sátiro Danzante, atribuido a Praxíteles, es uno de los ejemplos más sobrecogedores de la excelsa calidad técnica y el alto grado de sofisticación alcanzados por los artistas más refinados del mundo antiguo.

La “eterna Sicilia” inmortalizada por el genial Giuseppe di Lampedusa es una inabarcable caja de Pandora de la que surgirán algunas viñetas más en la siguiente entrega.

(Continuará)