21 de julio de 2012     Número 58

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Con dieciséis años no puedes ser formal. ¡Una tarde, te asqueas de jarra y limonada, de los cafés ruidosos con lustros deslumbrantes!
ARTHUR RIMBAUD

Lo que va de Atenco 2006 a Atenco 2012

En las calles y en la red los jóvenes se agitan en un movimiento antiautoritario disparado por el tema de San Salvador Atenco. Hace seis años la violencia en esa comunidad le quitó votos a la izquierda, hoy el recuerdo de aquella represión le quitó votos a la derecha. Y es que el tiempo ubica los hechos en su justa perspectiva y lo que entonces fue presentado por las televisoras como saldo nefasto del radicalismo social se ha transformado en emblema de la brutalidad hecha gobierno.

En mayo de 2006, a siete semanas de los comicios por la Presidencia de la República, un problema menor con floristas de Texcoco, apoyados por el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, fue escalado por el gobernador Peña Nieto y el presidente Felipe Calderón, quienes desataron una desmesurada agresión contra los habitantes de Atenco. Las sangrientas imágenes, multiplicadas por las televisoras, generaron un clima de violencia e incertidumbre sin duda adverso al candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, de por sí acusado de promover el odio social y ser un “peligro para México”.

Así como en 1994, año del alzamiento armado del EZLN, el entonces candidato Ernesto Zedillo llamaba a sufragar “por la paz” para restarle votos a Cuauhtémoc Cárdenas, en 2006 el PAN y el PRI emplearon las imágenes de choque de Atenco para restárselos a López Obrador. Pero en mayo de 2012, también a siete semanas de los comicios, el cinismo con que el candidato priista respondió a los cuestionamientos de los estudiantes de la Universidad Iberoamericana sobre la represión de 2006 puso en marcha un movimiento juvenil contra Peña Nieto y quienes buscan imponerlo.

#YoSoy132 le quitó votos a Peña Nieto y se los dio a López Obrador, aunque no suficientes para contrarrestar los millones de sufragios chatarra que el PRI forzó, compró o indujo. Pero cientos de miles de jóvenes movilizados en la capital y en todo el país están elevando enormemente el costo político del fraude.


Del tuit al grito

Semejante a las insurgencias de Túnez y Egipto, pero hasta ahora apostando por hacer transitable la vía electoral, más amplio y popular que las acciones de los indignados españoles y los ocupa estadounidenses, y con una agenda mayor que la de los estudiantes chilenos el 132 pone a México en el mapa de la joven rebeldía mundial.

Al desplegarse, los grandes movimientos escalan lo que antes era local y visibilizan lo que se hallaba oculto. En realidad, los jóvenes estudiantes participaban en la vida pública desde hace rato: eran la parte más festiva de las manifestaciones del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y algunos asistían a foros universitarios sobre el nuevo proyecto de país que propone la izquierda, pero es verdad que la mayoría se mantenía al margen.

La situación cambió en mayo cuando los estudiantes se alzaron contra la impúdica imposición del Frankenstein de Televisa. Pero el problema de fondo es que la presente es una generación perdida: ocho millones de jóvenes no estudian ni tienen empleo y quienes consigan chamba enfrentarán una situación precaria pues, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), “el desempleo juvenil es el primero en aumentar en épocas de crisis, y el último en disminuir en fases de crecimiento”.

Los estudiantes ya estaban ahí, en el ciberespacio, agazapados en las redes sociales donde conviven. Y siguen en la web. Pero ahora también están en las calles, que transformaron en un carnaval contestatario lleno de humor y de ira. Desde junio la nación habla por boca de sus jóvenes. Y habla bien:

•La vida empieza después de los comerciales
•Sesenta años durmiendo, doce años soñando. Yo ya desperté. ¿Y tú?
•Libro mata copete.
•No vine por mi torta, vine por mis huevos.
•El que lee poco, dispara mucho.
•Es mi primera vez y votaré por el pez.
•El poder está en nuestras manos, no perdamos la oportunidad de cambiar la historia.

Si “el sistema” es todo lo que nos jode, las actuales movilizaciones juveniles son antisistémicas. Y tienen una espontaneidad y una frescura infrecuentes. A fuerza de photoshop y plotter, las marchas son fiestas de la imaginación y cada manifestante llevaba su propio mensaje. Batucada, aquelarre, carnaval contestatario en el que no faltaron consignas tan políticamente incorrectas como el “¡Peña puto!, ¡Peña puto!” que coreaban alborozadas un puñado de chavitas que hace no demasiados años debían gritar “¡moco, pito, caca!”, con idéntico ánimo transgresor.

Después de un mutis histórico de casi medio siglo, los estudiantes están de nuevo en las calles reivindicando la democracia. “Esta marcha es más grande que las del 68 ¿verdad?”, pregunta esperanzado un manifestante adolescente a su acompañante canoso. Claro que es más grande, y más alegre, y más creativa… Por fin esta generación se libró del estribillo con que las anteriores fueron atosigadas por padres y abuelos: “Porque los estudiantes del 68…”. Pase lo que pase en las próximas semanas este es el 68 del tercer milenio. Los del viejo 68 ya podemos morir en paz.

En una manta portada por estudiantes del Instituto Politécnico Nacional, leo el mensaje que los jóvenes del 2012 nos envían a los jóvenes del 1968:

“Somos nietos de los que no pudieron matar, hijos de los que no pudieron callar y alumnos de los que no pudieron comprar”.

(Armando Bartra)